Entrampados

La masacre de integrantes de la comunidad mormona de la familia LeBaron (tres madres y seis hijos menores de edad muertos y seis heridos), la madrugada de este lunes 4 de noviembre, cuando viajaban por carretera en los límites entre Sonora y Chihuahua, en los límites con Chihuahua, ha reiterado en su exacta realidad el clima de inseguridad y violencia que sigue prevaleciendo en México.

Asesinatos despiadados de seres humanos inocentes e indefensos, que fueron acribillados con toda saña; cinco de ellos quedarían calcinados, al ser incendiado uno de los vehículos en que se transportaban, con el sello cruel de los cárteles de las drogas, que en cuestión de 19 días, hacen sentir nuevamente su poder de inteligencia y perversidad plena al Estado Mexicano, golpeando a un sector de la población que esta vez involucra al gobierno de Donald Trump, al tener tanto la nacionalidad mexicana como estadounidense.

Ocurre, mientras todavía la Administración del Presidente Andrés Manuel López Obrador, sigue tratando de convencer a la Nación, de que lo ocurrido el 17 de octubre en Culiacán, Sinaloa, con la captura y liberación inmediata de Ovidio Guzmán López, hijo de Joaquín “el chapo” Guzmán Loera, condenado a cadena perpetua en la Unión Americana, no constituyó ningún fracaso por parte de la autoridad federal.

Noticia que impacta principalmente en el Primer Mandatario, que se mantiene en su posición de no responder con las Corporaciones de Seguridad oficiales, las manifestaciones extremistas armadas de los capos de las drogas, que han demostrado ser capaces de pasar por encima de la ley, afectando su imagen junto con la de todo el Gabinete de Seguridad Nacional, a 11meses cinco días de asumir el poder.

Proyección al mundo de un Estado Mexicano, que 13 años después de haber declarado la guerra a los cárteles de las drogas, sigue siendo incapaz de frenar el ya demasiado peligroso rumbo de radicalismos, impuesto por el crimen organizado.

Una realidad que tiene otros datos cada vez más preocupantes, a diferencia de la visión Presidencial que no dar marcha atrás en su convocatoria a los delincuentes, para sumarse a su propósito de “amor y paz”. Mensajes que pretenden la reflexión del enemigo: “Así no es la cosa, yo los llamo a que recapaciten, a que piensen en sus familias, en su madres, sus mamacitas, saben cuánto sufren las mamás por el amor sublime que se le tiene a los hijos”.

Y la recomendación a quienes pudieran ser víctimas de un asalto, de hacer uso de la frase “fuchi y guácala”, como arma secreta, suficiente para hacer temblar a los malhechores y provocar su huida.

Convencido de que no combatirá la violencia con violencia, el Jefe del Ejecutivo Federal ha hecho a los cárteles de las drogas, la petición de que “debe haber respeto a las autoridades, no apostar a intimidar a las autoridades, mucho menos agredir y actuar con legalidad, no llevar a cabo acciones ilícitas, no participar en actos delictivos, no se puede permitir que se violen las leyes, se viole la Constitución, no se puede permitir, no solo es ilegal, hablando de valores, es inhumano hacerle daño al prójimo. Matar está mal visto y está en los mandamientos. Abrazos y no balazos”.

Una estrategia Presidencial de pacificación, que como respuesta ha tenido la del lenguaje de las balas asesinas dirigidas a blancos de alto impacto internacional.

Hoy, el turno ha correspondido a la indomable y valiente familia menonita LeBaron, del norte de la república, que se ha llenado de luto y con ella todo un país que también llora a sus muertos de los últimos meses, que se han agregado a la larga lista de más de 100 mil víctimas del crimen organizado en su confrontación con las Fuerzas Armadas, en medio de la complicidad de autoridades corruptas de los tres niveles de gobierno.

Crímenes horrendos en las inmediaciones de Bavispe, Sonora, que sacan a la luz la actividad de las mafias del narcotráfico en la región colindante de las  entidades norteñas, según el fiscal de Chihuahua, César Augusto Peniche Espejel, quien destaca al capo denominado “el jaguar”, del cártel de Sinaloa, enfrentado con las bandas rivales de “la línea” de Juárez y el de Jalisco nueva generación.

Tiempo de las referencias del conocimiento sin castigo. Conferencia mañanera de martes 5 de noviembre, en la que el secretario de Seguridad Pública federal, Alfonso Durazo Montaño revelaría que en la zona donde se suscitó la tragedia, opera también el grupo de “los Salazares”, enemigo de la mafia sinaloense.

Llama la atención el detalle de que tanto el fiscal de Chihuahua, como el responsable de la seguridad pública federal, tenían pleno conocimiento de la ubicación de los grupos de narcotraficantes. Y es cuándo surge la interrogante de ¿porqué si sabían el cómo y dónde de la presencia criminal que mantiene en la zozobra a la población civil, no se ha actuado para su detención y encarcelamiento?

Si bien es cierto que su existencia es herencia de la tolerancia de los gobernantes del pasado reciente, entonces ¿por qué a casi un año de haber asumido la responsabilidad de gobernar a 130 millones de mexicanos, el gobierno de la Cuarta Transformación ha mantenido esa “vieja costumbre”, sustentada en la corrupción por el contubernio federal, estatal y municipal, que hace posible la impunidad total?

La Comisión Nacional de Derechos Humanos, al referirse al atentado contra la familia Le Barón, advierte que “la gravedad y la saña del ataque, denota el nivel de riesgo en que se encuentran muchas regiones del país, donde miles de personas están expuestas a la violencia criminal, que parece no tener fin y que requiere de la intervención de los tres niveles para lograr la pacificación por la vía del derecho, logrando la tranquilidad y la seguridad de toda la población”.

Los mafiosos sabían dónde iba a doler y pegaron, disparando sus armas de grueso calibre en contra del vehículo en que viajaban Rhonita María Miller, de 30 años; Howard Jacob Miller, de 12; Krystal Bellaine Miller, de 10, sí como los gemelos Titus Alvin Miller y Tiana Gricel Miller, de ocho meses. La unidad fue incendiada y sólo quedaron cenizas y unos cuantos huesos de las víctimas.

Fallecerían ejecutadas, Christina Marie Langford Johnson, de 30 años; Dawna Ray Langford, de 43; Trevor Harvey Langford, de 11 años, y Rogan Jay Langford, de dos años y medio de edad  .

Sobrevivirían con heridas causadas por balas, Kylie Evelyn Langford, de 14 años, en el pie; Devin Blake Lanford, de 13; Mckenzie Rayne Langford, de nueve años; Cody Greyson Langford, de ocho años en la mandíbula y la pierna;  Xander Boe Langford,  de cuatro, en la espalda; Brixon Oliver Langford, 15 de febrero de 2019, casi 9 meses: disparo en el pecho y en la mano.

Faith Marie Johnson, de siete meses de edad, fue encontrada viva y sin lesión alguna en piso del vehículo, donde habría sido colocada por su madre para proteger su vida; Jake Ryder Langford,  de seis, ileso.

Sería el adolescente Devin Blake Langford, de 13 años, quien después de la agresión y en medio de la oscuridad, escondió entre unos arbustos a sus hermanos, para partir de inmediato a solicitar ayuda, la cual obtendría después de caminar casi 20 kilómetros.

Las bandas delincuenciales han mantenido una guerra abierta al clan LeBaron, desde 2009, haciéndolo blanco de secuestros y asesinatos, lo cual ha llevado a este grupo importante de mexicanos-estadounidenses, a enfrentar de manera directa a los narcotraficantes, debido a la indiferencia gubernamental, a la que de manera constante han solicitado ayuda, sin recibirla de la manera requerida.

Identificados por su religión mormona, esta comunidad de agricultores que han tenido como base principal el estado de Chihuahua, en Galeana, tendría el liderazgo de uno de sus patriarcas, Julián LeBaron, que elevaría su voz hace 10 años para demandar el cese de la violencia del crimen organizado, luego de que su sobrino Erick, de 17 años, fue plagiado el 2 de mayo de 2009, y liberado una semana después, al negarse la comunidad mormona a pagar por su vida.

No ocurriría lo mismo con su hermano Benjamín de 32 años, entonces activista y guía comunitario de Sociedad Organizada Segura (SOS Chihuahua), que exigía dar fin al extremismo de los cárteles de las drogas. Las mafias predominantes en la entidad, no le perdonarían su protagonismo y sería asesinado por un grupo de sicarios en el interior de su casa, en julio de hace una década, cuando se encontraba con su cuñado Luis Widmar, en la comunidad de Galeana, actualmente con una población de cinco mil habitantes, dedicada principalmente al cultivo de nueces que se exportan al extranjero en su mayor parte.

Lo sucedido en contra de la comunidad mormona de Chihuahua y Sonora, ha motivado de inmediato la actitud oportunista del presidente Donald Trump, aprovechando la nacionalidad estadounidense compartida con la mexicana, que le llevaría a publicar en su cuenta de twitter:

«Los carteles se han hecho tan grandes y poderosos que a veces necesitas un ejército para derrotar a otro ejército. Es momento de que México, con la ayuda de EE UU, libre una guerra contra los carteles de la droga y los borre de la faz de la tierra».

La respuesta de su homólogo mexicano fue atenta y prudente al agradecer el ofrecimiento, una vez que en su conferencia de prensa en palacio nacional, había reiterado que “no se puede enfrentar violencia con más violencia. La política se inventó para evitar la guerra”.

Esta vez, Andrés Manuel López Obrador ha sabido actuar de manera congruente, pues aceptar en estos momentos una intervención militar estadounidense en territorio mexicano, sería de fatales consecuencias políticas, ya que hasta ahora ha cedido a todos los requerimientos chantajistas hechos por el jefe de la Casa Blanca, que ha tomado a México como rehén incondicional para sus propósitos reeleccionistas.

Sometimiento al capricho

del magnate, una vez que obliga al gobierno de la 4-T a frenar el flujo migratorio hacia Estados Unidos, bajo la advertencia que de no hacerlo, aplicaría aranceles por un total de 25 por ciento a las importaciones estadounidenses de México, además de condicionar que el país se convirtiera en el patio trasero, donde deberán  aguardar indefinidamente los extranjeros que han solicitado asilo en la Unión Americana.

La tragedia de la comunidad mormona de la familia LeBaron, sin duda que viene a entrampar la situación de la Administración Federal, al ser puesta nuevamente a prueba por el cártel de Sinaloa, en venganza por la detención del hijo de Joaquín “el chapo” Guzmán Loera, el pasado 17 de octubre en la capital sinaloense, que sería liberado después de cuatro horas de detención y negociación en su domicilio.

Evidencia de fallas en la estrategia de un combate al crimen organizado, una vez que los diferentes equipos de la Inteligencia civil y militar continúan sin coordinarse, pero sobre todo por la permanencia y fortalecimiento de los contubernios autoridad-delincuencia organizada, que hace posible la filtración de información privilegiada.

El Presidente Andrés Manuel López Obrador, tiene pues la necesidad de llevar a cabo, con carácter de urgente, una evaluación de su equipo en el que sustenta todo el trabajo, que pretende hacer de México un país seguro, por lo que deberá definir su postura de continuar con su discurso pacifista o apegarse a la ley para lograr la pacificación urgente.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y Comunicadores por la Unidad A.C.