Alarmante sismicidad: 4,544 en enero de 2020

Comparado con el mismo mes de enero de 2015, el del año 2020, en que se pasó de 792 sismos a cuatro mil 544 (575 por ciento más), México eleva su clasificación de país de alto riesgo, al registrarse en esos períodos, movimientos telúricos que han oscilado entre 1.6 y 6.5 de magnitud, que hasta ahora parecen no preocupar al mundo científico y tampoco al Gobierno de la República.

Coincide con una alarmante sismicidad a la alza en Michoacán, que del 5 al 31 de enero últimos, acumularon un total de mil 429 temblores de magnitudes entre 2.9 y 4.1, que el Servicio Sismológico Nacional del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México, define como un enjambre localizado en las inmediaciones de Uruapan, dentro de la Faja Volcánica Trans Mexicana, considerada como una zona con fallas geológicas y vulcanismo activos. Al 11 de febrero son ya más de tres mil.

Impresionante aumento de estos fenómenos de la naturaleza, en el territorio nacional, pues de 10 mil 946 registrados en 2015, gradualmente se elevaron a 15 mil 460 en 2016, luego en 2017, el salto a 26 mil 413, hasta llegar a 30 mil 350 en 2018 y en 2019, disminuir a 26 mil 418.

Lo preocupante de esta situación, es que fiel a su estilo de guardar permanentemente hermetismo sobre la sismicidad a la alza y sus orígenes, los especialistas del Servicio Sismológico Nacional, perteneciente al Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México, únicamente se concretan a dar a conocer exclusivamente la magnitud, ubicación y profundidad, como lo evidencian en su reporte de que del total de temblores en 2015, Chiapas y Oaxaca empataron como epicentro, al detectarse en su geografía el 29.3 por ciento.

Los datos correspondientes a 2016, ubicaron a Oaxaca en primer lugar, con 36.4 por ciento del total; Guerrero, el 20.1 por ciento y Chiapas con 18.9 por ciento. En 2017, Oaxaca fue el epicentro del 49.7 por ciento; Chiapas, el 22.9 por ciento y Guerrero, el 12.6 por ciento, mientras que en 2018, Oaxaca se disparó a 65.7 por ciento; Chiapas, 18.8 por ciento y Guerrero, 10.7 por ciento. En 2019, nuevamente Oaxaca fue primero, con 54.5 por ciento; Guerrero, acumularía el 15.9 por ciento y Chiapas, con el 13.9 por ciento.

Transcurrir de cinco años, en los que han  ocurrido los terremotos más poderosos en septiembre de 2017, después del 19 de septiembre de 1985. El día 7, el SSN-UNAM, reportaría el de magnitud 8.2, con origen en el Golfo de Tehuantepec, a 133 kilómetro al suroeste de Pijijiapan, Chiapas, a una profundidad de 45.9 kilómetros, a las 11 de la noche con 49 minutos y 17 segundos, que se sentiría también en el centro y sur del país.

Según los especialistas del Servicio Sismológico Nacional, el mega movimiento telúrico fue consecuencia del desplazamiento de la placa de Cocos por debajo de las de Norteamérica y del Caribe, con efectos devastadores en las oaxaqueñas ciudades de Juchitán, Tehuantepec,  Salina Cruz, Unión Hidalgo e Ixtepec, en tanto Tonalá, Pijijiapan, Arriaga y otras poblaciones cercanas a la costa chiapaneca, sufrirían igualmente la destrucción de viviendas, edificios públicos, templos católicos y escuelas, que tres años y cuatro meses después, aún no se atienden en su totalidad, faltando a la palabra empeñada por los gobiernos de Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador.

Por aquellos días y semanas posteriores a los movimientos telúricos, 48 horas después de registrado el principal, se habían detectado 482 réplicas y 15 días más tarde, cuatro mil 737, para acumular finalmente un total de nueve mil 369, en toda la zona de influencia del Golfo de Tehuantepec. Seguimiento que permitió establecer que las mayores ocurrirían a los 24 minutos del el 8 de septiembre, con rango de 5.8, a 72 kilómetros al sureste de Salina Cruz, y la segunda el 23 del mismo mes (6.1), a las siete de la mañana con 52 minutos, en las inmediaciones de Unión Hidalgo.

Un recuento necesario del columnista, frente a la apatía mostrada hasta ahora por la Administración Federal, que lleva en el ejercicio del poder un año, un mes y 12 días, sin que se muestre el obligado interés por profundizar sobre esta problemática que augura una perspectiva nada halagüeña para los 130 millones de mexicanos, asentados en una de las Regiones más sísmicas del planeta, dentro del llamado “Cinturón de Fuego”, del Océano Pacífico, que bordea toda Asia y el Continente Americano.

México enfrenta a diario la interacción de las placas tectónicas de Norteamérica, Cocos, Pacífico, Rivera y del Caribe, sobre las que se distribuye su territorio, haciéndolo extremadamente vulnerable por los movimientos constantes de la de Cocos y en fechas más recientes la del Caribe.

El macro temblor de la colindancia de Oaxaca y Chiapas, superaría en un punto al registrado 32 años atrás, del 19 de septiembre de 1985, de magnitud 8.1, con epicentro mar adentro del Pacífico, cerca de la desembocadura del río Balsas, en el estado de Michoacán, con graves daños en la ciudad de México, con por lo menos 10 mil muertos, de los cuales muchos de ellos quedarían sepultados bajo los escombros de edificios, además de centenas de miles de millones de pesos en daños a la infraestructura urbana.

Sucedería exactamente en la misma fecha del 19 de septiembre, a  las una de la tarde con 14 minutos y 40 segundos, esta vez de magnitud 7.1, con el detalle por demás importante, que su epicentro no estaría frente a la Costa del Pacífico, sino en tierra continental, ya que el origen sería localizado en los límites de los estados de Puebla y Morelos, a 120 kilómetros de la capital nacional.

Llama la atención el dato proporcionado por el Servicio Sismológico Nacional, de que “es común la ocurrencia de sismos entre los estados de Puebla y Morelos. El más reciente, de magnitud considerable, había ocurrido el 24 de octubre de 1980, de 7.1 y se localizó a 19 kilómetros al oeste de Acatlán de Osorio, Puebla, con una profundidad de 57 kilómetros, al sureste del epicentro del correspondiente a 2017, el cual ocasionó entonces daños en la capital estatal, a consecuencia de la subducción del placa de Cocos hacia la de Norteamérica.

La evaluación realizada, en base a la información oficial del Sismológico Nacional del Instituto de Geofísica de la UNAM, permite precisar que en enero de 2020, se registraron cuatro mil 544 temblores en la república mexicana, con magnitudes de 2 a 6, la mayoría con epicentros en Michoacán, Oaxaca, Guerrero y Chiapas, además de los detectados en el Golfo de California (Falla de San Andrés), Jalisco y Colima.

En el mismo mes, pero de 2019, Chiapas encabezaría los reportes de temblores, seguido de Oaxaca, Guerrero, Michoacán, Colima y Golfo de California, con rangos de 1.6 a 5.8 en el Istmo de Tehuantepec, sumando un total de dos mil 607.

Oaxaca acumularía en su espacio geográfico el 62 por ciento de los movimientos telúricos (dos mil 575), detectados a lo largo y ancho del país, en enero de 2018, con niveles de 2.2 a 6.3, en Loreto, Baja California Sur. Un detalle curioso, es que los días 29 y 30, en Durango se reportaría una secuencia de 12 sismos, el mayor de 4.7, en las cercanías de la comunidad de Papasquiaro.

Un año antes, en 2017, el seguimiento científico oficial, establecería mil 226 movimientos de tierra en el territorio nacional, con intensidades de 2.7 a 5.1, éste último, a 31 kilómetros al sur de Jaltipan de Morelos, en el estado de Veracruz. Los lugares de origen se concentrarían en Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Michoacán, Colima y Jalisco, al igual que en Baja California y Nuevo León.

El número de sismos en enero de 2016, sería de 984, con niveles de intensidad de 2.3 hasta el de 6.5, detectado en el Océano Pacífico, a 277 kilómetros al oeste de Cihuatlán, Jalisco, en los límites de las placas tectónicas de Rivera y Pacífico. Oaxaca acumularía el 30 por ciento del total, en tanto Chiapas y Guerrero, sumarían el resto.

Las cifras de enero de 2015, revelarían el acontecer de 792 sismos, con magnitudes de 2.7 a dos de 5.5 en las ciudades de Pijijiapan y Cacahoatán, en el estado de Chiapas. En la clasificación seguiría Oaxaca, Guerrero, Michoacán, Colima, Jalisco, Nuevo León, Sonora y el Golfo de California.

Incremento de sismicidad en 2020, con mayores epicentros en el estado de Michoacán, en las inmediaciones de Uruapan y Parangaracutiro, que en lo que va de febrero prácticamente ha rebasado los  mil 249 eventos de enero, hasta llegar a más de tres mil, y que ha obligado el desplazamiento en principio, de especialistas del Servicios Sismológico Nacional a esta Región, donde la poca profundidad de los temblores, supone la posibilidad del surgimiento de un volcán.

La entidad está considerada por el SSN-UNAM, como una Zona Sísmica con Tectónica compleja y vulcanismo activo, en la Faja Volcánica Transmexicana, donde actualmente se ha registrado el enjambre, la cual está identificada por la existencia de fallas geológicas de movimientos constantes.

El más reciente fenómeno similar ocurrió en 1997, con 230 temblores, cifra muy inferior a la que ahora se estudia por su mayor frecuencia e intensidad. En esa ocasión se determinaría que fue provocado por las fallas geológicas locales bien identificadas.

Y a pesar de que los movimientos telúricos están ocurriendo en as cercanías de los volcanes activos Paricutin y Tancitaro, los expertos descartan cualquier relación. Hipótesis de que esta serie de sismos o enjambre, podría ser producida por intrusión magmática, aunque, aseguran, no implica necesariamente el nacimiento de un nuevo volcán, pero que obliga necesariamente a observar su evolución, por lo que se han sumado a los esfuerzos de la UNAM, investigadores del Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED), así como de las Universidades de Colima y Michoacán.

Incremento del número e intensidad de los sismos

en México, hasta llegar al histórico 8.2 de los tiempos modernos, en septiembre de 2017, que hace elevar nuevamente su voz de alerta al científico chiapaneco Marco Antonio Penagos Villar, presidente del Instituto de Especialistas en Geofísica, Geología y Mineralogía, Asociación Civil, para realizar con carácter de urgente estudios e investigaciones relacionados con la Tectónica de Placas que inciden en Chiapas, así como de las miles de fallas geológicas que recorren la entidad de 74 mil kilómetros cuadrados, entre las que destacan las del Sistema Motagua Polochic, sobre la Placa del Caribe.

Planteamiento del geofísico del Instituto Politécnico Nacional (IPN), de actualizar los Mapas de Peligros y Riesgos de la entidad y de sus 122 municipios, además de profundizar en la ubicación de los límites geométricos de las Placas Tectónicas de Cocos, Norteamérica y del Caribe, en la colindancia con Chiapas.

Llamado al gobernador Rutilio Escandón Cadenas y al Presidente Andrés Manuel López Obrador, para atender estos requerimientos de la comunidad científica de Chiapas, como medida preventiva ante lo impredecible de la naturaleza, que tiene a más de 5.2 millones de chiapanecos y en general a 130 millones de mexicanos, en su clasificación de población de riesgo extremo.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y Comunicadores por la Unidad A.C.