COVID, creado; mutante y más letal de lo previsto

Hasta ahora el futuro es cada vez más incierto para la humanidad, ante la expansión letal e indefinida de un “Coronavirus” que ridiculiza las “cuarentenas” decretadas por gobernantes y políticos, al extenderse gradualmente para convertirse en un inédito elemento exterminador sin control de la humanidad, creado por el hombre.

Luc Montagnier, virólogo francés, ganador del Premio Nobel 2008, por su trabajo sobre el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), es un convencido de que en el fondo de este grave problema de salud mundial, “llegamos a la conclusión de que efectivamente existe una manipulación de este virus”.

A cuatro meses y cinco días de haberse descubierto el primer brote del COVID-19, en la ciudad de Wuhan, China, que  hasta este domingo 3 de abril, es el causante en el planeta, de más de tres y medio millones de contagiados y más de 250 mil muertos, el prestigiado científico galo, que compartiera el máximo reconocimiento de la ciencia médica mundial, con sus colegas la también francesa Françoise Barré-Sinoussi y el alemán Harald Zur Hausen, precisaría:

“Una parte, no digo todo. Hay un modelo que es claramente el virus clásico, pero a este virus claramente le agregaron unas secuencias del VIH, el virus del SIDA”.

Por su trascendencia, reproduzco textualmente la entrevista que concedió en la ciudad de París, el pasado 27 de abril, al canal CNews de la Televisión de Francia:

“-¿Quién se lo agregó?

“Esto no lo sé.

“-¿Quiere decir que no es natural?

“No, fue un trabajo profesional, un trabajo de biólogos moleculares. Un trabajo muy minucioso, se podría decir que de relojero, cuando vemos las consecuencias.

“Para qué objetivo fue hecho no está claro. Mi trabajo es exponer los hechos, eso es todo. Yo no acuso a nadie. No sé quién hizo esto y porqué. Una posibilidad es lo que ellos o él quisieran hacer una vacuna contra el VIH. Entonces tomaron partes pequeñas de este virus y las insertaron en la secuencia más grande del coronavirus.

“Hay una especie de armonización de las secuencias de información genética que transporta el agua (nuestra como la de los virus). Uno puede hacer cualquier cosa con la naturaleza, pero si usted hace una construcción artificial, es poco probable que sobreviva. La naturaleza ama las cosas armoniosas. Lo que es ajeno, como un virus que llega de otro virus, por ejemplo, no es bien tolerado.

“Entonces, lo que vemos es que en Estados Unidos, donde está el mayor número de casos, hay una evolución de las mutaciones. Las secuencias van a mutar, es decir se modifica el código genético del núcleo, lo cual también quiere decir que hay desechos, por lo que hay porciones del genoma.

“Lo que es extraordinario, es que justamente la región que lleva las secuencias del VIH, muta mucho más rápido que las otras, por lo que esta misma desaparece por eliminación.

“Hay pacientes aislados, de los cuales secuenciamos el virus al oeste de los Estados Unidos, en Seattle, y estas secuencias están destruidas, prácticamente inexistentes.

“Entonces, si el poder patógeno del coronavirus está ligado a la inserción de estas secuencias, podemos pensar que va a desaparecer”.

Conforme han pasado los días, la idea de que el “Coronavirus”, tiene focalizado a sus víctimas, principalmente en aquellos que rebasan los 60 años, ha cambiado, al generalizarse en sus contagios y decesos, en seres humanos de todas las edades, incluyendo niños, además de que su objetivo no son exclusivamente las vías respiratorias y pulmones, sino ahora se añade todo el torrente sanguíneo, favoreciendo la formación de coágulos que provocan obstrucciones en el corazón y el cerebro, generando infartos por trombosis.

Revelaciones del periódico The Washington Post, hechas el pasado 28 de abril, establecen que jóvenes con síntomas leves del COVID-19, están muriendo en la Unión Americana por accidentes cardio y cerebrovasculares.  

El relato de Thomas Oxley, un neurólogo intervencionista del Hospital Mount Sinai Beth Israel, en Nueva York, que sería llamado en su día de descanso, ante la insuficiencia de Médicos para tratar a pacientes de emergencia por accidentes cerebrovasculares, que requerían en ese momento cirugía. Al leer el historial, del paciente asignado, se enteraría que éste no tenía antecedentes de enfermedades crónicas y que había estado relajado en su casa durante los días de “cuarentena”, cuando de repente empezó a tener problemas al hablar y tratar de mover el lado  derecho de su cuerpo.

La tomografía daría a conocer una obstrucción grande en la parte izquierdo de su cabeza. El doctor Oxley quedaría impactado, cuando en el expediente se asentaba que la persona que atendía tenía 44 años y había resultado positivo en la prueba del “Coronavirus”, sumándose a un buen número de ingresados víctimas de la enfermedad, cuyas edades oscilaban entre 30 y 50 años, echando abajo la versión de que el promedio para sufrir este tipo de problemas, era de 74 años.

Gravedad del caso que ameritaría la cirugía para remover el coágulo. Fue entonces, según revelaría, que observó algo que nunca antes había visto. “En los monitores, el cerebro típicamente se ve como una maraña de garabatos negros, como una lata de espagueti, que ofrece un mapa de los vasos sanguíneos. Un coágulo se ve como un espacio en blanco. Mientras utilizaba un dispositivo en forma de aguja para extraer el coágulo, vio nuevos coágulos formándose en tiempo real alrededor del mismo. Es una locura, le dije a mi jefe, al descubrir la invasión masiva del virus”.

Cambio radical en la mentalidad de médicos  e investigadores, en cuanto a la evolución de lo que hasta ahora se sabe del COVID-19, que en base a los reportes de accidentes cardiovasculares en pacientes jóvenes y de mediana edad, no solamente en Mount Sinai, sino en muchos otros hospitales de comunidades severamente afectadas por el nuevo tipo de virus, del que aún no logran descifrar sus mecanismos biológicos, considerando que ha sido clasificado en un principio, como un patógeno que atacaba principalmente los pulmones.

Surgimiento de un nuevo enfoque y mayor preocupación, frente a estos nuevos descubrimientos que elevan sus niveles de peligrosidad, al convertirse en un enemigo todavía más letal, pues impacta casi todos los principales órganos del cuerpo humano, como el corazón y el cerebro, que al padecer la formación de coágulos, se infartan causando la muerte o graves daños irreversibles.

La mayor frecuencia de este tipo de accidentes, viene a reforzar teorías sobre este tipo de casos relacionados con el COVID-19, como de inmediato lo ha comentado Sherry H-Y Chou, neuróloga y especialista de cuidados intensivos del Centro Médico de la Universidad de Pittsburg, al reconocer que hasta hace poco existían muy pocos datos sobre esta situación.

La investigadora asegura que “hubo un reporte de Wuhan, China, que reveló que algunos pacientes hospitalizados habían experimentado accidentes cerebrovasculares, muchos de ellos de edad mayor o gravemente enfermos por el nuevo virus. Sin embargo, la vinculación fue considerada más como una corazonada clínica, de un montón de gente inteligente.

Los registros de esta complicación están siendo concentrados por tres importantes Centros Médicos de Estados Unidos, para dar a conocer los datos de este fenómeno que proporciona mayor información y nuevos puntos de vista sobre lo que el “Coronavirus” le hace al organismo, como factor determinante en la provocación accidentes cardio y cerebrovasculares, al manifestarse de manera invasiva en el torrente sanguíneo para producir coágulos.

Investigación del columnista que le lleva hasta la entrevista realizada por el periódico El País, al virólogo español Esteban Domingo, un barcelonés de 77 años, del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, en Madrid, quien hace apenas una semana fue nombrado miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, una distinción que solamente nueve connacionales han tenido de la institución, fundada por el Presidente Abraham Lincoln en 1863.

En la conversación con Manuel Ansede, el hombre de ciencia ibérico pronostica que “si encontramos la manera de que un virus mute más de lo normal, lo podemos extinguir”. Convicción de que “por las investigaciones preliminares que están saliendo y por lo que sabemos de otros coronavirus, todo apunta a que este virus no va a ser fundamentalmente distinto a los demás y tendrá un comportamiento parecido en cuanto a ser nubes de mutantes. No solamente son  nubes de mutantes, sino que si comparas el virus de China con el de Brasil o el de España, van siendo todos distintos, como es de esperar”.

Domingo recuerda que cuando comenzó a investigar en la década de 1970, “la idea era que el material genético era en cierto modo inmutable. Mi equipo fue pionero en demostrar que, nada más entrar en un ser vivo, un virus con una secuencia genética definida se multiplica acumulando errores, de una letra por otra, hasta formar una nube de mutantes, distintos los unos de los otros pero agrupables en cuasiespecies virales”.

En su momento, hace ya 50 años, el descubrimiento fue revolucionario, pues se llegaría a la conclusión de que no es lo mismo luchar contra un virus definido que pelear contra innumerables mutantes, entre los que habrá algunos resistentes a un tratamiento y otros insensibles a la vacuna.

Concentrado en los últimos años en la investigación de la Hepatitis C, ahora da prioridad a la nueva versión de Coronavirus, por lo que informa de su decisión de sumarse a la lucha para combatirlo y eliminarlo con sus propias armas, mediante el uso de fármacos para llevarlo hasta  límites insostenibles en su capacidad de mutar, sustentado en una estrategia denominada “Mutagenésis Letal”, que conlleva mutar al virus hasta su muerte, considerando que la mutación es su manera de funcionar.

Se muestra optimista

por el logro de un fármaco que está en experimentación, clasificado como mutágeno letal (NHC/EIDD-2801), probado en células humanas en el laboratorio del investigador Ralp Baric, de la Universidad de Carolina del Norte, en Chapel Hill, que ante la creciente amenaza y peligrosidad del COVID-19, pueda sea considerado como la respuesta científica que se está esperando para derrotar al nuevo virus.

Noche de lunes 4 de abril, en la capital mexicana, donde el subsecretario de Salud, Hugo López Gatell, informa de los avances ascendentes del número de muertos (dos mil 271), así como de contagiados (29 mil 905), en un país en el que se insiste desde la máxima autoridad, la conveniencia de uniformar toda la geografía nacional para coincidir en los “tiempos pico” de la epidemia, cuando la realidad de cada una de las 32 entidades es diferente.

Días en que la “bestia” del COVID-19 está muy lejos de ser “domada”, contrario la afirmación Presidencial en ese sentido, a pesar de que de la noche del domingo a la del lunes, el número de infectados en el país, se incrementó en mil 434 casos.    

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y Comunicadores por la Unidad A.C.