Incongruencias

México vive terribles contradicciones discursivas en la esfera del poder. Serie de monólogos mañaneros con preguntas inducidas por el equipo de imagen de quien responde y que la realidad pone en duda, cuando por un lado se asegura que la epidemia nacional del Coronavirus “ha sido domada”, y que “ya es posible ver la luz al final del túnel”, mientras en los hechos se confirma que aún no estamos ni a la mitad, como lo demuestra la adecuación contra reloj de más espacios hospitalarios externos en la capital del país.

El Presidente Andrés Manuel López Obrador está en su papel rector, al mostrarse por demás optimista ante el embate imparable del nuevo virus, al grado de anunciar, presionado por su homólogo reeleccionista Donald Trump, la reactivación de la industria maquiladora de exportación, adelantando que ocurrirá tres días antes de que lo haga la estadounidense.

Una decisión que los especialistas en salud consideran por demás precipitada, dado que el Primer Mandatario no toma en cuenta que aunque la faja fronteriza norte, sea actualmente estratégica para la economía nacional, al concentrar el 90 por ciento de las más de seis mil empresas de capital estadounidense que apuntalan la actividad industrial del vecino del norte, también constituye una de las zonas de mayor número de decesos y contagios en el territorio nacional.

Datos del Consejo Nacional para la Industria Maquiladora y Manufacturera de Exportación, que este sector representan para México, fuentes de trabajo que superan más de tres millones de empleos directos y  un número superior a los siete millones de beneficio indirecto, que dependen de plantas de producción que importan materias primas, componentes y maquinaria, para procesarlos o ensamblarlos en diversos estados, y después reexportarlos especialmente a la Unión Americana, mediante desventajoso pago único de  impuesto sobre el valor agregado. 

Cesión del hombre de Palacio Nacional, a los actos desesperados del magnate de la Casa Blanca, a quien urge la reanudación de la industria maquiladora del lado mexicano,  para estar en posibilidad de reactivar la economía de la potencia número uno del mundo, cuyos centros de operación dependen de la materia prima y ensamblajes procedentes del territorio al sur del río Bravo, con la evidente intención de recuperar algo de los más de 32 millones de empleos perdidos en los últimos cuatro meses y días, como consecuencia del COVID-19.

Trump está pagando muy caro, su terquedad de no atender oportunamente las recomendaciones de aplicar medidas de prevención, que hoy ante el desbordamiento de la epidemia en su país, lo ponen en riesgo de perder la oportunidad de continuar en la Casa Blanca los próximos cuatro años. Sería hasta el 13 de marzo cuando declararía a la Unión Americana en Emergencia, una vez registrados entonces 40 decesos y mil 600 contagios, hasta llegar al 12 de mayo, a 82 mil 246 defunciones y un millón 367 mil 927 infectados, según la Universidad John Hopkins.

En México, la actitud coincidente del Presidente Andrés Manuel López Obrador, obliga al Consejo General de Salubridad de postergar hasta el 31 de marzo, la “Declaración de Emergencia sanitaria Nacional”, que establecía del 30 de marzo al 30 de abril, la suspensión inmediata en todo el territorio nacional, de actividades no esenciales en los sectores público, privado y social, con la finalidad de mitigar la dispersión y transmisión del “Coronavirus”. Para entonces el saldo oficial de muertos era de 28 y mil 94 infectados.

A principios de marzo, el día 2, manifestaría: “En México pienso que no vamos a tener mayor complicación de ese problema. Ese es mi pronóstico”. El 4 marzo: “Lo del coronavirus, eso de que no se puede uno abrazar, hay que abrazarse, no pasa nada. Detente enemigo, que el corazón de Jesús está conmigo”.

El primer deceso ocurriría oficialmente el 27 de marzo en el Instituto Nacional de Enfermedades Pulmonares, aunque en este mar de incongruencias gubernamental, desde la Secretaría de Salud federal, se informaría que el primer fallecimiento fue registrado el 18 de marzo, lo que obligó a decretar el martes 24, la Fase 2 de la contingencia sanitaria nacional.       

Siguiendo los pasos de Donald, todavía el 10 de marzo Andrés Manuel Manuel continuaría menospreciando las indicaciones para entonces preocupantes, del director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, al convocar a 150 millones de mexicanos a realizar muestras de afecto: “Hay quien dice que por lo del Coronavirus no hay que abrazarse, no pasa nada”.

El 22 de marzo, el mensaje agregado: “No dejen de salir. Vamos a seguir haciendo la vida normal”. El 28: “De acuerdo a nuestros técnicos, el 19 de abril vamos a poder salir de la gravedad. El 2 de abril: “Se nos vino esto como anillo al dedo para afianzar el propósito de la transformación”. El 6 de abril: “No es posible que afecte tanto una pandemia en lo económico, en lo social”.

Sin embargo, el 21 de abril se decretaría la Fase 3, de la epidemia del COVID-19 en el país.

Para el 26 de abril, en medio de protestas de médicos y enfermeras en todo el país, por la falta de equipamiento de protección para atender a los miles de enfermos, López Obrador anunciaría, como si se tratase de  uno de sus tantos decretos, que “hemos podido domar a la epidemia. En vez de que se disparara como en otras partes, aquí el crecimiento es horizontal, es por haberse preparado para tener todo lo que se requiere de equipo médico y especialistas”. 

Comprometido por las intenciones abiertas de Donald Trump de “normalizar” la economía de Estados Unidos, exhortando a los empresarios a abrir sus industrias, sin importar que la Unión Americana lidere desde hace varias semanas el número de fallecimientos y contagiados en el mundo, Andrés Manuel López Obrador le hace el juego haciendo declaraciones temerarias el pasado viernes 8 de mayo, en el sentido de que a partir de ese día, “México se asoma al pico de la pandemia que se prolongará hasta el 20 de mayo”.

Secuencia discursiva del Presidente de la República, que le llevaría el sábado 9 de mayo, a afirmar en su cuenta de Twitter, que “ya estamos viendo la luz a la salida del túnel. Hay que hacer caso de todas las recomendaciones sanitarias. Sí hay futuro. Vamos a frenar la caída de la economía. Todo esto que se ha generado por la pandemia del COVID-19. Si va a caer, pero vamos rápido a mejorar la situación económica. Habrá un retorno rápido a la normalidad económica con la entrada en vigor del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá”.  

Juego de palabras y de contradicciones en lo que declara por un lado el Jefe del Ejecutivo Federal y por el otro el subsecretario de Salud, Hugo López Gatell, que desde el 13 de abril, había declarado al periodista Joaquín López Dóriga, en su programa de radio, que sería hasta el mes de junio, cuando se daría el pico de contagios y que la enfermedad del Coronavirus empezará a descender entre julio y agosto, pero que será hasta octubre cuando se observe una baja considerable.

Precisaría: “Esto probablemente se va a prolongar durante el mes de junio y rumbo al final de julio ya empezaríamos a tener un descenso de la curva epidémica. Reitero que hay que prepararnos para una epidemia larga, porque aun cuando en agosto empiecen a descender el número de casos, esto se puede prolongar al mes de octubre”.

Las cifras de tres mil 926 muertos y 38 mil 324 infectados, por el nuevo tipo de virus, dadas la noche de este martes 12 de mayo por López Gatell, confirma su versión en cuanto a que el problema se prolongará mucho más de lo que considera de manera optimista, el Presidente López Obrador.

Pero lo que más se critica en el medio científico y especialmente entre ex secretarios de Salud, como José Narro Robles, en el sexenio de Enrique Peña Nieto, es que el vocero oficial del Presidente López Obrador, siga maquillando la información sobre los decesos y contagios por el COVID-19 en México.

El también ex director de la facultad de Medicina y rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, ha denunciado: “Cuando uso la información oficial, resulta que irrito. Pero irrito, porque no pueden desmentir lo que yo estoy señalando. Yo he estimado que por lo menos 43 mil personas probablemente enfermos de Coronavirus, fueron al servicio médico y no les hicieron una prueba, lo cual disminuye la contabilidad oficial de los casos, modificando las estadísticas”.

Alertaría sobre el rápido crecimiento de los contagios en los días recientes. “A partir del inicio de la epidemia, le llevó al país 49 días llegar a seis mil 500 casos. Pero los últimos seis mil 500 nos tomaron cinco días”.

Julio Frenk Mora, titular de la SSA en la Administración de Vicente Fox Quesada, y creador del Seguro Popular cancelado por el actual gobierno, acusó a Andrés Manuel López Obrador, de desmantelar el Sistema de Vigilancia Epidemiológica y que una muestra de ello es que en el presupuesto de 2020, se cancelaron 52 millones de pesos a la Dirección General de Epidemiología de la SSA.

Consternación del ex funcionario, al expresar que “el sistema de vigilancia epidemiológica era una de las joyas del Sistema de Salud. Lamentablemente, el Sistema ha sido debilitado por la retórica del gobierno actual en contra del servicio público, algo incomprensible, para un gobierno de izquierda. Supone que todo mundo que trabajamos en el gobierno era corrupto y que ha devaluado el servicio público y eso ha producido un éxodo lamentable”.

Certeza de que al gobierno de Andrés Manuel López Obrador le falta credibilidad porque ha «minimizado» la pandemia y sometido el sistema de vigilancia. Estas inconsistencias, está necesidad de minimizar la pandemia, sobre un sistema de vigilancia que se mantuvo siempre con gran independencia técnica de las consideraciones políticas y ahora lo vemos acomodando

los mensajes. Lo más grave, es que por primera vez -yo nunca lo había visto- es que el sistema de vigilancia se sometiera al poder político».

Abundaría en sus análisis: “Las cifras sobre fallecimientos por neumonía atípica podrían tener tras de sí al COVID-19, lo que ha sido negado en varias ocasiones por el propio López-Gattel. Todo mundo coincide que esas muertes declaradas por neumonía atípica eran por COVID-19. Hay una pérdida de credibilidad, que es algo muy grave. Los números que se dan, todos coinciden, no son correctos, tanto el número de casos como el número de muertes».

Salomón Chertorivski Woldenberg, secretario de Salud en el período gubernamental de Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, aseguraría que “la narrativa cambiante para comunicar los datos sobre el avance de la pandemia, no les da certeza. Ha faltado la robustez de los datos, los datos han sido escasos y han sido regulares, en el mejor sentido. Además, de ser escasos y regulares han sido cambiantes. Las explicaciones han sido cambiantes y las explicaciones que nos ponen todos los días. Esto ha generado un problema de credibilidad y de certeza de las propias cifras y, por ende, de las fechas, la política pública”.

Hoy, cuando las cifras oficiales siguen siendo puestas en duda, ya no solamente por reconocidos ex secretarios de Salud, organizaciones científicas, así como medios de comunicación del país, a los que ahora se agregan los principales rotativos de Estados Unidos, el panorama no es nada alentador para los propósitos del gobierno mexicano de apoyar los propósitos de reelección del Presidente Donald Trump, que pareciera ver desde ahora el final de su intención de reelegirse en los comicios del próximo noviembre.

Mientras, las incongruencias mostradas desde la esfera del gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador, no le auguran tampoco, buenas perspectivas para el proceso electoral intermedio de 2021.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y de Comunicadores por la Unidad A.C.