Washington, la voz de Trump que ordena

Será en julio cuando Andrés Manuel López Obrador, complazca a su homólogo estadounidense Donald Trump, de viajar a Washington para reunirse en la Casa Blanca, una vez que el también candidato a reelegirse cuatro años más en la Casa Blanca, enviara el martes 23 de junio, un mensaje subliminal desde Yuma, Arizona, no una invitación como sería lo diplomáticamente correcto, sino una insinuación parecida a una orden:

“Quiero agradecer al Presidente de México, es un buen tipo. Creo que va a venir a Washington muy pronto, a la Casa Blanca”.

Decisión del mandatario acostumbrado a ordenar, que por supuesto tomó por sorpresa al macuspanense, que en medio de la sorpresa, tampoco quiso hacer esperar a su colega, por lo que para no hacer tan evidente su obediencia, declararía al día siguiente que “es muy probable que vaya a Washington y me reúna con el Presidente Trump, y va a ser pronto”.

Había que orquestar durante la conferencia mañanera del miércoles 24, una respuesta que justificara el viaje, considerando que en ningún momento el gobernante del vecino país del norte tuvo la cortesía de extenderle una atenta convocatoria oficial para visitar los Estados Unidos, y por lo mismo, no hacer evidente la sumisión al caprichoso e impositivo líder de la principal potencia mundial:

“Nada más estamos esperando para definir el carácter del encuentro. Nosotros queremos que participe también el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, y que la reunión se lleve a cabo con motivo del inicio del tratado”.

Como anillo al dedo la coincidencia afortunada del inicio el 1 de julio, del nuevo Tratado de Libre Comercio de México con Estados Unidos y Canadá, firmado, por cierto, en condiciones todavía más desventajosas para nuestro país.

Marcelo Ebrard Casaoubon, secretario de Relaciones Exteriores, sería el artífice de la respuesta de Andrés Manuel, argumentando que, “el Gobierno de México ha propuesto que con motivo de la entrada en vigor del TMEC, 1 de julio, pueda darse encuentro con los mandatarios de EU y Canadá, para iniciar una nueva etapa trilateral de bienestar y crecimiento económico. Estaré informando fechas y programa”.

En la respuesta al sorpresivo mensaje de Trump, la versión justificante de la premura para que el encuentro se llevara a cabo ese día, por lo que vendría la precisión de López Obrador, quien descartaría la fecha, justificando que tiene planeado celebrar los dos primeros años de su triunfo electoral, que lo mantiene en Palacio Nacional.

Además, de entrada no contó con el respaldo del primer Ministro de Canadá, quien más en su papel de gobernante independiente, no tuvo la misma disposición para responder con la misma prontitud, a la convocatoria mexicana, influido seguramente por la descortesía de Donald Trump, para acudir de manera oficial a los Estados Unidos.

No deja de sorprender que después de asumir el poder el 1 de diciembre de 2019, y permanecer indiferente para participar en reuniones internacionales sumamente importantes para México, como la asistencia como orador en la Asamblea General de las Naciones Unidas, en Nueva York, o la Reunión del G-20 en Osaka, Japón, ahora el Presidente de la República, decida viajar a Washington.

En principio, una decisión unilateral totalmente fuera de lugar por el trato incorrecto del también magnate inmobiliario, aunque inútilmente pretenda con el canciller Ebrard Casaoubon, pasar por alto tal majadería, como si el gobernante mexicano estuviera a su servicio.

Trump tiene urgencia de que López Obrador vaya y le ayude a tener a su favor millones de votos de mexicanos avecindados legalmente en la Unión Americana, que pudieran ser determinantes para el aspirante republicano a la reelección que se definirá el próximo mes de noviembre, convencido de que su presencia en la Casa Blanca, mejorará su deteriorada imagen por haber mantenido en los últimos cuatro años una política racista.

Algo así como un trueque del hoy por ti y mañana por mí, considerando Andrés que de ganar los comicios su amigo Donald, éste pagaría el favor ayudando a reactivar la economía en 2021, demasiado afectada por la pandemia del Covid-19, y así fortalecer el trinomio MLO-Gobierno-Morena, ante una ciudadanía desesperada por la grave crisis de toda índole que enfrenta, e inducirla a favorecer en las urnas a los candidatos de la 4ª Transformación.         

Un juego doble que pudiera resultar negativo no solamente para Trump, sino también para López Obrador, debido en mucho a la baja de popularidad del omnipotente adalid de la “Supremacía Blanca”, afectada por la pandemia del Coronavirus, que ha provocado la pérdida de 40 millones de empleos, al erigirse Estados Unidos como líder mundial de decesos y contagios.

Permanencia de la estrategia electoral de golpeteos a México, al continuar la construcción del muro fronterizo para evitar la migración hacia Estados Unidos de los de color “café” y de otras variedades de razas del planeta que arriban a La Unión Americana, transitando por territorio azteca.

Fue precisamente en la gira de trabajo en Yuma, donde Trump anunció la “pronta” visita de López Obrador a Washington, luego de hacer alarde de los avances de su política contra la inmigración extranjera, en la que el gobierno de Andrés Manuel ha sido un factor determinante para frenarla radicalmente en los últimos 18 meses, en su frontera con Centroamérica, en los últimos 18 meses.

Habrá que recordar que en 2016, siendo Presidente Enrique Peña Nieto, Trump se encontraba en plena campaña electoral por la Presidencia. Una visita de pisa y corre a la Residencia Oficial de Los Pinos, en la capital mexicana, que sería duramente criticada, porque el encuentro constituiría un espaldarazo al aspirante del Partido Republicano, para contar con la simpatía electoral de millones de ciudadanos de origen mexicano, en territorio estadounidense.

El entonces mandatario pasaría por alto la campaña electoral antimexicana, que incluía la amenaza de que, en  caso de ganar la Presidencia, haría pagar a México pagar la terminación de la construcción del muro fronterizo, lo cual ha mantenido vigente en los últimos cuatro años al frente del gobierno estadounidense.

Ahora ensoberbecido y seguro de que tiene de vecino a un Presidente sumiso que nada le niega, el mandatario republicano se da el lujo de hacer que Andrés Manuel vaya a su terreno a realizar campaña proselitista para su causa personal, sin ninguna excusa, haciendo trizas su imagen de “gobierno de izquierda”.

Viaje coyuntural, que será fortalecido mediáticamente por la presencia del gobernante canadiense Justin Trudeau, en los días en que la tendencia electoral tenderá a ser todavía más desfavorable para Trump, quien en cuestión de semanas, se encuentra por debajo de las preferencias, en la contienda con su rival del Partido Demócrata Joe Biden.

Reinicio de campaña proselitista en Oklahoma, con menos público de lo previsto, el pasado sábado 20 de junio, en el estadio BOK de la ciudad de Tulsa, con capacidad de 19 mil personas, jurisdicción donde arrasó en las urnas en 2016, con 36 puntos arriba, pero que ahora se muestra menos receptiva, por lo que recurriría al discurso sustentado en los símbolos nacionales y en el miedo, alertando sobre el riesgo de la “izquierda radical”, enarbolada por Biden.

Mayoría de simpatizantes reunidos con su candidato durante dos horas, en las que permanecieron sin protección alguna, siguiendo el ejemplo de Donald, pese a las estadísticas por demás riesgosas de contagios, quien advertiría que si en noviembre ganan los demócratas, “las turbas dominarán las calles y nadie volverá a estar seguro”.          

Es la lucha por la Presidencia del todavía país más poderoso de la tierra, amenazado en su liderazgo por China, en la que surge como una gran bandera de campaña del Partido Demócrata, la figura de Barack Obama, el primer mandatario afroamericano en ocupar la Casa Blanca durante dos períodos consecutivos, que pretende emular Trump.

Reaparición pública virtual, el martes 23 de junio, de uno de los ex  gobernantes más populares, en los días en que aún está fresca la memoria colectiva por el asesinato del ciudadano de color George Floyd, en Minneapolis, víctima de la violencia racial de un policía blanco, que aún sigue provocando reacciones de repudio en el país, constituyendo un poderoso respaldo a la causa del ex vicepresidente Biden, en el que participaron más de 175 mil simpatizantes registrados vía internet, que aportaron financiamiento de siete millones 600 mil dólares para la campaña, en el primer evento de recaudación de pequeños donantes, que superó a Trump.

La inclinación hasta ahora favorable a Biden, sería definida por Obama como “un gran despertar entre los estadounidenses más jóvenes que presionan por reformas”, sin dejar de reconocer que “solo porque esta energía está ahí afuera, no significa que asegure nuestra victoria y no significa que se canalice de una manera que da como resultado un cambio real”, por lo que pediría a sus conciudadanos razonar las lecciones de 2016 y no se confíen de los resultados de las próxima elecciones, que Hillary Clinton ganó con dos millones de sufragios en las urnas, pero perdió finalmente en los votos emitidos por los congresistas.

Referencia a la división prevaleciente entre los estadounidenses, que el Presidente Donald Trump aprovecha. “No podemos ser complacientes o presumidos o sugerir que de alguna manera es tan obvio que este presidente no ha hecho un buen trabajo porque, mira, ganó una vez, y no es que no tuviéramos una buena idea de cómo él iba a operar la última vez “.

Donald Trump ha caído en desgracia por su menosprecio a la pandemia del Covid-19. Hasta antes de este grave problema de salud, se mantenía sobrado en sus intenciones reeleccionistas. Hoy el viraje es radical, al enfrentar una crisis sanitaria, económica

y social, que favorecen a Joe Biden, quien a cuatro meses de las elecciones, aventaja al republicano por 13 puntos.

Tendencia favorable al demócrata, de recaudación financiera que en mayo le permitió obtener 80 millones 800 mil dólares, en contraste con los 74 millones de dólares logrados por su contrincante.

El panorama es por demás desalentador para los republicanos y su candidato Presidencial, que arrastrará en lo que desde ahora se considera una gran debacle, para las aspiraciones de mayor poder del Partido Republicano.

Tiempos en los que el Presidente de México deberá ser demasiado prudente, para poder conciliar los poderosos intereses en juego, que en su momento definitivo podrían afectar a México, de inclinar demasiado la balanza principalmente hacia Donald Trump.

Oportunidad para equilibrar la situación de sumisión y de patio trasero en materia migratoria, en la que se ha incurrido y que ha afectado la imagen de México en el mundo, como la otrora orgullosa nación independiente y soberana frente al arbitrario imperio estadounidense, que como nunca requiere de su alianza económico-financiera estratégica, como segundo socio comercial.

Andrés Manuel López Obrador, tiene en sus manos el fortalecer el liderazgo internacional como nación, perdido en Latinoamérica.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México. Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y Comunicadores por la Unidad A.C.