Covid-19: sin control, empeora en el mundo

Al bajar la gran mayoría de los países del planeta, la intensidad de las medidas de prevención ante la pandemia del Covid-19, el virus se ha salido de control y la situación está empeorando, al grado de que el número de casos se ha duplicado en las últimas seis semanas.

Sonar de la alarma a los 193 países miembros de la Organización Mundial de la Salud, al advertir que el desconfinamiento social decretado por sus gobiernos, presionados por el agravamiento de su situación económica, ha motivado que este grave problema de salud siga acelerándose hasta llegar al jueves 9 de julio, según evaluación de la OMS, a 11 millones de casos de contagio y más de 544 mil decesos.

En Ginebra, Suiza, de nuevo ves la voz intermitente, crítica, incansable y altamente reconocida, del director del organismo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Tedros Adhanom Ghebreyesus, en la Sesión de Información a todos los representantes más connotados de Salud de los cinco continentes, a quienes afirmaría que “la mayor amenaza a la que nos enfrentamos no es el coronavirus”, por lo que pediría que no se equivoquen.

Defensor frontal de la causa de la salud de los siete mil 700 millones de seres humanos que conforman la población de la Tierra, enviaría un mensaje subliminal al pueblo y gobierno de Estados Unidos, que confirmaría a finales de mayo su amenaza de mediados de abril, de cancelar el apoyo financiero a las tareas de la OMS, al advertir:

“La mayor amenaza es la falta de liderazgo y solidaridad a nivel nacional y mundial. Por eso creo que todos y cada uno de nosotros debemos reflexionar. Esta tragedia se está llevando muchas vidas y nos ha separado de nuestros seres queridos. No podremos derrotar a esta pandemia si el mundo está dividido”.

Retiro del apoyo de 450 millones de dólares, equivalente al 15 por ciento del presupuesto anual, ordenado por el presidente Donald Trump, quien en automático daría fin también a las relaciones entre la máxima autoridad de salud en el mundo, en los momentos en que la pandemia se magnificaba en todos los rumbos del planeta.

Decisión sin sustento, más que el argumento personal del mandatario de la primera potencia mundial que acusaría a Tedros Adhanom Ghebreyesus de inclinar la balanza hacia China, para presuntamente ocultar el origen verdadero del surgimiento del coronavirus el 31 de diciembre de 2019, así como de no haber planeado adecuadamente las medidas para evitar la pandemia que hace de la Unión Americana, la líder en el ámbito internacional, tanto de decesos al 11 de julio (134 mil 430) como de infectados (tres millones 215 mil 861).

Evaluación seria del dirigente de la OMS, al manifestar su convicción por encima de los comentarios mal intencionados y acciones destructivas del aún jefe de la Casa Blanca, al aseverar que “la pandemia de Covid-19 es una prueba de solidaridad global y de liderazgo mundial. El virus se nutre de la división pero se frena cuando nos unimos”.

Tedros Adhanom Ghebreyesus es el primer médico de origen africano (Etiopía, donde fue ministro de Salud 2005-2012) en ocupar el cargo, al ser elegido por la 70 Asamblea Mundial de la Salud en mayo de 2017, por un periodo de cinco años, estableciendo de inmediato cinco prioridades fundamentales por atender, que serían las del logro de una cobertura sanitaria universal; la salud de la mujer, el niño y el adolescente; los efectos del cambio climático y ambiental en la salud y la transformación de la OMS.

Trayectoria dentro de las primeras líneas de acción del organismo mundial, así como una formación científica de alto nivel, como el Doctorado en Salud Comunitaria, por la Universidad de Nottingham, además de una Maestría científica en Inmunología de las Enfermedades Infecciosas por la Universidad de Londres, le permiten tener el reconocimiento internacional como especialista en Salud, investigador, actividades y liderazgo en respuestas de emergencia a epidemias, que le llevarían a cuestionar en el encuentro del jueves en Ginebra:

“¿Por qué cuesta tanto a los seres humanos unirnos y luchar contra un enemigo común que nos está matando indiscriminadamente? ¿Somos incapaces de distinguir o identificar al enemigo común? ¿Por qué no podemos entender que nuestras divisiones y desavenencias dan ventaja al virus?”.

Creo, expresaría, que no es necesario que les recuerde estos conceptos básicos porque todos los conocemos. Tengo la esperanza de que la crisis que define nuestra época nos recuerde a todos que el mejor camino posible, el único camino posible, es el que recorremos juntos. Esta es una verdad esencial que el tiempo se ha encargado de confirmar. A menos que queramos darle la ventaja al enemigo, a este virus que ha tomado al mundo por rehén, la solución es trabajar juntos. Unámonos para poner fin a la pandemia.

Adhanom Ghebreyesus es un experto de las Naciones Unidas, acostumbrado a actuar bajo presión y a realizar, como lo hizo en Etiopía, a favor de millones de sus compatriotas, de ampliar el acceso a la atención de la salud, con recursos limitados, mediante la incorporación de más personal y la aplicación de mecanismos de financiamiento.

Bajo las siglas y los colores de la ONU ocuparía los cargos de presidente de la Junta de la Alianza para Hacer Retroceder el Paludismo, presidente del Fondo Mundial de la Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria, así como copresidente de la Junta de la Alianza para la Salud de la Madre, el Recién Nacido y el Niño.

Un gran prestigio a base de trabajo dirigido a la población mundial de alto riesgo, que en los meses recientes le han permitido contar con el respaldo del consenso de las naciones que conforman la Organización Mundial de la Salud, frente al embate manipulador del presidente Donald Trump, con fines eminentemente electorales, con miras a los comicios en los que pretende su reelección el martes 3 de noviembre, que esta semana ha llegado al extremo de que los senadores del Partido Republicano que lo postula, por otros cuatro años, han convocado a Tedros para que asista al Capitolio a dar una explicación de “su conducta pro China y anti Estados Unidos”.

Dispuesto a no caer en el juego mediático del mandatario estadounidense y de quienes integran la mayoría en el Senado, el director general de la OMS se mantiene firme en su alta responsabilidad y seriedad al dirigirse al mundo:

“Sabemos que, cuando los países adoptan un enfoque integral basado en medidas básicas de salud pública —buscar, aislar, hacer pruebas, tratar a los casos y rastrear y poner en cuarentena a los contactos—, el brote puede controlarse.

“A menudo se dice que las enfermedades no conocen fronteras. Que no les importan nuestras diferencias políticas y no tienen en cuenta las líneas que trazamos entre la salud y la economía, las vidas y los medios de vida”.

Un seguimiento cercano, primero del brote de la epidemia en Wuhan, China, y luego ya como pandemia, le lleva a la conclusión de que “el Covid-19 las ha desbaratado todas. Ha explotado las desigualdades de nuestros sistemas de salud y los cismas en nuestras sociedades. Ha expuesto las inequidades existentes, ensanchando y profundizando las grietas entre nosotros. Esta pandemia inédita en este siglo nos ha dado una lección crucial: en materia de salud, nuestros destinos son interdependientes”.

Aceptación de que este virus ha hecho tambalear los sistemas de salud de algunas de las naciones más ricas del mundo, mientras que algunos países de modestos recursos le han hecho frente con eficacia.

Oportunidad desde Suiza, al encabezar la Sesión de Información a los países asociados, de los seis meses de lucha contra el coronavirus, “a los heroicos trabajadores de la salud, que han trabajado día y noche para salvar vidas.

“Nunca olvidaré las imágenes de trabajadores de la salud salvando vidas durante guardias interminables, arriesgando la suya propia. Trabajan tantas horas que en sus rostros quedan impresos las marcas y los moretones que dejan las mascarillas. La pandemia se ha llevado la vida de muchos de ellos.

“Estas imágenes han conmovido también a nuestros colegas de la Secretaría de la OMS, que trabajan incansablemente para coordinar la respuesta mundial, proporcionar orientación científica y técnica basada en pruebas y catalizar la investigación. Muchos de mis colegas me han dicho que se sienten motivados por el trabajo en primera línea de los profesionales de la salud, que luchan día y noche arriesgando sus vidas. Por eso nosotros, en la OMS, también trabajamos día y noche. Todo el mundo está luchando con uñas y dientes contra el virus. Aun así, se han perdido muchas vidas”.

Un discurso de gran valía de Tedros Adhanom Ghebreyesus, en los momentos en que la pandemia del Covid-19, adquiere niveles de mayor riesgo para la sobrevivencia de la humanidad, cuando refiere los daños colaterales, al destruirse muchos de los logros obtenidos por la OMS en la lucha contra algunas de las enfermedades más devastadoras del mundo.

Aportación de información preocupante, al plantear que cientos de millones de niños, corren el riesgo de no ser incluidos en la vacunación sistemática contra la tuberculosis, las enfermedades diarreicas, las neumonías, el sarampión, la poliomielitis y el cólera, entre otras enfermedades, y muchos países se están quedando sin medicamentos contra la infección por el VIH.

Asimismo, los refugiados, que adolecen de un acceso limitado a viviendas adecuadas, agua, nutrición, saneamiento y servicios de salud, son uno de los grupos más vulnerables frente a la pandemia. El Covid-19 podría empujarlos al abismo.

Una visión realista y aterradora del futuro inmediato: “En todo el mundo, tanto en los países ricos como pobres, hay muchas más personas que pasan hambre. Ahora la pobreza se hace más visible. Según las estimaciones del Programa Mundial de Alimentos, la cifra de personas que pasan hambre podría aumentar hasta más de 270 millones. No son números: son personas.

“En

su lucha contra esta amenaza sin precedentes, los países deben realizar un ejercicio complejo: han de proteger a su población y mantener los servicios de salud esenciales al tiempo que reducen al mínimo los daños sociales y económicos y garantizan el respeto de los derechos humanos. No hay soluciones fáciles. No hay atajos. Como comunidad internacional, debemos aprender tanto de los frutos de los esfuerzos de lucha contra el virus como de los problemas causados por esta calamidad que afecta a todo el planeta”.

Cesión de nuestro espacio, al mensaje del director general de la Organización Mundial de la Salud, que convoca a los mandatarios y expertos de Salud del mundo, a examinar el funcionamiento de nuestros sistemas nacionales de vigilancia y respuesta, el modo en que informamos a nuestras comunidades y el grado en que nos ganamos su confianza, nuestra forma de gobernar y la adecuación de nuestra estructura sanitaria mundial al fin que perseguimos.

Todas estas cuestiones son muy importantes, pero todavía lo es más preguntarnos si estamos preparados para hacer una reflexión sincera, todos y cada uno de nosotros. ¿Estamos listos para asimilar estas grandes lecciones? ¿Estamos verdaderamente dispuestos a aprenderlas?

Una reflexión final: Estamos inmersos en la mayor batalla de nuestras vidas. Estas amenazas no van a cesar nunca; lo más probable es que sean cada vez mayores. Hoy, el mundo corre grave peligro, al darse una irracional prioridad a la economía y no a la salud humana.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y Comunicadores por la Unidad