Es la historia de un avión, como no habrá otro igual

Ni Obama lo tenía, aseguraría en su propósito promocional de la venta del Avión Presidencial, el Primer Mandatario Andrés Manuel López Obrador. Luego, se lo ofrecería a su homólogo de Estados Unidos, Donald Trump, quien ni siquiera le contestó. También la oferta al primer de Canadá, Justin Pierre James Trudeau, y la respuesta fue la misma.

La moderna aeronave para uso exclusivo del titular del Poder Ejecutivo Federal de México, con uso apenas de dos años nueve meses en el sexenio de Enrique Peña Nieto, y programada para ser utilizada para transportar a los Presidentes de la República hasta 2040, se convertiría en bandera de la campaña proselitista, para demostrar sus intenciones de “austeridad republicana”, al decretar entregarlo al mejor postor, al asumir el mando del país el 1 de diciembre de 2018.

Convicción de que al comercializar el TP-01 “José María Morelos y Pavón”, le permitiría “derribar un símbolo de la opulencia de sus antecesores”.

Una operación plena de contradicciones desde el momento en que el día tres de ese mes, por instrucciones suyas, el director de Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (Banobras), Jorge Mendoza Sánchez, oficializó la venta y un día después, el moderno avión sería desplazado al aeropuerto estadounidense de Victorville, en California, para su mantenimiento y resguardo hasta conseguir comprador.

Y ante la falta de interés por adquirirlo, pero convencido plenamente de cumplir con su promesa de cancelarlo, el Presidente de la República optaría por anunciar el 17 de enero de 2020, que una segunda opción podría ser la rifa de la nave, lo cual desconcertaría a la sociedad nacional, por considerar que se trataba de una broma o idea mediática muy al estilo del inquilino de Palacio Nacional.

Todo un plan que incluiría dos días antes, la entrada en vigor del decreto de Andrés Manuel, que ordenaría la desincorporación por fusión, de la Lotería Nacional para la Asistencia Pública, para integrarse al organismo público descentralizado denominado Pronósticos para la Asistencia Pública, conforme a lo establecido en la Ley para las Entidades Paraestatales y su Reglamento, con lo cual prácticamente desaparecería la institución fundada el 19 de septiembre de 1770, para fortalecer a la segunda, creada el 24 de febrero de 1978, en la gestión de José López Portillo.   

Pronto, lo que se llegó a pensar que se trataba de otra ocurrencia del oriundo de Macuspana, Tabasco, sería retomado el 28 de ese mismo mes, al presentar a los medios de comunicación el diseño del boleto avalado ya no solo por la Lotería Nacional, sino por la de Pronósticos a la cabeza, para sortear el gigantesco “pájaro de acero”, mediante la venta de seis millones de “cachitos”, con valor de 500 pesos cada uno, con lo que se obtendrían tres mil millones de pesos, teniendo como fecha inicial del evento, el 5 de mayo, que posteriormente se cambiaría al 15 de septiembre.

Vendría la marcha atrás de la promesa de rifa de la aeronave, al manejar en el boleto junto con la imagen del Boeing TP-01, la leyenda de que habrán “100 premios de 20 millones cada uno, equivalentes al valor del avión Presidencial”. Una acumulación de dos mil millones de pesos en premios, que en caso de venderse todos, dejaría una utilidad de mil millones de pesos menos impuestos.

Aunque según lo anunciado por el Presidente de la República, lo recaudado no se tocará para la entrega de premios, pues los fondos están previstos desde el 10 de febrero, con el cheque por dos mil millones de pesos entregado por el fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero, como resultado de la venta de bienes asegurados al crimen organizado, por lo que del total de la venta de boletos, se destinarán dos mil 500 millones de pesos a la compra de equipos médicos.

Aún así, se daría la dualidad en el lenguaje de López Obrador, que confundiría más a los participantes del sorteo: “Por eso, como nos ha costado un poco venderlo y deshacernos de ese avión, se va a rifar a todo el pueblo”.

Para entonces, el Primer Mandatario sabía que su determinación seguía adoleciendo del suficiente respaldo jurídico para la rifa. No obstante, daría comienzo de inmediato su estrategia promocional, al convocar a los 75 empresarios más importantes del país, a una cena que se realizaría el 13 de febrero, en Palacio Nacional, en la cual los comprometería a comprar tres millones de boletos, por el equivalente a mil 500 millones de pesos, argumentando que el dinero acumulado sería destinado a la adquisición de equipo técnico especializado para las instituciones del Sector Salud.

Se daría cuenta, que en su afán de sacar adelante su idea, no se habían hecho los estudios que determinaran que con el solo sorteo se terminaría de pagar el avión, por lo que desistiría de su proyecto, para continuar en la búsqueda desesperada de encontrar un comprador.

Fue así, que ordenaría ampliar el margen de permanencia de la aeronave en la Unión Americana, encaminada a encontrarle clientes, lo cual finalmente resultaría todo un fracaso, tanto en el mercado de Estados Unidos e internacional, la intención de deshacerse del Boeing  787 Dreamliner, que tuvo, según los datos oficiales, un costo a la compra de 218.7 millones de dólares (cuatro mil 653 millones 936 pesos acorde al valor de cotización del domingo 13 de septiembre), sin equipamiento, proyectado para terminar de pagarse globalmente en 2027.

El avión fue solicitado formalmente en 2011, por el gobierno del Presidente Felipe Calderón, y ya mediante contrato en noviembre de 2012, en base al valor establecido por la empresa Boeing Commercial Airplanes, de seis mil 983 millones de pesos, pagaderos a 15 años, con el compromiso de entrega en México, el cual se cumpliría el 3 de febrero de 2016, dando comienzo los pagos anuales proporcionales.

Un compromiso que legalmente no pudo eludir, aunque quiso el gobierno de López Obrador, que en 2019, aplicaría por concepto de la deuda un total de mil 833 millones de pesos y según el reporte oficial de Banobras, quedan pendientes dos mil 724 millones de pesos.

Pronto constataría que había creado todo un enredo, sobre todo legal, con su iniciativa de rifar el avión, para “ deslindarse de la herencia del neoliberalismo”, al grado de ordenar a sus líderes parlamentarios, el senador Ricardo Monreal y el diputado Mario delgado, de su Partido Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), emprender de inmediato la elaboración de un Proyecto que encaminado a reformar tanto la Ley General de Bienes Nacionales, como la Ley Federal para la Administración y Enajenación de Bienes del Sector Público, lo cual fue aprobado por abrumadora mayoría en las Cámaras,  el 12 de marzo último, cuando los “cachitos” estaban a la venta, al margen del marco jurídico, desde el 1 de ese mes.

Las bancadas morenistas aprobaron establecer en la nueva normatividad, que se podrán enajenar bienes mediante sorteos, lo cual daría luz verde a rifar el avión Presidencial, “para destinarlo los recursos económicos obtenidos, a las personas más necesitadas”.

Lenguaje dual desde Palacio Nacional, pues se hablaba de la “rifa simbólica del avión presidencial”, para no desencantar más a la población que llegó a sentirse dueña de la poderosa nave con capacidad de 80 pasajeros, desplazamiento de 912 kilómetros por hora, con un alcance de vuelo de 13 mil 900 kilómetros sin abastecer combustible (ciudad de México a Tokio), además de 5.3 metros de ancho de su cabina y 17 metros de altura, 57.7 metros de largo y de 80.1 metros de ancho considerando sus alas.

Al cumplirse más de un año y medio de estar inactivo, el Jefe de la Nación ordenó su retorno al hangar de la terminal aeroportuaria de la ciudad de México.

El avión Presidencial aterrizaría en la capital del país por la tarde del miércoles 22 de julio de 2020, y sería resguardado bajo techo en las instalaciones construidas en sexenios anteriores para el transporte aéreo del Jefe del Ejecutivo Federal.

Durante su conferencia de prensa mañanera en Palacio Nacional, López Obrador informaría el por qué de su decisión:

“Bueno, en el primer caso, se regresa porque ya se terminó todo el proceso de mantenimiento, estaba en un aeropuerto en donde no había un buen resguardo, no tenía techo el hangar donde estaba, estaba a la intemperie, está mejor aquí, más cuidado. Esa fue una de las razones.

“Además, no nos afecta en cuanto a la venta. Los posibles compradores dijeron que esté donde esté el avión y que, si estaba aquí, si se terminaba la operación, de aquí se lo llevaban, se les consultó sobre eso, o sea, no hay ningún problema”.

Por aquellos días, la gente que se había entusiasmado por la rifa, había caído en cierto rechazo, al sentirse engañada por no ser así, al grado de que hasta el 11 de agosto, de los seis millones de “cachitos” programados para la venta, únicamente se habían comprado dos millones 24 mil (33.37 por ciento), por lo que sería el propio Andrés Manuel quien decidiera reforzar las ventas, al acudir personalmente al hangar el 23 de ese mismo mes, para entrar al “José María Morelos y Pavón”, a grabar un video promocional.

Incurriría nuevamente en su retórica de la confusión para tratar de despertar el interés caído: “Este avión lo vamos a rifar el 15 de septiembre y lo que se obtenga se va a utilizar para comprar equipo médico y atender al pueblo. Compra tu ‘cachito’, hagamos historia”.

Difusión masiva en medios electrónicos y cibernéticos del mensaje-invitación con duración de un minuto, en el que el Jefe de la Nación convoca a todos los mexicanos a adquirir los boletos faltantes. Pero ni aún así, el ánimo y sobre todo la endeble economía que agobia al país, influiría negativamente en sus fieles seguidores (30 millones votaron por él en julio de 2018),  y menos de quienes no están de acuerdo con ese doble lenguaje con tintes

poco transparentes.  

Situación que se volvería angustiosa para la realización de su proyecto, cuando en el transcurso de su conferencia de prensa mañanera en palacio Nacional, sería informado de manera oficial, que hasta el lunes 7 de septiembre se habían vendido tres millones 815 mil “cachitos”, que constituían el 63.58 del total de los seis millones programados.

Encendido de “focos rojos” en el primer círculo Presidencial, que llevarían de inmediato al Jefe de la Nación, a destinar del presupuesto federal, 500 millones de pesos para comprar un millón de billetes del sorteo, para ser distribuidos en los casi mil hospitales Covid-19 en el territorio nacional, por el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi).

Precisaría que en caso de resultar ganadores no del avión, que nunca se rifaría, sino de uno de los 100 premios de 20 millones cada uno, los trabajadores de los nosocomios afortunados por la suerte, serán quienes determinen el tipo de mejoras que requieren sus centros de atención a los enfermos del Coronavirus.

La fecha se cumple, de tal forma que a las cuatro de la tarde de hoy martes 15 de septiembre, en la sede de la Lotería Nacional, en Paseo de La Reforma de la ciudad de México, se llevará a cabo el tan controvertido evento, que ha resultado de todo, menos el de aterrizar la historia de un avión, como no habrá otro igual.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y de Comunicadores por la Unidad A.C.