Traiciona Honduras Pacto internacional antimigrante

El complot organizado por Donald Trump con la complicidad del presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández Alvarado, para disuadir a más de 10 mil migrantes, de marchar a Estados Unidos, con el propósito de empañar este miércoles 20 de enero, la toma de posesión del demócrata Joe Biden, en Washington, quedaría al descubierto en el inicio de semana.

Lo que en este espacio adelantamos por la mañana del lunes 18, acerca de la indiferencia cómplice mostrada por el mandatario catracho, sería revelada la tarde de lunes 18, por el ministro de Relaciones Exteriores de Guatemala, Pedro Brolo Vila, al acusar al gobierno hondureño de incumplir con los compromisos pactados semanas atrás, con sus similares de México, El Salvador, Guatemala, así como con representantes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y del equipo de transición de la nueva administración de la Unión Americana, de evitar más caravanas.

Posición inusitada del canciller chapín, obligada por las circunstancias comprometedoras ante el inminente ceremonial en El Capitolio, del encumbramiento del Presidente número 46 de los Estados Unidos, al manifestar a nombre de su país, un severo reproche a la administración del vecino país en su colindancia con el Mar Caribe, “por no contener la salida masiva de migrantes hacia Guatemala, con el anhelo de llegar a Estados Unidos”.

Medidas extremas solicitadas y acordadas por enviados de Joe Biden, tanto con los gobernantes de las tres naciones centroamericanas, integrantes del llamado “Triángulo de la Muerte” o “Triángulo de la Pobreza”, conformado por Honduras, El Salvador y Guatemala, lo mismo que con el de México, para utilizar a sus Ejércitos, para poner un alto sin precedente a los migrantes que se dirigen hacia la geografía de la primera potencia del mundo.

Cerco militar estrecho en la primera trinchera por la frontera de Vado Hondo, Chiquimula, que en principio, por la mañana del sábado 16, no intimidaría a los inmigrantes provenientes de San Pedro Sula, que se atreverían a irrumpir violentamente en territorio guatemalteco, para enfrentarse de inmediato a golpes contra los cientos de elementos castrenses que garrote en mano y escudos antimotines, los aguardaban con garrotes en mano.

A diferencia del pasado reciente, en que la consigna a los elementos de la Policía Nacional y de migración fue de mero trámite, para luego de cierta resistencia, dejarlos pasar sin problemas en su ruta a la frontera mexicana del río Suchiate, debido a los compromisos contraídos, primero por el presidente Jimmy Morales Cabrera y su sucesor Alejandro Eduardo Giammattei Falla, con su colega jefe de la Casa Blanca, Donald Trump, en sus propósitos reeleccionistas, esta vez la sorpresa fue mayúscula para los migrantes, que nunca se imaginaron que iban a conocer la otra cara de la moneda, al ser reprimidos con toda violencia en su intento de búsqueda del “sueño americano”.

Los soldados guatemaltecos, se mostrarían satisfechos al golpear sin misericordia a hombres y mujeres jóvenes que iban en la vanguardia y tratarían de romper el cerco de militares uniformados, complementados por un grupo especial que lanzaría al numeroso contingente de retaguardia decenas de bombas lacrimógenas, que sembraron el pánico y desesperación por la asfixia que provocaban los gases, huyendo hacia lugares seguidos, mientras eran perseguidos y capturados parte de los contingentes.

Costo alto para los extranjeros hondureños invasores de la soberanía territorial del Quetzal, defendida por soldados que no portaban armas de fuego, pero que detrás de ellos, en la distancia cercana, se mantenían apostados muchos más, dispuestos a intervenir en caso necesario, utilizando sus equipos bélicos, junto con los uniformados de negro de la Policía Nacional Civil, que normalmente utilizan las ametralladoras conocidas como “cuernos de chivo”.

Sábado de combate cuerpo a cuerpo desventajoso para los inmigrantes, que aún siendo aparentemente en el primer momento muchos más, serían derrotados en el intento de sábado 16, ante los soldados, que actuarían, según afirmaría el canciller Pedro Brolo Vila, “por la forma abrupta en que la caravana migrante ingresó al país, violentando la soberanía nacional”.

Reporte oficial del jefe de la Diplomacia chapina, en cuanto a que las autoridades guatemaltecas detuvieron oficialmente durante la refriega, a mil 383 personas, que fueron entregadas a su contraparte hondureña, a los que se sumarían este lunes 8, otras mil 500 que habían logrado dispersarse y también habían sido aseguradas.

Y a diferencia de lo que hasta a la fecha el gobierno mexicano no ha hecho desde el último año del presidente Enrique Peña Nieto, en que empezaron a arribar a su Frontera Sur las “caravanas del hambre”, que se prolongarían en 2019 con la administración de Andrés Manuel López Obrador, conformadas por centenas de miles, en esta ocasión, como resultado de la revisión sanitaria de los hondureños, realizada por el Ministerio de Salud guatemalteco, se pudo detectar la presencia de 20 casos de Covid-19 entre los invasores, aunque existe la presunción de que el número de infectados es muy elevado y por lo mismo peligroso por la facilidad para el contagio.

No obstante, persistiría en las últimas una mayor tensión, al reiterar los líderes de la movilización extranjera, de seguir adelante con sus propósitos de continuar de manera indocumentada por el espacio territorial guatemalteco, para cruzar el río Suchiate e iniciar su travesía por México, para cumplir su meta de introducirse ilegalmente en la Unión Americana.

Declaración de mayor alerta en las filas del Ministerio de la Defensa guatemalteca, así como de la Policía Nacional Civil, para poner en práctica todos los mecanismos de seguridad nacional, que impidan de manera radical su propósito de ingreso desde diversos puntos estratégicos fronterizos y de ahí transitar por el país, y sean obligados por la fuerza a retornar a Honduras.

Llamado del gobierno de Alejandro Eduardo Giammattei Falla, al de Juan Orlando Hernández Alvarado, a adoptar “una actitud proactiva y constructiva para abordar las caravanas migrantes”.

En el Pacto Intergubernamental formalizado en privado días atrás, al más alto nivel, Honduras, como todos, había asumido el compromiso de “hacer un llamado para la preparación integral ante la conformación de caravanas, disuadir, atender y retornar a las personas que tenían intención de migrar así,  además de abordar de manera integral y bajo respeto de los derechos humanos, el flujo masivo de migrantes para la disuasión, control migratorio, asistencia humanitaria y retorno seguro”.

Considerando que todas la movilizaciones de indocumentados hacia Estados Unidos, han tenido su origen en Honduras, el canciller Brolos Vila, haría un llamado al gobierno vecino, a continuar el espacio de diálogo y coordinación para atender de manera integral el tema migratorio, incluyendo las caravanas, además de la disposición a trabajar de forma regional en beneficio de este importante conglomerado social.

Días de fricciones que empiezan a aflorar por la vía diplomática el mismo domingo 17 de enero, al asumir el gobierno hondureño una posición de reclamo al guatemalteco, al exhortarlo a investigar y esclarecer la actuación violenta en contra de sus connacionales, por parte de soldados y policías chapines que impidieron por la fuerza el paso a la caravana de migrantes.

Sería el mismo canciller quien sin dar respuesta a la petición oficial de la Cancillería de Honduras, manifestaría que “Guatemala está abierta a que Honduras aporte información y propuestas para el abordaje integral del fenómeno migratorio y que disuada a las personas a migrar por medios irregulares y que ponen en riesgo la vida al caer en manos del crimen organizado, tarea para la cual se ha comprometido Tegucigalpa”.

Una rudeza innecesaria en el lenguaje “diplomático” de Brolos Vila, que volvería a subrayar que “tanto Guatemala como Honduras, así como México y Estados Unidos, han coincidido en unir esfuerzos para el abordaje responsable ante esta crisis humanitaria en la Región”.

Desde el 14 de enero, el gobierno de Guatemala mantiene un “Estado de Prevención” en siete departamentos fronterizos (estados), que se ampliará por 15 días en Chiquimula, Izabal, Zacapa, Jutiapa, El Progreso, Petén y Santa Rosa, por lo que hasta ahora han transitado los inmigrantes, haciendo énfasis en la necesidad de someterlos a revisión médica para evitar contagios de gente enferma de Covid-19.

Un despliegue militar de emergencia, de las fuerzas de seguridad, puesto en marcha al tenerse conocimiento del inicio de la caravana desde San Pedro Sula, el día 13. Todavía antes de las maniobras militares de contención efectuadas en Chiquimula, el sábado 16, el Presidente Giammattei Falla, haría un último intento con su colega hondureño Hernández Alvarado, solicitando su intervención directa para detener la salida de la caravana integrada por unas 10 mil personas, entre jóvenes, adultos y niños.

Tendría como respuesta la indiferencia del gobernante catracho, que expondría entre sus argumentos de apoyo, el de aplicar también medidas preventivas para garantizar la armonía entre las dos naciones y la seguridad regional, el mandatario chapín tomaría la decisión de aplicar todo el rigor de la ley a todo aquél invasor de la soberanía guatemalteca.

Del o que no existe duda al interior de Guatemala, es la existencia de una preocupación justificada de la población y sus autoridades, por el riesgo que representa la conducta apática de la Administración de Honduras, que ha traicionado el Pacto con los gobiernos centroamericanos vecinos, con México y el nuevo de Estados Unidos, con la observancia de la ONU, que podría y seguramente ya está, aprovechada por un crimen organizado decidido a crear desestabilización

en el desplazamiento por tierras chapinas, utilizando grupos de vándalos de las “Maras Salvatrucha 13 y barrio 18”, llevando como vanguardias a menores de edad.

Y en tanto aumenta la tensión en la frontera Guatemala-Honduras, en la de México con el vecino chapín, todo está preparado por instrucciones del presidente Andrés Manuel López Obrador, para cumplir ahora al nuevo mandatario de Estados Unidos Joe Biden, al mantener un poderoso cerco militar, cuyos mandos tienen la consigna de frenar el flujo humano proveniente de Centroamérica, que desagrada a la Unión Americana.

Es ahí, donde deberán cuidarse los modales no siempre adecuados de los militares mexicanos, que podrían caer en la provocación de grupos especializados en actividades de tendencia terrorista, que podrían estar listos para cumplir con la misión de quebrantar el clima de armonía y paz prevalecientes hasta ahora.

Tiempos de pandemia que no necesariamente son para las mentes perversas de siempre, de confinamiento, sino de alteración del orden establecido.

Guatemala es pues, la primera trinchera que no deberá dar oportunidad para el surgimiento de víctimas inocentes, utilizadas eternamente como carne de cañón. Habrá que esperar los acontecimientos que se tensan conforme avanza la hora del cambio en Washington.      

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y Comunicadores por la Unidad A.C.