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Hoy Escriben - Mario Ruiz Redondo

En Redondo

Mactumatzá, símbolo de extremos y desestabilización

A unos días de que en Chiapas y en todo el país, se lleven a cabo los comicios intermedios más importantes en la historia democrática de México, se han acentuado las conductas de grupos radicales que utilizan la violencia extrema como lenguaje común, que podrían encuadrarse dentro de un esquema de terror, presuntamente para inhibir el voto ciudadano.

Desde mucho antes y ahora en la cercanía del domingo 6 de junio, hemos sido testigos en la mayor parte de la república, del incremento de actividades delictivas del crimen organizado, mezcladas con las de grupos partidistas y de poder, que se disputan territorios de poder, incidiendo en el medio político y gubernamental, yendo del asesinato, al secuestro, la intimidación, el despojo, la extorsión, pandillerismo, daños a la Nación y particulares, robo, chantaje y desestabilización, por citar las más predominantes en el ambiente preelectoral a lo largo y ancho del territorio nacional.

Por supuesto que Chiapas no se sustrae de esta realidad, al registrarse en las últimas semanas, acciones encaminadas a desequilibrar la paz social y el Estado de Derecho en la Frontera Sur de México con América Central, sea en las Regiones Indígena, Norte, Selva y Costa, que han podido desactivarse oportunamente del lado gubernamental, mediante la prudencia, el diálogo, la negociación y finalmente, ante la intolerancia, la aplicación de la ley.

Resurgimiento de actitudes radicales de grupos plenamente identificados por la misma sociedad, que de manera cíclica se manifiestan para abanderar causas que manipulan, para magnificar sus intenciones que no necesariamente responden al interés general, sino sectario.

Días últimos en la capital estatal, Tuxtla Gutiérrez, en que aprovechando la delicada coyuntura de orden electoral, de nueva cuenta asume la batuta de la violencia, el mismo grupo minoritario dominante, interno y externo, de la Escuela Normal Rural de Mactumatzá, para atraer los reflectores, llevando a cabo acciones de impacto mediático, con argumentos repetitivos y por lo mismo poco sustentables.

Tiempo de nueva generación de egresados, del derecho a participar en un examen de selección, para hacerse acreedor a una plaza en el Magisterio, en caso de aprobarlo, de acuerdo con la normatividad vigente.  

Punto de partida que se reitera en esta primera fase, al asumir la exigencia de que los Gobiernos federal y estatal, les otorguen plazas a todos los que participen en el examen obligatorio correspondiente, aprueben o no.

Vendría la resistencia tradicional. Negativa en principio a la aplicación de la evaluación, al afirmar que carecían los aspirantes, de una computadora para hacerlo en principio virtual, que tendría de inmediato la respuesta oficial, que ofertaría la adecuación de un espacio exprofeso, guardando los protocolos de protección obligatorios por la epidemia-pandemia del covid-19.

Desactivación de la parte oficial, del intento de los dirigentes, de obstruir el cumplimiento del requisito para ocupar un espacio laboral. Y cuando todo está dispuesto para su ejecución, volverían a la carga para advertir que sí se presentarían, pero con la condición de que al final de los exámenes, se firmara un acuerdo entre líderes de Mactumatzá con autoridades educativas, en el que se aceptara por la parte gubernamental  el otorgamiento de empleo a todos los concursantes.

Nuevamente la convocatoria gubernamental, para llevar a cabo un  diálogo que permitiera dar mayores explicaciones del porqué no se estaba en posibilidad de otorgar de manera automática a la totalidad de los evaluados, la oportunidad del trabajo como maestro en un centro escolar.

Y frente a la imposibilidad de las instancias de gobierno, para cumplir las exigencias de quienes con antelación habían previsto la respuesta desfavorable, éstos decidirían sin escuchar las explicaciones de los funcionarios del sector Educación, abandonar la mesa del diálogo, para recurrir a la misma táctica utilizada de años anteriores, de salir a las calles para realizar tácticas de alteración del orden y afectación de los derechos de terceros al libre tránsito, bloqueando el Libramiento Norte, para posteriormente obstruir arterias más importantes como las salidas a la ciudad de México y a Chiapa de Corzo, de la ruta San Cristóbal de las Casas-Comitán y el norte de la entidad, “para demandar justicia”.

De nueva cuenta la intención de implantar su Ley sustentada en el desorden, en la anarquía, sin importar el quebranto a las normas jurídicas, para enarbolar toda una serie de exigencias agregadas, como parte de un plan que les ha permitido a quiénes están detrás del movimiento, un mayor número de beneficios, que como parte de su juego de intereses de grupo, no se reconocen.

Mactumatzá, como institución formadora de maestros para el sistema educativo nacional y estatal, surge en Tuxtla Gutiérrez, antes de 1936, año en que se denomina Escuela Rural de Cerro Hueco, la cual es cerrada por disposición del gobierno del Presidente Lázaro Cárdenas del Río, para ser reabierta en 1941 con  el nombre de Escuela Práctica de Agricultura, que cinco años después, por conflictos internos y convertirse en opositora a la política oficial, es cerrada nuevamente.

Sería hasta 1956, cuando la administración estatal gestiona ante la federal, la fundación formal como hasta ahora se le conoce, de Escuela Normal Rural Mactumatzá, con 90 alumnos de escasos recursos por su origen campesino, a los que se brindaría alojamiento como internados y tres comidas al día, apoyados por un reducido número de catedráticos, pero todos, convencidos de sumar esfuerzos para formar nuevos cuadros de educadores identificados con el medio rural e indígena.

La compaginación de la comunidad estudiantil con su educación en las aulas, y el activismo político, les llevaría a ser considerados como beligerantes radicales, al grado que después de una serie de fuertes confrontaciones, en 2003, el gobierno de Pablo Abner Salazar Mendiguchía, cancelaría el servicio de internado, con el propósito de debilitarlos.

En 1987, Francisco Antonio Velasco Hernández, presentaría y aprobaría el examen de ingreso a la institución que representaba la única opción para salir adelante en su vida, dada la precaria situación económica de su familia. Su gran vocación, le llevaría a la ciudad de México, en marzo de 2014, a obtener el grado de Doctor en Educación por la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), con la tesis “Rastros, restos y rostros de la Escuela Rural Mactumatzá”.

Muy grabadas quedarían en su mente las imágenes de abandono de las instalaciones y la existencia de liderazgos que ejercían estricto control sobre los estudiantes, lo mismo “murales alusivos a movimientos revolucionarios adornaban algunas paredes, con leyendas como: Estudiante, que tu meta no sea el título, sino una conciencia capaz de acabar con el capitalismo”, subrayando también que “se percibía un ambiente hostil”.

Relato en el documento doctoral, en el que Velasco Hernández, revelaría detalles del ambiente dentro de la institución, en el que lo común no era la cita de los líderes y alumnos por nombres, sino por apodos:

“La Iguana era el secretario general del comité estudiantil, un compañero parlanchín y de baja estatura. Mi asombro iba en aumento, pues en esta escuela no había nombres, sólo sobrenombres: El Garrobo, El Culichi, El Torombolo, La Combi, El Pedosh, El Chincullo, entre otros, construidos en referencia a animales, objetos o anécdotas chuscos.

“En una de las reuniones de base, como suele llamarse a las reuniones estudiantiles, pedí la palabra.  La Iguana, quien coordinaba la mesa de debates me cedió el turno, no sin antes comentar que El Ratoncito quería hablar. Sólo escuchaba mi nombre en el pase de lista de asistencia y, en casos como con el maestro Fermín, apodado El Gabachón, pasaba lista de asistencia por apodos.

“En el periódico mural ubicado en el comedor, se colocaban anuncios: Se cita a la comunidad estudiantil para el círculo de estudios que se llevará a cabo en la sala audiovisual a las 21 horas. Se convoca a boteo y bloqueo para tal día, o bien, carteles en donde se explicaba la situación que guardaban algunos movimientos sociales y magisteriales. Al término de la cena, “El Atol” me invitó a participar en el círculo de estudios, término que no aparecía en mi vocabulario, a realizarse en la sala audiovisual.

“Hablaban de temas, hasta ese entonces, desconocidos para mí. Por ejemplo: lucha de clases, materialismo histórico, lucha magisterial y el papel del estudiante en los movimientos sociales”.

Anécdotas que sumadas muchas otras más de sus protagonistas estudiantiles, que ilustran la historia de una Normal Rural combativa y combatida, que perdería el objetivo principal de crear maestros más útiles a las comunidades atrasadas, mediante la impartición de educación de niños y adolescentes, que al tener una visión más amplia, buscarían también el bien común.

Injerencias más recientes, de factores externos en la misión, que impactarían su rumbo, al aceptar la presencia e intervención en la toma de decisiones, de los liderazgos ajenos como los de las Secciones estatales de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), o del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), así como de otras escuelas rurales de Oaxaca y Guerrero, que junto con organizaciones campesinas y de la llamada sociedad civil, han complicado lo que debiera ser una buena marcha de Mactumatzá, para el alcance de metas comunes de beneficio educativo, cultural y social.

Minorías que han encontrado en la Mactumatzá de 2021, un bastión en la que sus entusiastas y nobles estudiantes, se han convertido en “carne de cañón” para quienes tienen sometida a la institución, a sus fines sectarios que enarbolan la violencia como una “bandera de lucha”,

que a mediados de este mes de mayo, durante una manifestación en Tuxtla Gutiérrez, frente a Palacio de Gobierno, lanzaran una “bomba molotov”, que estallaría e incendiara en el balcón principal de la oficina principal, mientras el gobernador Rutilio Escandón Cadenas, encabezaba la Mesa de Seguridad Estatal, que diariamente se realiza por las mañanas, con la participación de autoridades civiles y militares, la cual fue rápidamente neutralizada.

Acciones con tintes beligerantes, que el miércoles 17 de marzo último, ponen en turno a un grupo de egresados de la Escuela Normal Indígena Intercultural Bilingüe “Jacinto Canek”, ubicada en la cabecera municipal del municipio de Zinacantán, que se desplazan a la capital estatal, hasta llegar a la explanada principal de las sedes de los tres niveles de Gobierno, para demandar el otorgamiento de plazas automáticas de trabajo, sin examen de oposición, aseverando que es un compromiso que con ellos y con los de Mactumatzá, estableció el Gobierno de la República.

Vuelta a la escena de los normalistas inconformes a la urbe capitalina, una semana después, esta vez para marchar por la avenida principal, acompañados de contingentes de campesinos de Frontera Comalapa, y de la Mactumatzá, afirmando que los líderes de la CNTE, les han informado que en el diálogo que han establecido con el gobierno federal, se ha aceptado la asignación de plazas sin examen, para el ciclo escolar 2020-2021.

Desenlace el martes 18 de mayo al aplicarse la ley a estudiantes de Mactumatzá, con la detención y encarcelamiento de 74 mujeres y 21 hombres, que se habían apoderado de la caseta de cobro de la autopista a San Cristóbal de las Casas. Las jóvenes serían liberadas cautelarmente el domingo 23, para seguir su proceso en libertad, quedando pendientes el resto, con definición esta misma semana.

Vuelta a la tranquilidad y al imperio del Estado de Derecho en Chiapas, que analizaremos en la siguiente entrega.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y Comunicadores por la Unidad A.C.