El viaje de Trump a Medio Oriente dice muchísimo acerca de su personalidad, su enfoque, sus decisiones y sus intentos por lograr avanzar su visión del mundo, pero también es muy revelador acerca de los obstáculos que sus planteamientos enfrentan.
1. El repliegue estadounidense de Medio Oriente lleva muchos años y muchas administraciones. Por lo tanto, debemos leer el primer viaje internacional de Trump a Medio Oriente, menos como un “renovado interés” por la región, y más como como un compromiso con los temas que marcaron su viaje, su necesidad de involucrarse personalmente con esos temas a fin de avanzar lo que él considera una visión adecuada del rol de Estados Unidos en el mundo.
2. Podríamos sintetizar estos temas usando sus palabras: “Deals, deals, deals”. Acuerdos en inversiones económicas y en materia comercial. Acuerdos multimillonarios en temas de defensa. Acuerdos en temas como Gaza o como el proyecto nuclear de Irán, que permitan que Estados Unidos pueda efectivamente desinvolucrarse de la región. Acuerdos en otros asuntos como Ucrania que fueron abordados también durante esta gira. Acuerdos, también, para empresas estadounidenses y para negocios de su propia familia. Arabia Saudita, Qatar y EAU ofrecen una enorme plataforma para dar el trato a Trump que él siente que merece.
3. Algunos de esos acuerdos están caminando, otros lo hacen de forma más lenta, y otros simplemente están estancados. Así, los acuerdos con Arabia Saudita, Qatar y EAU desde compras de semiconductores, inteligencia artificial, drones o vehículos, hasta tecnología nuclear y otros equipos de defensa, se pactan rápidamente y permiten al presidente exhibir réditos palpables e inmediatos. Sin embargo, eso no significa que el 100 % de esos acuerdos serán cumplidos al pie de la letra. Otros temas, en cambio, se ven mucho más complicados.
4. Las negociaciones para un cese al fuego en Gaza no están avanzando y en este instante parecen enfrentar de manera directa a Trump con Netanyahu, un actor que en esta ocasión fue relegado a un rol de espectador. Lo que tuvo que hacer Trump es separar los temas; negociar directamente sus tratos con Arabia Saudita y dejar de condicionar el pacto EE. UU.-Riad a la normalización de relaciones entre Riad e Israel como lo había hecho Biden. Las negociaciones con Irán parecen estar progresando. Por lo que sabemos, Trump podría conformarse con un acuerdo nuclear no demasiado diferente al que había firmado Obama con tal de que Irán se comprometa a renunciar a armar la bomba atómica. También se avanzó con Siria. Trump decidió aprovechar su gira para conversar con el nuevo presidente sirio sin importar que su agrupación es designada por Washington como terrorista. Esto refleja, una vez más, el pragmatismo de Trump.
5. La otra negociación que sigue estancada, es la del cese al fuego en Ucrania. El encabezado del NYT del jueves era elocuente: “Tras mucha expectación, las negociaciones entre Rusia y Ucrania derivan en retórica altisonante y confusión”.
6. Lo relevante es la utilización del viaje de Trump a Medio Oriente para proyectarse como un presidente que está negociando todo a la vez, pero también muestra que no en todos los temas puede conseguir los veloces resultados que él prometía. Hasta hoy, las dos guerras mayores que estaban activas cuando él asumió la presidencia, siguen sin resolverse y—más allá de posibles ceses al fuego temporales—las expectativas de poderse solucionar pronto son bajas.
7. Por último, el viaje de Trump a Medio Oriente exhibe otros rasgos de su personalidad. Ese presidente no ve temas como los “derechos humanos” o “la moral” como factores que deben guiar la conducta de una superpotencia como Estados Unidos o incluso de él en lo personal.