En días pasados se publicó el acuerdo de la SEP (10/9/23) donde se establecen las normas para la evaluación del aprendizaje, acreditación, promoción, regularización y certificación de los alumnos de educación básica.
En este acuerdo se destaca que la evaluación: 1) es un proceso de autoreflexión que permite fortalecer la planeación educativa; 2) se establece con base en un diálogo profesor-estudiante; 3) considera la interrelación de la realidad de los estudiantes en el aula, la escuela y la comunidad; 4) toma en cuenta el progreso personal y contextualizado del estudiante, y 5) debe garantizar la participación de autoridades educativas y escolares, docentes, padres de familia (o tutores) y alumnos.
La evaluación del aprendizaje debe tomar en cuenta los siguientes componentes curriculares:
Ejes articuladores: Inclusión; Pensamiento crítico; Interculturalidad crítica; Igualdad de género; Apropiación de las culturas a través de la lectura y la escritura; Artes y experiencias estéticas.
Campos formativos: Lenguajes (español, lengua indígena como lengua materna, lengua indígena como segunda lengua, inglés y artes); Saberes y Pensamiento Científico (matemáticas, biología, física y química); Ética, Naturaleza y Sociedades (formación cívica y ética, historia y geografía), y De lo Humano y lo Comunitario (educación física, tecnología y educación socioemocional/tutoría).
Fases y grados escolares.
La evaluación del aprendizaje para la acreditación tiene como función sustentar el otorgamiento de calificaciones con el fin de decidir sobre la promoción de los alumnos al siguiente grado. La evaluación para preescolar debe basarse en observaciones y sugerencias, sin utilizar una escala numérica.
En primaria y secundaria se utiliza una escala numérica del 5 al 10 (donde 5 es reprobatorio); de manera integral para primaria y por asignaturas para secundaria. Para cada uno de los campos formativos y disciplinas habrá tres evaluaciones parciales y una final. La asistencia a clases no es un criterio para la acreditación.
Los alumnos de preescolar y de 1.º de primaria serán promovidos con solo haber cursado el grado escolar. Los alumnos de 2.º a 6.º de primaria serán promovidos si obtienen una calificación final aprobatoria (de 6 a 10). Los alumnos de secundaria volverán a cursar el grado cuando tengan cinco o más disciplinas no acreditadas.
Es interesante hacer notar que en el libro de la SEP dirigido a docentes “Un libro sin recetas”, se menciona que la evaluación para la acreditación y la calificación asociada a ésta es una necesidad del sistema educativo, que difícilmente refleja el aprendizaje del estudiante.
Para emitir una calificación es necesario que los docentes tomen en cuenta distintos tipos de evidencias de aprendizaje (ej.: tareas, resolución de ejercicios, exámenes). También se afirma que la calificación es un mal necesario de la administración escolar, porque tiende a deformar el proceso educativo.
Si las autoridades educativas menosprecian el valor de la acreditación y la calificación, con mayor razón lo harán los docentes; quienes, con toda seguridad, diferirán de los criterios que utilicen para evaluar el logro educativo de sus estudiantes.
Por lo anterior, es de esperarse que al término de la educación básica los estudiantes de distintas escuelas difieran enormemente de sus conocimientos y habilidades académicas.
Desgraciadamente, la SEP no busca garantizar que todos los estudiantes mexicanos logren un mínimo común de aprendizajes básicos, como lo hacen los países más desarrollados.
Por ello, habrá estudiantes que al terminar la primaria logren un nivel de lectura equivalente al 3.º de primaria, mientras otros lo hagan al nivel de 3.º de secundaria; lo mismo sucederá con las matemáticas y el resto de los dominios escolares.
En suma, la evaluación para la acreditación de la educación básica mexicana no cumplirá con su propósito principal: garantizar que los alumnos adquieran los aprendizajes esenciales que se señalan en el nuevo currículo.