La serie las “Islas de México” fue con el propósito de despertar el interés de México, de los mexicanos, de sus gobiernos, de sectores privados, universidades para cobrar conciencia de la importancia de nuestros mares. No es mi deseo recurrir a hipérboles, el tema no lo requiere, de las enormes riquezas que posee nuestro país con más de 10 mil km de costas, bañadas por dos océanos (Atlántico y Pacífico), lamentablemente desde el movimiento de Independencia nacional le dimos la espalda al mar, espacio donde tenemos una alacena con más de 3 mil islas con 6 mil km² aproximadamente.

Nuestro país ha manejado los temas territoriales con un esmerado interés, celoso de la defensa de su soberanía muchas veces ultrajada.

México fijó por primera vez su “mar territorial” en el “Tratado de Paz, Amistad y Límites” conocido como “Tratado Guadalupe Hidalgo” celebrado con Estados Unidos en 1848. Este instrumento ratificado estableció sus límites definitivos: “La línea divisoria entre las dos Repúblicas comenzará en el Golfo de México, a tres leguas fuera de tierra firme, frente a la desembocadura del Río Grande o Bravo”.

Hoy recordaremos la adquisición y no la pérdida de un espacio soberano de más de 3.5 millones de km², extensión llamada “Zona Económica Exclusiva”, de gran importancia estratégica para nación, su desarrollo económico, que permitirá a las generaciones actuales y futuras, la explotación sustentable de enormes riquezas de los mares mexicanos.

Dadas las características físicas y geográficas, México es un país eminentemente oceánico y marítimo, por sus más de 10 mil km de costas y un mar de 12 millas náuticas, 22.22 km. En este espacio el Estado ejerce soberanía plena en 2.3 millones de hectáreas de lagunas y aguas archipelágicas y estuarinas, además de medio millón de km² de su plataforma submarina, la cual cuenta con enormes yacimientos de hidrocarburos, gas natural y nódulos polimetálicos.

Por medio de una adición al art. 27 párrafo VIII, constitucional (6 de febrero de 1976, entrando en vigor el 13 del mismo mes), los Estados Unidos Mexicanos establecieron una “Zona Económica Exclusiva”, situada fuera del mar territorial y adyacente a este, determinando derechos de soberanía que las leyes del Congreso determinen extendiéndose a 200 millas náuticas (370 km) medido a partir de la línea de base recta desde la cual se mide el mar territorial. Este hecho duplicó la soberanía nacional en más de 3.5 millones de km².

Vale la pena destacar a los luchadores del “mar patrimonial” a don Gabriel Valdez, a la sazón ministro de Relaciones Exteriores de Chile, a Eduardo Palma, al jurista Edmundo Vargas Carreño, y destacados e inolvidables mexicanos como Alfonso García Robles-Premio Nobel de la Paz, el embajador Jorge Castañeda de la Rosa, Dr. Modesto Seara Vázquez, Dr. Alejandro Sobarzo, Dr. Jorge A. Vargas, Dr. Alberto Székely, celosos de la gran importancia de los mares para elevar los niveles de vida de los pueblos.