Una milicia radical asesinó en una sola noche a más de 200 personas en la provincia de Benue, en Nigeria.
La crueldad fue extrema: niños degollados, hombres acuchillados y mujeres quemadas vivas en sus propias casas.
No fueron víctimas colaterales, sino asesinatos deliberados que se realizaron con el objetivo de causar el mayor sufrimiento posible.
Sin embargo, en México casi nadie se enteró: los políticos no condenaron el ataque ni expresaron condolencias a Nigeria.
Nadie derramó lágrimas por las víctimas ni expresó su ira contra los perpetradores.
¿A qué se debe esto?
¿Por qué no logramos sentir la misma empatía por un niño nigeriano que por los niños que son víctimas en el conflicto entre Israel y Palestina?
Es un tema en el que se combinan varias tendencias psicológicas y mediáticas que hacen que nuestro cerebro empatice bien con unas víctimas, pero no con otras, aunque ambas pasen por la misma situación.
El primero es el efecto proximidad psicológica; es decir, la tendencia a priorizar los eventos que son geográfica, emocional o culturalmente cercanos.
Los sucesos en un país lejano, percibido como ajeno, con un contexto político y social complejo, tienen menos impacto emocional, que un evento similar en países que se han vuelto familiares porque los vemos constantemente en las noticias.
El segundo es el entumecimiento psíquico o incapacidad emocional para procesar o sentir empatía ante el sufrimiento masivo.
Nuestro sistema emocional está diseñado para reaccionar fuertemente ante la amenaza inmediata y tangible o una víctima identificable.
Cuando una tragedia se presenta como una estadística masiva (cientos de muertes), la mente se “apaga” emocionalmente.
Esto sucede porque la magnitud del problema se siente incomprensible (es demasiado grande para imaginar) e insolucionable (nuestra ayuda individual es insignificante).
El tercero es la fatiga de compasión: el agotamiento emocional causado por la exposición repetida y prolongada al sufrimiento de otros.
Se experimenta como una reducción gradual en la capacidad de responder con empatía.
Lo más grave es que en Nigeria los asesinatos de grandes números de personas no son eventos aislados, sino que se están haciendo cada vez más frecuentes.
El cuarto implica una mirada estructural que anuda a los tres primeros efectos señalados.
Con la dominación de las redes sociales digitales estamos ante la presencia de un efecto de desrealización.
Superar la difuminación e indiferencia social global ante el acontecimiento es tan e igual de importante que el respeto en no compartir imágenes con un sentido sensacionalista, preservando la dignidad para las víctimas, sus familiares y comunidades.
No obstante, debemos encontrar las condiciones para que se capte, se sensibilice y se involucre el mundo ante la singularidad de cada cuerpo y de cada muerte objeto de estas atrocidades.
¿Qué pueden hacerlas comunidades afectadas para activar empatía y obtener así protección y defensa de su propio país y de la comunidad internacional?
Desde luego es un tema complejo que requiere acciones eficaces en muchos niveles.
Pensemos por ende desde la comunicación herramientas útiles para las comunidades de Nigeria:
1.- El efecto víctima identificable: las personas experimentan más conexión emocional o empatía hacia una persona identificada que con un grupo grande de víctimas anónimas.
Contar historias de víctimas individuales y de la crueldad que sufrieron puede captar una mayor atención y activar más empatía entre los medios y audiencias internacionales.
2.- Impacto percibido. Tendemos a descartar la información de eventos sobre los que percibimos que no podemos ejercer ninguna influencia.
Por eso una herramienta de comunicación es presentar a la audiencia acciones pequeñas que estén a su alcance y que pueden tener un impacto para visibilizar esta tragedia.
Por ejemplo: “Solo 30 segundos bastan para que firmes esta petición para que el presidente condene el asesinato de cristianos en Nigeria”.
Este tipo de mensajes pueden favorecer que las audiencias dirijan su atención al tema y experimenten mayores niveles de empatía hacia las víctimas.








