Hechos
No faltaron quienes, antes y después del Cónclave que eligió al papa León XIV, deseaban que se eligiera a quien diera marcha atrás a algunas de las reformas que impulsó el papa Francisco.
Siguen pensando que éste cometió errores de índole doctrinal y pastoral, por ejemplo, porque permitió que se pudiera dar una bendición privada a homosexuales, sin equipararla a un rito matrimonial; porque restringió el uso del latín en la Misa cuando se usa ese idioma para no poner en práctica lo prescrito por el Concilio Vaticano II y para romper la unidad eclesial; porque dicen que algunos puntos quedaron imprecisos en el capítulo VIII de la exhortación Amoris laetitia, sobre la posibilidad de dar la comunión en casos extraordinarios a quienes viven en situaciones matrimoniales irregulares; porque dicen que faltó precisar más lo de la sinodalidad eclesial, como si se disminuyera la importancia de la jerarquía y cayéramos un democraticismo; porque dio más lugar a mujeres en puestos directivos; porque insistió mucho en el cuidado de la ecología y en la fraternidad universal, etc.
Sin estar bien informados, juzgaron y condenaron al papa Francisco, pero éste permaneció fiel a la revelación divina y al Magisterio de la Iglesia.
El papa León XIV, con su propio estilo, está continuando lo que impulsaron no sólo el papa Francisco, sino también los anteriores, pero dándole su propio matiz, conforme a su personalidad.
El papa Francisco era muy espontáneo en sus respuestas, lo que a veces podía dar la impresión de no ser muy ortodoxo, como cuando dijo: ¿Quién soy yo para juzgar y condenar a un homosexual? … La Iglesia es para todos, todos, todos… En los ritos de los pueblos originarios, como los amazónicos, no todo es idolatría… La Iglesia es femenina… No deben cerrarse las puertas de los sacramentos por cualquier motivo, etc.
Esto que en varias ocasiones manifestó el papa Francisco no es tener manga ancha, como si todo se valiera en la Iglesia, sino apertura y respeto a quienes viven situaciones no comunes.
Iluminación
El modelo para León XIV no es sólo Francisco y sus antecesores, sino Jesucristo. No hay otro camino. Él es la única verdad, el único camino, la única vida.
El único Evangelio de Jesús es lo que aportamos al mundo, y ese es el criterio fundamental para el papa y para nosotros. Jesús no condenó a la mujer adúltera, pero le pidió que cambiara de vida.
Quizá faltó insistir más en el cambio de vida, y no sólo en la actitud misericordiosa. El papa es sucesor de Pedro, pero, ante todo, un discípulo de Jesús.
En varias ocasiones, León XIV ha expresado su respeto y cariño al papa Francisco, pero sin perder la centralidad de Jesús, como cuando dijo en su primer discurso a los cardenales: “El papa, desde san Pedro hasta mí, su indigno sucesor, es un humilde siervo de Dios y de los hermanos, y nada más que esto.
Lo han demostrado bien los ejemplos de muchos de mis predecesores, como el del papa Francisco mismo, con su estilo de total dedicación al servicio y de sobria esencialidad de vida, de abandono en Dios durante el tiempo de la misión y de serena confianza en el momento del retorno a la Casa del Padre. Recojamos esta valiosa herencia y retomemos el camino, animados por la misma esperanza que nos viene de la fe.
Es el Resucitado, presente en medio de nosotros, quien protege y guía a la Iglesia, y continúa a reavivarla en la esperanza, a través del amor que “ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado” (Rm 5,5).
Hemos visto cuál es la verdadera grandeza de la Iglesia, que vive en la variedad de sus miembros, unidos a su única Cabeza, Cristo “Pastor y Guardián” (1 P 2,25) de nuestras almas… Quisiera que renováramos juntos, hoy, nuestra plena adhesión a ese camino, a la vía que desde hace ya decenios la Iglesia universal está recorriendo tras las huellas del Concilio Vaticano II.
El papa Francisco ha recordado y actualizado magistralmente su contenido en la Exhortación apostólica Evangelii gaudium, de la que me gustaría destacar algunas notas fundamentales: el regreso al primado de Cristo en el anuncio; la conversión misionera de toda la comunidad cristiana; el crecimiento en la colegialidad y en sinodalidad; la atención al sensus fidei, especialmente en sus formas más propias e inclusivas, como la piedad popular; el cuidado amoroso de los débiles y descartados; el diálogo valiente y confiado con el mundo contemporáneo en sus diferentes componentes y realidades.
Se trata de los principios del Evangelio que animan e inspiran, desde siempre, la vida y la obra de la Familia de Dios; de los valores a través de los cuales el rostro misericordioso del Padre se ha revelado y continúa a revelarse en el Hijo hecho hombre, esperanza última de todos los que busquen con ánimo sincero la verdad, la justicia, la paz y la fraternidad” (10-V-2025).
Acciones
El Espíritu Santo, por medio de los cardenales electores, nos ha regalado al papa León XIV; tengamos una mente y un corazón abiertos a lo que Dios quiera ir indicando por su medio, para que, juntos como Iglesia y como humanidad, ayudemos a la construcción del Reino de Dios en nuestras realidades: verdad y vida, santidad y gracia, justicia, amor y paz.
*Obispo Emérito de SCLC