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Hoy Escriben - Yessica Torres, Aída Castro y Nayeli Reyes

Mochilazo en el tiempo

Tláhuac: una isla urbana en el oriente de la capital

“Es un pueblo fresco y todo cercado de agua, y de mucha gente; y tenía muchos templos del demonio, y todo él fundado sobre agua”, escribió fray Martín de Valencia cuando visitó Tláhuac durante la Conquista.

Es una alcaldía que conjunta comunidades diversas, pero cuando se fundó aproximadamente hace 900 años por los chichimecas, en el siglo XII, era una isla casi al centro del antiguo lago de Xochimilco, uno de los pueblos que rodeaban Tenochtitlán. Luego de ser un municipio, el 1 de enero de 1929 se constituyó como delegación del entonces Distrito Federal.

La hoy alcaldía está conformada por siete pueblos originarios: Santa Catarina Yecahuizotl, San Francisco Tlaltenco, San Nicolás Tetelco, San Andrés Mixquic, San Juan Ixtayopan, San Pedro Tláhuac y Santiago Zapotitlán. Es difícil vislumbrar esa isla entre los mototaxis, combis y microbuses que llevan a sus habitantes por caminos que recorren durante cerca de tres horas para llegar a su destino. Este lugar aún conserva recuerdos de su pasado prehispánico acuático.

“Históricamente, el vínculo de Tláhuac con la gran Tenochtitlán era a través del sistema lacustre. Con la desecación de la mayor parte de éste [lago] las comunicaciones se continuaron por una red de canales, algunos de los cuales sobreviven como zanjas que conducen aguas negras y acumulan basura, y por el sistema de calzadas construidas por el Estado mexica, siendo la principal la avenida Tláhuac”, explica el antropólogo Andrés Medina.

Vivir en la periferia

La avenida Tláhuac, antes Calzada México-Tulyehualco, es la principal salida de la zona, lo cual ha representado un problema para los pobladores de las siete comunidades que la componen. En 1984 el reportero de El Gran Diario de México, José Ureña, recorrió la Calzada México-Tulyehualco y contó que en esa vialidad no había aceras ni espacios peatonales, la gente esperaba a que pasara su transporte entre el agua, no de la isla, sino junto a charcos.

“Infinidad de estudiantes y obreros de Tláhuac han sido despedidos porque no llegan a tiempo a sus clases o a sus empleos. El problema se origina en la falta de transporte y en que la principal vía de acceso, la Calzada México-Tulyehualco, es estrecha y se congestiona todo el día”, describía el reportero José Ureña.

En el siglo XXI tal y como hace más de tres décadas, el problema de movilidad dentro de la demarcación prevalece. Marco Salas, estudiante de Ciencias de la Comunicación en la UNAM, vivió en las colonias Santa Cecilia y Peña Alta. En entrevista, recuerda que “hace seis años, para salir a la vialidad más cercana, únicamente podía ser por avenida Tláhuac y los microbuses sólo transitaban por una sola vía, que es Camino Real a Milpa Alta, que conecta a los pueblos de Tláhuac, Tulyehualco y San Juan Ixtayopan.

“Para llegar al cerro o meterse entre las calles sólo se podían usar combis, que no llevaban muchos pasajeros, y no tenían tanta circulación como los microbuses, donde también aumentaron los asaltos”, dice el joven.

“El problema del traslado de Tláhuac al centro no es la distancia, sino los accesos, porque Milpa Alta, Tláhuac y Xochimilco eran zonas rurales. El camino se hace imposible y son los que había desde la época prehispánica y que se pueden ver en los mapas antiguos”, explica en entrevista Vianney Jiménez, gestora intercultural.

Lento desarrollo

Para conocer los problemas de las zonas de la periferia, como es el caso de Tláhuac, consultamos a la licenciada Luz Alejandra Barranco Vera, estudiante de doctorado en Antropología Social en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).

“El crecimiento de las metrópolis se debe a que son entendidas como espacios de oportunidad laboral y educativa, que generan espacios periféricos, teniendo nuevas formas de vida, pero también carencia, múltiples tipologías de violencia, desigualdad económica, social, territorial y también política.

“La mancha urbana ha generado un cambio en el tipo de suelo, causando alteraciones en el medio ambiente, provocando la desaparición de zonas agrícolas, porque ya no es redituable, y se crean tiraderos clandestinos de basura en el lugar”, afirma Barranco.

La especialista menciona que los problemas sociales en Tláhuac se relacionan con las situaciones económicas porque existe un olvido al desarrollo social y poca protección ambiental. La demarcación comparte con Xochimilco una de las últimas zonas lacustres de la Ciudad de México, generando una crisis por la falta de agua.

Vivir en la periferia y trabajar fuera de ella todavía es un reto para sus habitantes, como es el caso de José Miguel Juárez, de 34 años, quien tiene su negocio de antojitos mexicanos en la colonia La Turba, en Tláhuac.

En 2005 José Miguel Juárez vivió en la colonia La Nopalera. Recuerda que antes de la construcción de la Línea 12 del Metro, salir de su casa y trasladarse a su trabajo, en Félix Cuevas, le tomaba tres horas y un gasto de entre 50 y 60 pesos diarios.

Y es que los traslados se complican porque las vialidades de Tláhuac, Milpa Alta y Xochimilco son las mismas que existían para llevar mercancías a la gran Tenochtitlán, así son los trazos, afirma Vianney Jiménez.

“Aquí, para los que salen de Milpa Alta y van a bajar por Tláhuac, sólo existe una vialidad y ésta colinda justamente en Tulyehualco”, explica la gestora intercultural. En Tláhuac permanece un antiguo modo de vivir y transportarse: las chinampas y las trajineras.

La demarcación vivió un crecimiento poblacional que provocó muchos cambios ambientales, socioeconómicos y de movilidad, que inciden en la calidad de vida de sus habitantes. La gestora intercultural dice que en los últimos años creció la delincuencia y es después de casos como el de Fátima o el linchamiento de 2004 que las autoridades envían más seguridad.

Esta zona es parte de nuestra gran metrópoli, pero los que viven en el centro no prestan atención a nuestras problemáticas, señalan sus habitantes.