Banner

Hoy Escriben - Felipe de la Mata Pizaña

Reforma Electoral

Ideas para crear un sistema de comunicación política

El modelo mexicano de comunicación política tras las reformas de 2007–2014 se enfocó en la propaganda en radio y TV, pero hoy el debate ocurre sobre todo en plataformas digitales con lógicas algorítmicas.

La atemporalidad, la extraterritorialidad, la microsegmentación, los bots y la IA han cambiado la forma en que se informa y decide la ciudadanía.

Esto tensiona la libertad de expresión frente a la equidad, y repetir soluciones analógicas —y spots repetitivos, pobres en contenido— ya no alcanza ni persuade. Además, que los medios de comunicación tradicionales en las últimas décadas han ido a la baja.

Por eso, presento diez ideas concretas para actualizar el modelo y, en especial, dignificar y volver útiles los spots: menos ruido, más información verificable y mejor servicio al votante.

Decálogo de reformas.

1. Crear un sistema de comunicación política. Se deben agrupar y sistematizar todas las reglas relativas a propaganda electoral y comunicación política, incluyendo los nuevos medios de comunicación, en especial las plataformas digitales.

2. Reducción de spots. El modelo vigente asigna 48 minutos diarios de tiempo oficial en radio y TV; en campañas, esto se traduce en hasta dos o tres minutos de spots por cada hora de programación, lo que genera una saturación innecesaria. Por lo que se deberían reducir los spots y agrupar esos minutos en programas breves de debates o foros plurales nacionales y regionales entre candidaturas.

3. Paridad en el contenido. Establecer por ley la obligación de que, dentro del tiempo oficial asignado en radio y televisión, al menos el 50 % se destine a la promoción de candidaturas de mujeres.

4. Accesibilidad. Establecer la obligatoriedad en los spots de: subtítulos (en TV), versión en lectura fácil y traducciones a lenguas indígenas, así como su difusión en radios comunitarias.

5. Consejo Independiente de Evaluación. Crear un Consejo Independiente —integrado por academia y sociedad civil— que califique la ética y desarrollo de las campañas, proponga metodologías y métricas, y emita informes públicos periódicos no vinculatorios.

6. Deliberación en línea y participación directa. Crear plataformas digitales donde la ciudadanía no sólo reciba información, sino que participe, opine y proponga de forma abierta y verificable.

7. Formatos sustantivos y deliberativos. Autorizar que una parte del tiempo oficial se destine a foros, debates y programas breves plurales, privilegiando la deliberación y la información por encima de la simple difusión de spots.

8. Revisar y actualizar el marco de comunicación política: el modelo centrado en radio y TV ya no responde al entorno digital; hay que fijar reglas de equidad en medios y plataformas digitales, e implementar monitoreo y regulación de la comunicación en redes —incluida la publicidad segmentada— con trazabilidad y rendición de cuentas.

9. Transparencia y fiscalización digital. Los partidos y candidaturas deberán etiquetar cualquier contenido generado por inteligencia artificial, obligar que se distinga de cuentas oficiales de campaña de las personales, a fin de que no haya bloqueos por crítica, que transparenten pauta y financiadoras.

10. No profundizar la brecha digital. La estrategia de comunicación debe incorporar la transmisión en radio y TV de segmentos de reuniones vecinales y asambleas barriales, en horarios accesibles y con criterios de representación comunitaria, para que la deliberación y la información lleguen también a quienes no están en línea.

Nos enfrentamos a una realidad en la que ya no basta un mar de spots: el debate migró a lógicas digitales y comunitarias. Por eso, actualizar el modelo no es un capricho, es condición para garantizar libertad con equidad: reordenar incentivos para que los minutos oficiales se destinen a programas breves, debates y foros plurales; asegurar paridad en el contenido y accesibilidad (subtítulos, lectura fácil y lenguas indígenas); y no ensanchar la brecha digital llevando la deliberación también a radio y TV comunitarias.

Con estas piezas, sin aumentar el tiempo oficial, pasamos de la propaganda repetitiva a información verificable y contraste real de propuestas, en respeto a quien decide: la ciudadanía.