AMLO: el solitario poderoso

Con la salida de Olga Sánchez Cordero acabó el accidentado camino de la primera mujer en la historia al frente de la Secretaría de Gobernación.

Una serie de movimientos determinados por el presidente López Obrador arrojan la certeza de que presenciamos no una crisis política, tampoco una convulsión en el gabinete o el simple afán de concentrar mayor poder. Lo que vemos es a un hombre dominado por la desconfianza hacia su equipo que vuelve la mirada a sus orígenes en busca de lealtad a toda prueba. Así intenta sanar de un mal que infectó a sus antecesores en Palacio: la soledad.

La salida de Julio Scherer Ibarra y de Olga Sánchez Cordero —por motivos diferentes, las dos piezas más emblemáticas del gobierno— incluyó un largo distanciamiento presidencial con Ricardo Monreal, coordinador de la bancada de Morena en el Senado.

Ahora sabemos que la atmósfera en torno a estos cuatro personajes se fue envenenando al menos desde marzo, por encargos de López Obrador hacia los mencionados —”¿puedes o no puedes?”, les decía, según testimonios confiados a este espacio— que resultaron imposibles de atender, ya fueran temas electorales —lograr el triunfo en Nuevo Léon, o arrasar en la ciudad de México, por ejemplo—, políticos o legislativos, como lograr un nuevo periodo extra en el Congreso donde se aprobara la ley de revocación de mandato.

Tras sucesivos acercamientos con este último asunto en el Senado, la señora Sánchez Cordero planeó intentarlo nuevamente el jueves 26. Pero la noche anterior recibió la instrucción presidencial de presentar su renuncia. Por la mañana de ese jueves López Obrador llamó a Monreal para indicarle reunirse con ella e impulsarla a la presidencia de la cámara alta. Acabó así el accidentado camino de la primera mujer en la historia al frente de la Secretaría de Gobernación.

La caída de Julio Scherer Ibarra, compañero de batallas por más de 20 años, quedó sellada días atrás cuando López Obrador regresó de un receso en su rancho de Palenque, donde usualmente se hacía acompañar del entonces gobernador de Tabasco, Adán Augusto López, un amigo de juventud, hijo de un acreditado notario de la región, Payambé López, hombre de condición desahogada, al que se le atribuyen apoyos de diversas modalidades hacia el ahora Presidente.

Cuando López Hernández fue presentado como responsable de toda la operación política del gobierno, empezó a correr la cuenta regresiva para Scherer Ibarra, que presentó su renuncia el día 31, ridículamente negada el día 1 y confirmada por el propio Presidente 24 horas después.

Un nuevo ciclo empieza a correr en el ánimo de López Obrador y su gobierno. Difícilmente se pueden esperar logros resonantes desde Gobernación en las próximas semanas. Por ahora es impredecible la respuesta que ello traerá del Presidente, el poderoso solitario de Palacio.

Apuntes: Un sector del PAN, que incluye a su líder senatorial, el veracruzano Julen Rementería, decidió hacer evidente una alianza con el partido español Vox, cuyos líderes tienen nexos claros con el fascismo y el neonazismo europeo. Algo se está pudriendo en la política española, cada vez más permisiva hacia lo que Vox representa: una podredumbre que se alimenta de los sentimientos más envilecidos de un electorado harto de la incompetencia y la corrupción de sus representantes. La reunión del dirigente de Vox, Santiago Abascal, con quienes los panistas firmaron un manifiesto contra el “comunismo”, traerá consecuencias entre nosotros. Vox no delibera ni debate: vocifera. Crece en los entornos tóxicos. Y aquí ya sembró su semilla. Es el huevo de la serpiente que ha sido puesto a empollar. Ningún deslinde podrá ser tomado en serio en el partido que preside Marko Cortés —hoy en campaña para ser reelecto en noviembre— si no pasa al menos por la destitución inmediata de Rementería.