Hay de todo

La enfermedad Covid-19 causada por un extraño virus que nació en China, ha servido, entre otras cosas, para saber cómo el presidente de cada país está enfrentando la situación.

Hablemos de tres casos. En México, el presidente Andrés Manuel López Obrador, por ejemplo, ha dejado el tema, cuando menos para que se explique la estrategia, al equipo de expertos de la Secretaría de Salud, lo cual tiene lógica, y cuando ha tenido que referirse al asunto lo ha hecho en general sin entrar a detalles técnicos.

Algo que llamó mucho la atención fue su expresión de “detente”, ligada a lo religioso para ordenar al mal que no siga adelante, lo que fue criticado por sus opositores, a los que les pareció que no mostraba seriedad.

La población en tanto, se mantiene a la expectativa en medio de la incertidumbre, a causa, en parte, de la gran cantidad de información y desinformación sobre el tema que circula principalmente en las redes sociales.

Un sector de habitantes ha criticado la estrategia oficial y ha pedido que se tomen medidas más enérgicas como cerrar las fronteras y cancelar los vuelos internacionales, a lo que se ha negado el gobierno federal, por temor a que la economía colapse, que de todos modos será afectada de manera importante.

Ante la emergencia por la pandemia, varios países tuvieron que recurrir finalmente al extremo de cerrar fronteras y suspender los vuelos internacionales.

Con todo, hasta ahora -hasta ahora, repito- parece que la estrategia le ha funcionado al gobierno federal. Algunas personas critican por lo que pudiera ocurrir, con base en la experiencia de otros países, sobre todo Italia y España, pero nadie puede afirmar algo que todavía no se ha visto, por más que haya pasado en otras naciones y que la lógica así lo aconseje. Puede ser una catástrofe, pero existe la posibilidad de que no sea tan grave como pudiera esperarse. Pero eso sólo lo dirá el tiempo. Sólo con el paso de los meses se sabrá si la estrategia de contención fue o no la correcta. Hasta ayer iban cuatro muertos y el número de personas contagiadas llegó a 367.

Vayamos a El Salvador. Su presidente, Nayib Bukele -el mejor evaluado del mundo, según algunas empresas encuestadoras- ha tomado decisiones radicales. Fue uno de los primeros países en suspender los vuelos de China, Italia, España y otras naciones, luego declaró cuarentena y cerró las fronteras. Lo más reciente es que decretó la cuarentena domiciliaria, lo que implica que sólo un integrante de una familia puede salir a comprar los alimentos y medicamentos o a trasladar a enfermos a hospitales, por ejemplo.

Una parte de su discurso de la semana pasada ha causado entusiasmo entre gente de otros países que le ha aplaudido y ahora lo admira por las acciones que ha tomado. Dijo: “Hay empresarios que están preocupados porque van a ser un 10, un 15 o un 20 por ciento menos ricos. Créanme, ustedes tienen dinero para vivir diez vidas o 20, y no van a vivir suficiente para acabárselo. Mejor piense en vivir. Cuando necesiten una cama para que los atendamos y no puedan respirar porque probablemente estén en un grupo de riesgo por la edad, créanme que lo menos que les va a importar es su cuenta de banco; lo que van a querer es que haya un ventilador mecánico para que los podamos intubar y puedan respirar. Entonces, no estén pensando que van a perder 20 por ciento de su capital. Sí lo van a perder, pero denle gracias a Dios que el otro 80 por ciento lo conservarán; hay gente que no tiene que comer hoy en la noche”.

Anunció acciones para mitigar el impacto económico en la población que menos tiene, al suspender por tres meses el pago de energía eléctrica, agua potable, teléfono, cable, internet, los pagos de créditos en casas comerciales, por venta de vehículos, motocicletas, además de congelar el cobro de créditos hipotecarios, personales, de tarjetas de crédito, entre otros. La población en general he reconocido que ha actuado en la línea correcta. Más adelante se verá si fue así o no.

Dijo también que en esta ocasión “no va a pasar un Taiwán 2, que se robaron el dinero que era para donaciones (dos expresidentes de la República fueron procesados por el caso). El que toque un centavo, yo mismo lo voy a meter preso”. Se refería al caso de 10 millones de dólares donados hace casi dos décadas por el país asiático para cuatro proyectos, pero que terminaron en manos de algunos gobernantes salvadoreños.

Bukele advirtió a los empresarios que “no se atrevan a subir precios por acaparamiento o sacarle provecho a la crisis de nuestro pueblo porque vamos a cerrar sus negocios y decomisar la mercancía con la que querían estafar a la gente”.

Parece que con estas acciones y medidas, el joven presidente salvadoreño (38 años de edad) ha dejado atrás de algún modo el tremendo error político que cometió hace algunas semanas al acudir a la asamblea legislativa acompañado por militares y sentarse en la silla de su presidente, a causa de diferencias con la oposición, lo que le valió críticas hasta en el ámbito internacional.

Vayamos a Brasil, donde su presidente, el derechista, Jair Bolsonaro, está en el otro extremo, pues al inicio, sobre todo, estuvo reticente a tomar medidas efectivas para evitar que el número de contagio se incrementara de manera importante.

Incluso, llegó calificar el pasado sábado de “lunático” al gobernador de Sao Paulo, Joao Doria, por haber decretado una cuarentena de quince días en el estado más poblado de Brasil para hacer frente a la crisis generada por la expansión de la enfermedad Covid-19.

El mandatario carioca criticó las medidas que han adoptado algunos gobernadores regionales para hacer frente al coronavirus, como la cuarentena o el cierre de aeropuertos e insistió en que la crisis sea tratada “sin pánico” y “sin histeria”. Fin.