El dilema: ¿Salir o quedarse en casa?

Con el reinicio de sus giras de trabajo por diferentes estados, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha dado motivo a una nueva polémica, ya que no pocas personas se oponen a que encabece actos públicos, así sea con pocas personas.

Uno de los argumentos es que daría el mal ejemplo y la gente podría relajarse y salir a la calle a realizar sus labores cotidianas cuando la pandemia no sólo no ha bajado, sino se ha agudizado.

En parte a lo mejor tienen razón quienes así piensan, pero si por el contrario se sigue el ejemplo de las giras que incluyen todos los protocolos de seguridad para evitar contagios, será menos difícil que la pandemia se expanda.

Además, por riesgoso que fuera, no es posible que el país siga en la parálisis económica porque la situación es cada vez mayor y muchos mexicanos tienen que salir a trabajar para ganarse la vida. La economía va en picada a causa de la pandemia, por lo que poco a poco debe de reactivarse, claro, con todas las medidas de seguridad dispuestas por las autoridades sanitarias y del trabajo.

Todos los países afectados por el coronavirus han iniciado ya el proceso de reinicio de las actividades económicas o están por hacerlo, ya que no pueden quedarse paralizados esperando que acabe la pandemia, inclusive bajo el riesgo de que los casos pudieran incrementarse si no se toman las medidas adecuadas.

Por más que se quiera, ningún país del mundo puede permanecer estático tantos meses, pues se caería la economía a niveles insostenibles, porque, además, la pandemia no va a acabar dentro de unos meses como muchos quisieran, sino que hay que prepararse para uno, dos o más años, mientras llega la vacuna.

Con sus giras más bien, el presidente debe de dar el ejemplo de cómo tiene que ser lo que se ha dado en llamar la nueva normalidad con otros hábitos, para evitar contagios.

Sus adversarios quisieran tal vez que siga encerrado en el Palacio Nacional para que la economía se siga deteriorando, no porque les interese el bienestar de la gente, y así poder responsabilizarlo de la gran crisis ocasionada en buena medida por la aparición del coronavirus.

Al inicio se inconformaron porque no se cerraron las fronteras o porque supuestamente no se actuó a tiempo para frenar los contagios. Se criticaba que no se tomaran medidas radicales como imponer un toque de queda, lo que les daría pie a acusarlo de represor y dictador.

Está demostrado que esa estrategia no funciona tampoco, pues El Salvador, por ejemplo, cerró sus fronteras y suspendió los vuelos y no pudo evitar la expansión del virus. A la fecha en ese país se han reportado 2 mil 582 contagios en una población de poco más de seis millones de personas; es decir, casi lo que tiene Chiapas, que hasta ayer había acumulado mil 977, casos.

En el número de decesos sí hay una diferencia importante, ya que en Chiapas han fallecido 139 personas, mientras que El Salvador, sólo 46, aunque ello podría estar relacionado con el tipo de comorbilidades que afecta a los habitantes de uno u otro de estos lugares. A la mejor, en el país centroamericano hay menos diabéticos y obsesos, por poner un ejemplo.

Como puede verse, con todo y las restricciones impuestas por el gobierno salvadoreño -cuarentena obligatoria-, no han podido frenar los contagios. Y como era de esperarse, los opositores del presidente Nayib Bukele no lo bajan de dictador, lo que la derecha pretendía hacer en México con su presidente.

Y como la situación no puede seguir de esa forma indefinidamente, es probable que a mediados de junio, o finales a más tardar, en esa nación reinicien las actividades económicas, con todas las medidas de seguridad necesarias para la población.

Las giras de López Obrador se han reanudado nada más y nada menos que con el banderazo de inicio de las obras del tren maya, uno de los proyectos prioritarios del presidente, que dicho de paso, ha sido también motivo de controversia, pues muchos pobladores se oponen con el argumento de que destruirá el ambiente y no generará riqueza para los pueblos de la zona.

Mientras la polémica continúa, las obras iniciaron formalmente ayer con el banderazo dado por el jefe del ejecutivo en Quintana Roo, que desde el fin de semana se trasladó por tierra a su finca (La Chingada) en Palenque, y el domingo también en vehículo a Quinta Roo. Habrá seguramente mucha derrama económica durante algunos años que durará la construcción del proyecto, pero como siempre, la mayor parte de las ganancias será para los empresarios del ramo y a los habitantes de la región algo les quedará, aunque no lo suficiente para salir de la pobreza en que han vivido tantos años.

El presidente, por su parte, está convencido que con obras como esa se detonará el desarrollo del sureste del país y se beneficiará a la población más pobre de la zona.

El dilema es ahora si se debe o no salir de casa para evitar que sigan aumentando los contagios de la enfermedad. Dado que el país no puede detenerse por tanto tiempo, las actividades deben de reiniciar paulatinamente tomando todas las medidas sanitarias para protegerse.

Las nuevas condiciones exigen de toda la población, adoptar costumbres que habrán de quedarse sino para siempre, sí para un buen rato: Usar cubrebocas, lavarse las manos con agua y jabón constantemente o usar gel antibacterial, guardar una distancia prudente entre una y otra persona, colocar tapetes sanitizantes en la entrada de establecimientos, fábricas o escuelas, etcétera. Pero también debe de tomarse en cuenta que si no es estrictamente necesario no hay que salir de casa o salir lo menos posible.

Bajo estas condiciones es que desde ayer comenzó en algunos lugares del país la llamada nueva normalidad, con lo que miles de trabajadores reanudaron labores esenciales para tratar de reactivar la economía en México, antes de que siga cayendo más. Desde luego, ningún país se salvará de los efectos destructores humanos y materiales de este coronavirus que tantos estragos está ocasionando. Fin.