¡Urge un crematorio!

Muerte en Samarra

El incremento considerable de fallecimientos durante las semanas recientes, ha puesto al descubierto la urgente necesidad de que alguna empresa tramite la colocación de un horno crematorio en San Cristóbal de Las Casas.

Hasta la fecha es necesario viajar a Tuxtla Gutiérrez o a Comitán para incinerar los cadáveres, lo que representa no sólo gastos extra sino incomodidades para los familiares.

Hasta antes de la pandemia de Covid-19, no eran muchos los cuerpos que se trasladaban a la capital del estado para su cremación, ya que en la ciudad coleta predomina todavía la costumbre de enterrar a los muertos, que ha tenido que hacerse a un lado en algunos casos por los protocolos de inhumación para muertos por coronavirus.

Sin embargo, a partir del incremento de los decesos a causa de esta enfermedad hace unos dos meses y debido a los protocolos de incinerar preferentemente a las personas que fallecen por Covid-19, el crematorio de la capital del estado se saturó.

Por ello, muchas personas han tenido que llevar los cadáveres a Comitán, que desde hace algún tiempo se adelantó en este y otros sentidos a San Cristóbal.

Desde hace ya varios años se había hablado de la necesidad de colocar hornos crematorios en la antigua Ciudad Real, pero al parecer, algunos empresarios interesados hicieron estudios de mercado y determinaron que no había una demanda suficiente que compensa la cuantiosa inversión que necesita para ello.

De acuerdo con datos oficiales, en mayo hubo 170 entierros en el panteón municipal y al 18 de junio iban 90, cuando en otros meses era de 30 o 35 en promedio. 40 ya era una cifra muy alta. Claro, no todas las inhumaciones tienen que ver con covid-19. La demanda ha ocasionado que cada vez haya menos espacios disponibles. Un paréntesis: Las autoridades municipales pusieron a disposición 30 fosas gratuitas en el panteón para personas de bajos recursos económicos.

La necesidad del crematorio había surgido precisamente porque el panteón municipal es cada vez más insuficiente para enterrar a los muertos por el número de habitantes, pero ahora con el coronavirus que ha modificado los protocolos de inhumación, es urgente instalarlo.

Habría que imaginar el sufrimiento de la familia de José Antonio Suárez Vázquez, quien era empleado de Protección Civil Municipal, fallecido a principios de este mes, si en lugar de regresar desde Rancho nuevo el cadáver que habían recibido por equivocación, lo hubieran tenido que hacer desde Comitán, a donde era llevado para su incineración.

Claro, si para entonces ya hubiera estado un horno crematorio en San Cristóbal, seguramente su cuerpo ya habría estado en proceso de convertirse en cenizas cuando se diera el aviso de que el cadáver correspondía a otra persona.

En fin, esas son cosas de las confusiones ocasionadas por la pandemia que ha modificado tantas cosas en el mundo, incluyendo en algunos casos en los que no se acostumbraba, la necesidad de cremar los cuerpos para evitar contagios.

Por ello es necesario insistir en que cada vez se requiere con mayor urgencia un crematorio en San Cristóbal, independientemente de que dentro de unos meses los fallecimientos disminuyan si es que como se prevé, la pandemia vaya bajando.

Por lo pronto se sabe que la funeraria de mayor antigüedad de la ciudad ha tramitado ya los permisos correspondientes para instalar un crematorio, pero se desconoce qué avance llevan para que se concrete. Ojalá que no tarden mucho para solucionar una necesidad cada vez más apremiante.

Se sabe también que esa misma empresa cuenta ya con 80 nichos o mausoleos en el panteón local para el depósito de cenizas o de restos que sean exhumados, después de muchos años, que en ocasiones son llevados a algunos templos.

Ante la falta de espacios cada vez mayor en el cementerio local, ya desde hace varios años se había planteado también la posibilidad de construir uno nuevo en la zona norte de la ciudad, pero tampoco se concretó.

Así que ahora, con los nuevos protocolos, habrá que ponerse a rezar para que cuanto antes se concrete el proyecto de instalar un crematorio para solucionar un problema que vino a agravarse por el coronavirus.

A propósito de esta enfermedad y del fallecimiento de muchas personas que han sido alcanzadas por el coronavirus, aflora una reflexión-pregunta: ¿Todas estas personas que han perdido la vida se habrían salvado si no hubiera aparecido la pandemia? ¿Estaba escrito ya que los decesos ocurridos a la fecha y lo posteriores a causa de Covid-19 sucederían de una u otra forma? Sólo Dios lo sabe.

La vida tiene tantos misterios que nadie sabe con certeza si existe el destino y si cada persona tiene marcado su final como algunos creen. Es decir, ¿las personas que han muerto dejarían este mundo de todos modos con o sin covid-19? Es algo que nadie podría afirmar porque no existe manera de saberlo.

“Si no te mata el rayo, te mata la raya”, dice un viejo adagio que tiene que ver precisamente con la creencia de que cuando a una persona le llegó el fin de su vida no hay manera de escaparse de la muerte.

Ese es precisamente el sentido de La muerte en Samarra, cuento de Gabriel García Márquez:“El criado llega aterrorizado a casa de su amo. Señor -dice- he visto a la Muerte en el mercado y me ha hecho una señal de amenaza. El amo le da un caballo y dinero, y le dice: ‘Huye a Samarra’. “El criado huye. Esa tarde, temprano, el señor se encuentra a la Muerte en el mercado. ‘Esta mañana le hiciste a mi criado una señal de amenaza’, dice. “No era de amenaza” -responde la Muerte- sino de sorpresa. Porque lo veía ahí, tan lejos de Samarra, y esta misma tarde tengo que recogerlo allá”. Fin.