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Hoy Escriben - Elio Henríquez

Rotonda pública

¡Hasta siempre, Frank!

Su nombre real era Hidadelfo Gómez Alvarez y su seudónimo, Frank. Fue uno de los cinco fundadores del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), que el 17 de noviembre de 1983 fue creado en la selva Lacandona. 

Nació en el seno de una familia indígena tzotzil el 20 de diciembre de 1962 en la comunidad de Lázaro Cárdenas, municipio de Huitiupán, ubicado en el norte de Chiapas. A los 12 años de edad, según contó Socorro, su compañera de vida, salió de su localidad hacia San Cristóbal en busca de trabajo. 

Por su condición de indígena humilde y siendo un niño, es de suponerse el sufrimiento que pasó en aquellos años de la década de 1970 cuando en la ciudad coleta el racismo y la discriminación estaban a la orden del día. 

Fue en San Cristóbal donde estudió la secundaria mediante el sistema abierto, ya que en su comunidad no tuvo la oportunidad de cursarla. “El decía que casi iba a ser médico”, relató Socorro al evocar sus bromas. 

Si no hubiera sido por su inteligencia y capacidad intelectual, difícilmente habría podido a los 16 o 17 años de edad, enrolarse en actividades políticas que lo llevarían a formar parte de las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN) -creadas en agosto de 1969- y a participar en la fundación del EZLN. (En acto fundacional que tuvo lugar en la selva Lacandona, participaron dos mestizos: Germán y Elisa y tres indígenas: Javier, Rodolfo y Frank). 

Su participación fue fundamental para reclutar y preparar cuadros políticos en diversas comunidades de municipios de la selva y los altos, bajo la conducción de los dirigentes de las FLN en los años 80 del siglo pasado. Varios de sus familiares formaron parte del movimiento zapatista, algunos de ellos con cargos militares o políticos de alto nivel. Pero no sólo realizó trabajo político en Chiapas, sino en otros estados como Puebla y Oaxaca. 

Como correspondía a la situación, su trabajo y el del resto de dirigentes zapatistas de entonces, muchos jóvenes como él, era clandestino para evitar ser descubiertos por el gobierno. 

En 1991 o 1992 ya se le vía aparecer públicamente como uno de los principales dirigentes de la Alianza Campesina Independiente Emiliano Zapata (ACIEZ), que poco después se volvería nacional. Para entonces ya formaba parte de las filas militares del EZLN, en el que desempeñó el cargo de teniente. (En una fotografía de portada del libro titulado Cruce de caminos: Luchas indígenas y las Fuerzas de Liberación Nacional (1977-1983), aparece junto a varios dirigentes, entre ellos el difunto subcomandante Pedro y Elisa. 

En 1997 salió del EZLN por diferencias internas y con su compañera Socorro se hizo cargo poco después del Café Museo Café, ubicado en la calle María Adelina Flores, en el centro de San Cristóbal. Posteriormente fundaron Sorbo y Aroma, cafetería que hasta la fecha funciona junto a las gradas del Cerrito de San Cristóbal, en el barrio de San Antonio, como un establecimiento familiar. En esta etapa era conocido como Manuel, siempre solidario. 

Acostumbrado a la clandestinidad, fue siempre muy discreto. Sólo con algunas personas de su confianza que conocían su trayectoria zapatista hablaba de repente sobre su pasado. No daba entrevistas y nunca alardeó del papel fundamental que desempeñó en la creación del EZLN. Por el contrario, procuraba evadir los contactos y las preguntas. El 16 de noviembre de 2004 aceptó contarme a grandes rasgos cómo ocurrió la fundación del EZLN y quiénes habían participado. Esa nota se publicó un día después en el diario Expreso, que se edita en la capital del estado. 

Al enterarse de su muerte, Germán, comandante de las FLN, quien jugó un papel fundamental en su preparación, escribió el sábado pasado que Frank fue “el compañero comisario político más activo de las Fuerzas de Liberación Nacional de México”. 

Agregó que “Pancho”, “Francisco” o “Frank” “son para nosotros la misma persona” que en 1979 ingresó “a nuestras casas (de seguridad) siendo muy joven. Como dominaba dos idiomas nativos y hablaba también el castellano, sirvió como intérprete y militante del trabajo político en las comunidades, explicando y organizando entrenamientos y sobre todo cursos políticos” a quienes años después se convertirían en dirigentes del EZLN. 

Recordó que “en 1983, fue uno de los primeros tres campesinos indígenas fundadores del EZLN. Son muchos los trabajos que Frank desarrolló y próximamente en nuestro IV libro de la serie Dignificar la Historia, incluiremos su último aporte político”. 

No son muchas las personas, salvo sus familiares y amigos cercanos, que lo conocían por su nombre real. Durante los años en que estuvo en el movimiento zapatista se llamaba Frank y hasta antes de morir fue conocido como Manuel. Muchos lo conocieron y trataron en la cafetería sin saber de quién se trataba. 

Su aporte al movimiento indígena y campesino de Chiapas es invaluable y la historia así habrá de reconocerlo en su momento, por más que algunos pretendan ignorar todo lo que aportó al movimiento zapatista. Frank es un nombre que estará siempre indisolublemente ligado al EZLN. En algún momento habrá que hacerle un homenaje posmorten como el que merece, aunque quien sabe si a él le hubiera gustado, pues no le gustaban los reflectores. 

Su muerte a los 57 años de edad ocurrida el pasado sábado 25 de julio en San Cristóbal de Las Casas, a causa de Covid-19, después de permanecer internado 18 días, ha entristecido a muchas personas, no sólo a quienes lo conocieron físicamente, sino a quienes saben de su lucha y de los aportes que hizo para que fuera creado el EZLN.  

Tiene razón su compañera de vida, quien dicho sea de paso también tiene su historia de lucha: “Entregó toda su juventud al movimiento”. Fin.