Las señales

La visita del embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar a Chiapas el pasado domingo es una señal política de que el gobierno de su país está interesado en que se esclarezca el accidente ocurrido el 9 de diciembre en la autopista Chiapa de Corzo-Tuxtla Gutiérrez, en el que murieron 56 migrantes. 

Igual y podría ser mero discurso sin que haya interés real de ir a fondo, pero la sola declaración es importante porque algo tendrá que cambiar en la política migratoria de México y de Estados Unidos para evitar más tragedias como la del 9 de diciembre en la colonia El Refugio. 

Es lógico que si los dos gobiernos se aplican a fondo en este caso, podrían desmantelar la red de tráfico de humanos que tanto dinero ilícito deja en estos tiempos a algunos grupos, pero para ello tendrían que detener a funcionarios y policías cómplices. 

Se entiende que mientras se realicen las indagatorias y se mantenga el discurso como el de Salazar que representa al mayor poder del mundo, las bandas de traficantes podrían hacer una pausa, cuando menos en el traslado masivo de migrantes, no así en el llamado hormiga que es mucho menos visible. 

La visita del diplomático a Chiapas debe de entenderse también como un respaldo del presidente Joe Biden a su homólogo mexicano, Andrés Manuel López Obrador para investigar y castigar a los responsables de la desgracia. 

Ya se sabe que el gobierno de México realiza las investigaciones correspondientes para tratar de que los responsables del lamentable accidente que ha enlutado a 56 familias de Guatemala y República Dominicana (no se sabe si entre las personas no identificadas hay de otras nacionalidades), pero si cuenta con el respaldo de su par estadounidense podría haber mejores resultados, pues los traficantes de humanos pertenecen a una red con alcances internacionales. 

De todos modos, no será fácil esclarecer los hechos y llevar ante la justicia a los responsables del accidente, que seguramente están ya escondidos en lugares lejanos y bien protegidos. 

Del conductor del tráiler nada se sabe, más que logró escapar con otra persona, aparentemente ileso, y a estas alturas quién sabe si viva todavía o si la misma mafia de traficantes ya se deshizo de él.  

Habrá que imaginarse lo que ese hombre estará sintiendo en caso de estar con vida, al ver lo que ocasionó con el accidente: 56 muertos y más de cien heridos. Una verdadera tragedia que cargará en su conciencia por el resto de sus días. 

Hasta ahora tampoco se sabe acerca de si se fincará alguna responsabilidad por omisión a funcionarios o policías responsables de vigilar que no transiten unidades con migrantes a bordo. 

Mientras las investigaciones avanzan un tanto lentas, el proceso de repatriación de los cuerpos de las personas fallecidas transcurre con una tardanza desesperante para sus familiares, lo que ahonda más el dolor y el sufrimiento. 

Los parientes están viviendo un doble calvario porque en la mayoría de los casos carecen de la ayuda necesaria para trasladarse a México para tratar de reconocer a las víctimas o visitar a los heridos, por lo que tienen que endeudarse para hacer el viaje y luego arreglárselas para que les den el permiso migratorio para ingresar. 

En una de esas, algunas familias de escasos recursos podrían optar por no acudir a tratar de reconocer a algún familiar que presumen muerto en el accidente, sino que lo entierren en tierras mexicanas como desconocido.  

Aunado a todo lo anterior, es asombroso el hermetismo con que el gobierno federal está manejando el caso de reconocimiento y traslado de los cadáveres a sus países de origen, tal vez para tratar de ocultar en la medida de lo posible que en las imágenes aparezcan los féretros, símbolo de la muerte. 

Es probable que no todos los cuerpos sean reconocidos por diferentes razones y que algunos tengan que irse a la fosa común. En algunos casos las personas ni siquiera se enteraron o estaban seguros de que el familiar viajara en el camión. 

En fin, esta tragedia seguirá dando mucho de qué hablar por un buen tiempo y la memoria estará fresca con el jardín que muchas personas han plantado en El Refugio, y el mural y las imágenes colocadas en el pequeño espacio de la desgracia. 

Picotazos. El caso de Pantelhó se ha resuelto apenas a medias, pues aunque ya fue nombrado el concejo municipal que ayudará a que haya gobernabilidad, falta que aparezcan los 21 pobladores retenidos presuntamente por El Machete el 26 de julio. Parece increíble que nadie sepa nada del tema, cuando fueron llevados a la vista de cientos de personas. Sólo un reducido grupo de familiares de algunos de ellos sigue firme exigiendo a las autoridades que hagan algo para que sean devueltos, pero prácticamente es nada lo que han logrado. Tienen razón en exigir su liberación, sobre todo ahora que el concejo municipal es ya un hecho. Habrá que esperar que en los próximos días haya señales claras para que termine la incertidumbre. Por cierto, no se informó cómo fueron elegidos los integrantes de las nuevas autoridades porque sólo repiten el presidente Pedro Cortés y la síndica, Sandra Gutiérrez Cruz, que era regidora… En Oxchuc, mientras tanto, sigue sin que haya una definición, después del enfrentamiento del 15 de diciembre. Es la hora en que no se sabe bien a bien qué pasará. Supuestamente están a la espera de que se generen las condiciones políticas y sociales para reanudar la asamblea que quedó inconclusa ese día. Después de un muerto y varios heridos no es fácil llegar a un ambiente de cierta paz y tranquilidad para que continúe la elección… Para enojo de Estados Unidos y de la derecha, en Chile ganó el izquierdista, Gabriel Boric, de apenas 35 años de edad. Como en México en 2018, los ciudadanos en ese país se volcaron a las urnas con la esperanza de que cambien las cosas. Desde donde esté el derrocado presidente Salvador Allende, estará celebrando la victoria. Fin