Migrar es a veces sinónimo de muerte.

El accidente vehicular ocurrido la noche del sábado en el municipio indígena de Chamula, en el que cuatro migrantes murieron y 16 resultaron lesionados, ha dejado nuevamente al descubierto que el tráfico de personas hacia Estados Unidos no se ha frenado, a pesar de todos los riesgos que implica. 

Lo que ocurre después de cada tragedia, es que los traficantes de humanos buscan otras rutas u otras formas de traslado para no llamar tanto la atención de las autoridades y de la población. 

El sentido común hubiera sugerido que después del trágico accidente ocurrido el 9 de diciembre en el tramo carretero Chiapa de Corzo-Tuxtla Gutiérrez, en el que perdieron la vida 56 migrantes, principalmente de Guatemala, quienes suspiran por el llamado sueño americano lo pensarían varias veces antes de embarcarse en la aventura, pero parece que no, que nada los detiene. 

Si no fuera por estos accidentes, pocos, salvo autoridades de todos los niveles que muchas veces tienen conocimiento de algún modo, se enterarían de que el tráfico de migrantes se mantiene como siempre por distintos medios, pues es un negocio que deja buen dinero a muchos. 

Los llamados polleros se las ingenian para evadir todo tipo de vigilancia, por lo que buscan carreteras y caminos menos transitados, a veces más peligrosos, sin importarles poner en riesgo la vida de los extranjeros que se atreven a hacer el viaje pagando sumas de 10 mil dólares o más. 

Es probable que los migrantes no sean informados previamente de los peligros a los que se tienen que enfrentar, pues de ser así, tal vez no los contratarían. Se dan cuanta de las condiciones hasta que ingresan a México y van sufriendo todo tipo de situaciones, aunque también es cierto que muchas veces han tenido la oportunidad de escuchar testimonios de familiares o conocidos que han realizado la travesía. 

Es difícil pensar que las autoridades de los tres niveles ignoran que las carreteras de Chamula son ahora una de las vías para el traslado de los migrantes hacia el centro y al norte del país, en unidades no tan grandes como los tráilers. 

Hace unos días se informó también de otro accidente ocurrido cerca del puente Chiapas, que por fortuna, no dejó muertos, cuando menos hasta donde se supo. 

Como las cosas van a una velocidad cada vez mayor, el caso de los 56 migrantes muertos el 9 de diciembre se ha ido diluyendo de la memoria, hasta que pasó este nuevo accidente que trae el tema nuevamente a la palestra. 

Pero pronto este caso se olvidará también cuando los cuerpos de los infortunados: dos hondureños, un nicaragüense y uno más que no ha sido identificado, sean repatriados a sus países en medio de dolor de sus familiares.  

Y así va pasando el tiempo sin que las cosas se aclaren, porque, por ejemplo, nada se sabe públicamente qué ha pasado con los responsables del accidente del 9 de diciembre, a pesar de que los gobiernos de México, Estados Unidos y otros países se comprometieron a realizar las investigaciones correspondientes y a castigar a los responsables. 

Queda claro, pues, que el flujo de migrantes no cesará nunca, por más vigilancia, muros y trabas que pongan los gobiernos porque está controlado por grupos que viven de eso desde hace mucho tiempo y no tan fácil van a dejar el negocio. 

Además, como ya se ha dicho, la migración es fruto de injusticia que las personas padecen en sus países de origen, cuyos gobiernos no se preocupan por su bienestar, aparte de que el fenómeno es un efecto de una estructura injusta que hay en los pueblos pobres. 

Si de todos modos la migración va a continuar sea como sea, lo menos que habría que procurar es que se eviten accidentes que trunquen la vida de personas inocentes que lo único que buscan es una vida mejor para ellas y sus familiares. Pero, desgraciadamente, migrar es a veces sinónimo de muerte.

Picotazos. Vaya desde este espacio una felicitación para Dora Roblero, nueva directora del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas (Frayba), quien ayer tomó posesión acuerpada por todo el equipo que encabeza su presidente, Raúl Vera López, obispo emérito de Saltillo, Coahuila. Decenas de personas se dieron cita a la ceremonia efectuada en sus oficinas que se ubican en el barrio de Mexicanos de la ciudad coleta. Después de algunos períodos dirigidos por varones, vuelve una mujer a la dirección de organismo que el extinto obispo Samuel Ruiz García fundó en marzo de 1989 y que se ha convertid en un referente en la defensa de las garantías individuales en la entidad. Todo el equipo que participa en el Frayba está comprometido en procurar que el gobierno en sus tres niveles respete los derechos humanos. Son personas que llevan años en el activismo y al igual que ahora sucede con los periodistas, exponen su vida por desempeñar su trabajo. Como ella misma lo dijo, será un reto importante para Dora asumir la conducción de la institución, pero tiene suficiente experiencia y el respaldo de sus compañeros para llegar a buen puerto… Como en otras zonas de la entidad, en el norte se ha incrementado la violencia, por lo que cientos de pobladores de Jitotol, Pueblo Nuevo, Rincón Chamula, Tapilula, Ixtacomitán, Chapultenango, Solosuchiapa y Rayón marcharon en este último el viernes para exigir seguridad y paz, ya que se han incrementado los asaltos y secuestros. La manifestación, denominada caravana por la unidad y la paz en contra de la inseguridad, fue convocada por sacerdotes y frailes franciscanos de la región… Fiel a su estilo bravucón en ciertos temas, el alcalde coleto, Mariano Díaz Ochoa está empeñado en no permitir que se instalen carpas en la Plaza Catedral (aunque en la noche haya un mercado de venta de artesanías) para tratar de ganar alguna simpatía de los coletos que cada día están más desencantados con su gobierno porque resultó que cuando se pensaba que por gobernar por tercera ocasión lo haría menos peor, está sucediendo todo lo contrario. Los que pagaron los platos rotos en esta ocasión son los miembros del FNLS que el fin de semana trataron de instalar una carpa, pero la policía se los impidió sin muchos argumentos legales. Fin