Primero Pasta de Conchos; ahora Pinabete.

El accidente ocurrido hace una semana en la mina Pinabete, en Sabias, Coahuila, donde diez trabajadores continuaban atrapados ayer, significa que las condiciones en que laboran en esa y otras minas siguen siendo muy desventajosas para los empleados que a diario arriesgan la vida para llevar el sustento diario a sus familias.  

Todavía sigue vivo el caso de Pasta de Conchos, uno de los más sonados en su tipo en el país que en 2006 cimbró a la opinión pública, ya que quedaron atrapados 65 trabajadores, de los cuales 63 siguen sepultados. 

Cada vez que suceden accidentes en las minas, en México o en otros países -el caso de la mina San José, en Chile, es emblemático, pues 33 trabajadores fueron rescatados con vida 69 días después de quedar atrapados-, es obligado preguntarse por qué las autoridades no intervienen para que el trabajo no represente ningún riesgo a la integridad de los empleados. 

Ese hecho ocurrió el 5 de agosto de 2010. Tres días más y el caso de los 10 mineros atrapados en Pinabete que nos ocupa, hubiera coincidido en la fecha y mes. Ojalá ello sea un augurio de que sean rescatados con vida, pero eso sólo se sabrá en los próximos días o semanas si es que se complican las labores de rescate. 

Del asunto de Pasta de Conchos, ubicada en la misma región de Coahuila que Pinabete, han pasado ya 16 años, y todo parece indicar que las condiciones laborales de los obreros siguen siendo las mismas en las minas, aun con este nuevo gobierno que en teoría busca mejorar la situación de esos y otros sectores. 

Pareciera que la Secretaría del Trabajo no se aplica a fondo y muchas veces está más en favor de los empresarios mineros que se hacen millonarios con la extracción de minerales, que de los trabajadores que exponen. 

Ahí está el caso del empresario Germán Larrea Mota Velasco, conocido como el rey del cobre, presidente del Consejo de Administración del Grupo México, dueño de la mina Pasta de Conchos, cuya fortuna asciende a 30 mil 800 millones de dólares, según Forbes. 

Desde luego que en casos como el de Pinabete existen responsables, comenzando por los dueños de las minas y luego las autoridades que no hacen su trabajo. 

Por ahora, hay diez familias que llevan una semana rezando con la esperanza de que los diez mineros se encuentren con vida y sean rescatados por las autoridades, que hay que decirlo, han actuado con seriedad y puesto en operación los recursos disponibles para tratar de encontrarlos cuanto antes. 

El mayor enemigo es el tiempo, pues conforme pasan las horas, los días, las condiciones físicas de los obreros, en caso de que hayan logrado ponerse a salvo en alguna burbuja de la mina, se estarían deteriorando. 

De acuerdo con las autoridades estatales y federales el accidente ocurrió cuando trabajadores en el desarrollo de sus actividades se toparon con un área contigua llena de agua, que al derrumbarse provocó una inundación. El mayor problema desde el momento del percance, ha sido extraer la gran cantidad de agua acumulada en el área para que ingresen los rescatistas para tratar de localizarlos. 

Los ojos de la opinión pública no sólo nacional están puestos en ese caso de la mina Pinabete, con la esperanza de que suceda el milagro de rescatar con vida a esos diez mineros. 

Independientemente del desenlace, en el futuro se seguirá hablando de Pinabete y de Pasta de Conchos, y con mayor razón se harán las comparaciones, si los diez mineros que ahora están atrapados logran salir con vida. (Hasta el cierre de esta columna seguían los trabajos intensos para su rescate). 

Ojalá que este tipo de accidentes que ponen en riesgo la vida de los trabajadores sirvan para que las autoridades tomen en verdad todas las medidas necesarias para evitar muertes y sufrimiento a los obreros y sus familias. 

Picotazos. La Policía Federal debería de estar atenta para prevenir accidentes en la carretera de cuota San Cristóbal de Las Casas-Tuxtla Gutiérrez, ya que algunos automovilistas no respetan las reglas y con tal de rebasar para avanzar más rápido, transitan por la parte lateral en construcción, que en algunos tramos está libre, pero la usan las unidades de las empresas para el acarreo de material. Es cierto que a veces, sobre todo cuando se tiene prisa, es desesperante porque no se puede avanzar con fluidez debido a la gran fila de vehículos que se forma a causa de la presencia de camiones pesados, pues sólo hay dos carriles disponibles, pero eso no es pretexto para poner en riesgo la seguridad propia y de los demás usuarios  de la vía, cuya ampliación, por cierto, ya demoró bastante tiempo, con las consecuentes molestias para los automovilistas que no sólo tienen que pagar una cuota, sino que desde principios del año subió un buen porcentaje… Hablando del tema de transporte, en los días recientes se ha conocido un caso poco común, o cuando menos inmerso en una confusión fenomenal: Resulta que del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México se robaron (o auto robaron, quién sabe), un helicóptero de una empresa que lo renta para viajes. El caso está más confuso porque el propietario está secuestrado desde hace más de dos semanas y la aeronave fue sacada, presuntamente por un piloto que fue avalado por un colega que la ha volado. Sólo pagó 25 mil pesos por la renta del espacio en el que es guardado en los hangares. El caso es que nadie se ha hecho responsable de la extracción del helicóptero que salió volando… Vaya desde este espacio una felicitación para el magistrado Guillermo Ramos Pérez, quien por unanimidad fue designado presidente del Tribunal Superior de Justicia y del Consejo de la Judicatura del Estado, luego del lamentable fallecimiento de Juan Oscar Trinidad Palacios, ocurrido el domingo. El nuevo titular del poder judicial de Chiapas cuenta con una amplia carrera y experiencia en ese ámbito, por lo que seguramente hará un buen trabajo al frente del Tribunal. Fin