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Hoy Escriben - Elio Henríquez

Rotonda Pública

Después de hacerla de emoción durante más de dos meses, el excanciller Marcelo Ebrard decidió quedarse en Morena y buscar la Presidencia de la República el próximo sexenio.  

Es lo mejor que pudo hacer, pues hubiera sido un grave error político abandonar el partido por una aventura con algún partido opositor que a ningún lado lo iba a llevar. 

No estuvo mal la negociación que logró con la virtual candidata presidencial, Claudia Sheinbaum, que lo reconoció como la segunda fuerza interna, lo que le permitirá colocar en varias posiciones, sobre todo en puestos de elección popular, a muchos de sus simpatizantes, independientemente de lo que haya negociado para él mismo, que podría ser una senaduría.  

Marcelo sabe que su futuro político está en Morena y que si se salía iba a desperdiciar todo el capital político que ha acumulado, y no es poca cosa, ya que lleva muchos años en la política y como canciller, en el gabinete del presidente Andrés Manuel López Obrador, era una estrella que ayudó a resolver muchos conflictos internacionales. 

Su decisión de permanecer en el partido guinda es no sólo para beneficio propio, sino, sobre todo, para Morena que de esa forma ha evitado una división de la cual podría arrepentirse después, porque podrían bajar sus votos en las elecciones presidenciales y legislativas de 2024.  

Así que después del berrinche, de muchos amagos con jugar del lado opositor y de hacerla de emoción, el excanciller pensó con la cabeza fría y decidió seguir en las filas del morenismo.  

No tomó la decisión de su mentor político, el difunto Manuel Camacho Solís, quien no hizo las paces con el también ya difunto Luis Donaldo Colosio que en 1994 le ganó la batalla por la candidatura a la Presidencia de la República, y quien a la postre terminaría siendo asesinado el 23 de marzo de ese año.  

Camacho Solís no sólo no buscó la reconciliación, sino que se fue del Partido Revolucionario Institucional (PRI) muy molesto con el presidente Carlos Salinas de Gortari, que supuestamente no cumplió el compromiso de hacerlo candidato y después formó el Partido de Centro Democrático, que no trascendió mayormente y en su única participación electoral (en el año 2000) perdió el registro. 

Había mucha expectativa por la decisión que tomaría Marcelo, principalmente en la oposición que esperaba su salida, tal vez no para negociar la candidatura presidencial que ya está ocupada por Xóchitl Gálvez, pero sí para soñar con la división de Morena que debilitaría al partido oficial, que así como se ven las cosas por ahora se enfila a repetir el triunfo en 2024. 

Ebrard decidió mantenerse en el partido, después de dialogar con Sheinbaum y de conocer el resultado de la Comisión de Honestidad y Justicia de Morena que determinó que no hay elementos para repetir el proceso interno de Morena, en el que la exjefa de Gobierno de la Ciudad de México ganó la Coordinación Nacional de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación. 

La comisión también reconoció que hay evidencia de prácticas indebidas por parte de simpatizantes, por lo que iniciarán los procesos de sanción correspondientes, lo cual fue celebrado por el excanciller, aunque aclaró que esas anomalías no ameritan repetir las elecciones internas. 

Es por ello que Ebrard afirmó ayer, al dar a conocer su postura, que hubo un entendimiento con Claudia para que su grupo político tenga representación en los órganos directivos de Morena, como la Comisión de Elecciones y la Comisión de Encuestas, lo que significa que deben darles su lugar como la segunda fuerza al interior del partido. 

Según el excanciller, ni López Obrador ni el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, fueron parte de estas negociaciones, lo que significa que posiblemente fue Sheinbaum quien lo buscó para lograr el acuerdo. 

Como era lógico, López Obrador celebró ayer la decisión de su excanciller de seguir trabajando por la transformación del país, y sobre todo de que se mantenga la unidad interna para afrontar con mayores posibilidades de éxito las elecciones de 2024. 

En el ámbito local se impuso la lógica. Cuando el director del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Zoé Robledo, declinó participar en la contienda interna por el Gobierno de Chiapas, se sabía que el principal beneficiado era Eduardo Ramírez, ya que hasta entonces (21 de agosto) eran los dos mejor posicionados en la entidad con sus respectivos equipos. 

El vacío que dejó la retirada de Zoé provocó que surgieran nuevos aspirantes (hombres y mujeres), que se ampliara el número de interesados en participar en las encuestas para ganar la Coordinación Estatal de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación. 

Por eso, en parte, al final resultaron muchos candidatos internos cuyo destino se definió el viernes pasado durante una “maratónica” sesión encabezada por Mario Delgado en la Ciudad de México. 

Tampoco hay que menospreciar la versión de que el resultado ya estaba cantado, porque fue producto de un acuerdo al más alto nivel que seguramente incluyó al senador zacatecano Ricardo Monreal, que de algún modo ha estado ligado a Chiapas. 

Desde este momento puede darse por seguro que Ramírez Aguilar ganará las elecciones para gobernador en Chiapas no sólo por la fuerza política que ha formado durante más de una década, sino porque la oposición francamente no tiene candidatos con posibilidades de triunfo. 

Además, aunque haya existido inconformidad con los resultados, no se sabe —cuando menos públicamente— de señales de división con motivo de la elección interna, lo que significa que Morena podría llegar unido a los comicios de 2024.  

Una vez definida la candidatura estatal vendrá el jaloneo para la designación de los aspirantes a las alcaldías y las diputaciones locales (las federales se entiende que las va a procesar principalmente el Comité Ejecutivo Nacional). Fin.