Habitantes del barrio de Guadalupe, de San Cristóbal de Las Casas, expresaron su rechazo a la propuesta de que se amplíe el andador peatonal Guadalupano hasta la plazuela porque dicen que les acarreará más problemas que beneficios.

En la ciudad coleta existen a la fecha dos andadores peatonales por los cuales caminan cientos de personas: El llamado Eclesial que va de Santo Domingo a El Carmen (sobre las avenidas 20 de Noviembre y Miguel Hidalgo) que abarca alrededor de ocho cuadras, incluyendo el parque central y la Plaza Catedral.

La parte que tiene mayor afluencia de personas todos los días es el tramo que va del parque al templo de Santo Domingo, ya que en esta última área se localiza el mercado público José Castillo Tiélemans.

El otro es el Guadalupano que tiene apenas tres cuadras sobre la calle Real de Guadalupe, menos exitoso que el Eclesial.

Estos andadores, que en su momento enfrentaron la resistencia de muchos vecinos, fueron construidos durante las dos anteriores administraciones del actual alcalde Mariano Díaz Ochoa. Ya se sabe que la construcción de obras es la que más dinero deja a los gobernantes.

Pues, bien, ante la nueva propuesta de ampliar el andador Guadalupano hasta la Plazuela de Guadalupe (tres cuadras), un grupo de vecinos expresó su “rotundo rechazo”.

En un escrito firmado y enviado al alcalde expusieron: “Quienes nacimos y vivimos en este barrio sabemos del encanto y tranquilidad que envuelve nuestra vida, de los oficios y servicios que ofrecemos a propios y extraños, nacionales y extranjeros; somos gente de trabajo, pero, sobre todo nos sentimos orgullosos de la riqueza de nuestras costumbres y tradiciones, y muestra de ello son las hermosas festividades guadalupanas que congregan a todos los sancristobalenses, sin distinción alguna, a pueblos circunvecinos y personas de todas las nacionalidades”.

Agregaron: “No necesitamos de un andador para llenar de magia a nuestro gran pueblo mágico. No necesitamos que nuestra calle principal se llene de bares y negocios; no necesitamos ver cómo nuestros jóvenes, hijos sobrinos, nietos son consumidos por el alcohol, las drogas y trata de personas. Nos negamos a pensar que esas imágenes formen parte de nuestro día a día; no necesitamos escuchar música a alto volumen con mensajes obscenos; no queremos ver que nuestras aceras se conviertan en baños públicos, tal y como se encuentra el primer cuadro de esta gran ciudad, y qué decir del caos vial que se genera y no únicamente para los habitantes y vecinos del barrio, sino para toda la ciudad”.

A los vecinos de Guadalupe les faltó decir que entre otras cosas, los andadores han ocasionado un incremento desmedido de los llamados vendedores ambulantes o con puestos semifijos en la calle o las banquetas, además de que muchos comerciantes sacan mesas y sillas ocupando los espacios que deberían de ser para las personas que caminan.

También les faltó decir que esos andadores se han convertido en el negocio de su vida de muchos propietarios de casas que rentan locales a precios desmedidos sin que autoridad alguna regule las tarifas. Se sabe de casas adecuadas para comercios diversos que cuestan 40 mil o 50 mil pesos mensuales.

Algunas personas aseguran que este tipo de obras representan la máxima expresión del capitalismo porque con recursos públicos se impulsan negocios privados.

Habría que analizar, entonces, a quién beneficia un andador y a cuántas personas afecta porque se tiene que cerrar una calle a la circulación vehicular, lo que ocasiona serios problemas a la vialidad.

Por eso tienen razón los vecinos que pidieron al presidente municipal que en lugar de proponer ampliar el andador les presente un proyecto que “nos permita soñar con un eficiente servicio de agua potable (inversión en maquinaria y tubería), alumbrado público (grandes luminarias), seguridad en puntos estratégicos del barrio, personal de Tránsito Municipal en las esquinas de mayor circulación vehicular y peatonal, quitar las boyas metálicas que de nada han servido, regular las negociaciones que ya se encuentran establecidos: bares, bares-restaurant, bares-café, vinaterías, etcétera”.

No hay que olvidar tampoco que a una o dos cuadras de la plazuela existe un punto en el que se reúnen, ¿o se reunían?, grupos de los llamados motonetos que operan casi impunemente en la ciudad.

Picotazos. Hablando de motonetos, el martes fue asesinado en el norte de la ciudad un hombre que según las autoridades estaba vinculado con esos grupos. Este es el tercer dirigente importante de este tipo de organizaciones asesinado a balazos en menos de un año en San Cristóbal, lo que significa que la lucha entre los grupos de esta naturaleza está muy fuerte por la disputa de los espacios o del territorio. Donde también resurgió la violencia es en Chenalhó, donde fue reportado un enfrentamiento entre dos grupos, con saldo de un muerto y un herido. La lucha entre el grupo de Autodefensas del Pueblo El Machete y su contraparte (Los Herrera) se ha extendido de Pantelhó a Chenalhó, varias de cuyas comunidades, sobre todo las que se encuentran en los límites territoriales, son ahora escenario de hechos de violencia. La gravedad de la situación en esa zona es extrema, por lo que las autoridades de los tres niveles deben de estar muy atentas para evitar más hechos de sangre. Bueno a las municipales habría que excluirlas porque no solo no ayudan a resolver los conflictos, sino que son parte de alguno de los grupos y por lo mismo provocan o alientan los conflictos. Tal vez la única forma de medio controlar la situación sea mandando más elementos de las fuerzas de seguridad federal y estatal, pero con un papel más activo.