Qué triste y terrible todo lo que ha estado pasando en el municipio de Tila, donde los demonios se soltaron apenas pasadas las elecciones del 2 de junio dejando una estela de destrucción y desolación entre varios miles de personas.

Pareciera que los grupos que se disputan el poder en ese recóndito municipio del norte de Chiapas solo estaban esperando que se llevaran a cabo las votaciones para desatar su furia.

No es poca cosa lo que entre el martes y el jueves de la semana pasada hicieron: tres muertos, cuatro heridos, 17 casas y 21 vehículos de diferentes marcas y modelos incendiados y vandalizados, dos mujeres violadas y más de cuatro mil desplazados.

Estas más de cuatro mil personas están viviendo una prolongación del calvario que ya pasaron la semana pasada, pues su situación actual es muy difícil fuera de sus casas, varias de las cuales fueron destruidas.

Es cierto que se encuentran en albergues instalados por las autoridades y que techo y algo de alimentos no les faltan, pero nunca será lo mismo a estar en su propia casa.

Al principio surgieron versiones de que había al menos ocho muertos, pero al parecer solo se confirmó la de tres, uno de los cuales murió en el hospital de las Culturas de San Cristóbal, a donde había sido trasladado por vía aérea.

Varias familias perdieron todo: casa, carros, pertenencias, y sobro todo, la relativa tranquilidad que tenían. ¿Cómo podrán estar en paz cuando regresen?

Es incomprensible que quienes dicen ser seres humanos, de los dos bandos, actúen con tanta crueldad y causen tanto dolor a sus semejantes, dejándose llevar por la ambición e intereses personales y de grupos, pues el conflicto en ese lugar comenzó hace varios años por la disputa de las tierras ejidales.

La disputa es básicamente entre los ejidatarios y los pobladores que no cuentan con carpeta básica. Lo grave es que al calor del pleito, los dos grupos se han armado o han contratado hombres con armas que además andan en otras actividades ilícitas, según cuentan algunos habitantes, para atacarse y defenderse.

Habría que ver qué papel juega en toda esta descomposición el alcalde Limber Gutiérrez Gómez, quien ha establecido un cacicazgo de más de 20 años en Tila, donde, por cierto, se encuentra uno de los santuarios más importantes en el estado, ya que ahí está la imagen del Señor de Tila, un Cristo negro como el de Esquipulas, visitado por miles de personas al año, lo que genera importantes ingresos económicos.

Da la impresión de que como en otros casos, las autoridades se tardaron para actuar y tratar de poner orden antes de que la población fuera vejada como lo fue la semana pasada. Dejaron que el conflicto creciera y ahora están las consecuencias: destrucción humana y material.

La mayoría de personas afectadas se quejan de que las autoridades las han abandonado porque no enviaron a las fuerzas de seguridad a tiempo para evitar el desastre que sucedió la semana pasada.

Una mujer desplazada dijo que en la cabecera de Tila viven 9 mil personas, lo que significa que la cifra de 4 mil 187 personas que abandonaron el pueblo, según datos oficiales, representa casi la mitad de la población. Fue un éxodo.

Lo importante ahora es que más de 500 elementos del Ejército Mexicano, agentes de la Guardia Nacional y de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana estatal retomaron la plaza para dar seguridad a la población. Su estancia tendrá que ser permanente por un buen tiempo para apaciguar los ánimos.

De acuerdo con información de última hora, todo indica que las autoridades de los tres niveles de gobierno acordaron con el grupo de los llamados Autónomos que este martes inicie el retorno de las familias desplazadas que se encuentran en el ejido Petalcingo, de Tila y en Yajalón.

Según el acuerdo, que se logró durante una reunión realizada este lunes en la cabecera municipal de Tila con la presencia de funcionarios federales, estatales y municipales, las fuerzas de seguridad federal y estatal acompañarán el retorno y permanecerán en el lugar el tiempo que sea necesario.

Además, en el encuentro se convino que las autoridades estatales apoyarán a las familias afectadas para la reposición de los enseres domésticos que perdieron y habrá también acciones simultáneas de los temas de salud, educación y vivienda.

Ojalá, pues, que se haya hecho un buen acuerdo que garantice la seguridad, la paz y la tranquilidad de los pobladores que tanto han sufrido por la violencia.

Pero no solo en Tila se soltaron los demonios, sino también en La Concordia, donde, de verdad, necesitan ponerse las pilas todos para que hagan honor al nombre de ese municipio, golpeado también por la violencia.

Cómo olvidar que apenas el 16 de mayo fue asesinada Lucero López Maza, de tan solo 28 años, quien era candidata a la alcaldía por el Partido Popular Chiapaneco.

De acuerdo con un video difundido en redes sociales, la noche del domingo hombres encapuchados prendieron fuego a cinco casas, aunque no se reportaron lesionados, según fuentes policiacas.

Las mismas fuentes opinaron que la quema de viviendas podría estar relacionada con la disputa por el poder municipal entre los partidos políticos de registro local, pues los dos reclaman la victoria. La diferencia entre el primero y segundo lugar es solo de 232 votos.

Desgraciadamente, en otros municipios ha habido hechos de violencia también en los días posteriores a las elecciones, básicamente por los resultados electorales, pues los perdedores no siempre aceptan la derrota.

Esperemos que ya se calmen esos grupos rijosos que están provocando la violencia en algunos lugares, y que las autoridades de los tres niveles se apliquen para evitar que siga el derramamiento de sangre. Fin