Desde hace tres años, el municipio de Pantelhó se ha convertido en un verdadero foco de constante tensión por la disputa del poder político con armas de fuego de alto calibre entre al menos dos grupos que han dejado una estela de sufrimiento y muerte.
No es que ese municipio indígena de los Altos de Chiapas haya estado en paz y exento de hechos de violencia y de derramamiento de sangre por disputas entre grupos e incluso entre familias, pero ahora la situación es de crisis, sin visos de una solución inmediata.
A partir de la irrupción del grupo El Machete en julio de 2021, se desató en los hechos una guerra con armas de fuego con el grupo de Los Herrera que durante dos décadas mantuvo el control en Pantelhó, lo que ha ocasionado un número no precisado de muertos, heridos y desplazados, a pesar de la presencia de las fuerzas de seguridad federales y estatales.
Hasta ahora es el único municipio de Chiapas que no cuenta con un ayuntamiento electo para que asuma las funciones a partir del primero de octubre próximo como lo harán el resto de demarcaciones de la entidad.
La facultad de nombrar a las nuevas autoridades municipales está en el Congreso del Estado, donde, por cierto, el jaloneo debe de estar muy fuerte porque los intereses que se mueven son muchos, pues hasta funcionarios estatales están involucrados en ese conflicto.
Una parte de El Machete, que se ha partido en dos, se opuso a las elecciones del 2 de junio y a las votaciones extraordinarias del 25 de agosto, porque pretende que sea un Concejo Municipal el que gobierne como ha sucedido desde hace tres años.
Incluso, desde hace algunos meses ese grupo que al parecer tiene la mayoría de pobladores a su favor, designó a los integrantes del eventual Concejo Municipal.
Con el objetivo de que sea reconocido, cientos de habitantes pertenecientes a El Machete viajaron a Tuxtla Gutiérrez el pasado 29 de agosto con el fin de entregar un documento al Congreso local, al parecer sin mucho éxito.
La parte de El Machete que controla el Concejo Municipal en funciones no está de acuerdo con que la legislatura avale a esa autoridad porque sus integrantes y quienes cobren de la nómina municipal pretenden seguir en el cargo.
La caravana que viajó a la capital regresó por la tarde de ese 29 a Pantelhó como llegó, en dos grupos: uno lo hizo por el lado de Bochil y Simojovel y el otro por San Cristóbal y Cancuc.
Pero resulta que uno de los seis o siete vehículos del convoy que decidió viajar por esta última ruta se rezagó y a la salida de San Cristóbal, después de La Garita, rumbo Cancuc, fue emboscado por hombres con armas de grueso calibre.
En los hechos resultó herido de bala Cornelio Encino Núñez, uno de los dirigentes más visibles del grupo que viajó a la capital. Mientras que sus siete acompañantes se dispersaron por la zona que colinda con la comunidad de Cruztón, municipio de Chamula, algunos de cuyos habitantes tienen intereses en Pantlehó, el herido fue trasladado al Hospital de Las Culturas, ubicado en San Cristóbal, donde falleció el 31 de agosto a causa de los impactos de bala.
Este asesinato está directamente relacionado con la disputa del poder político en Pantelhó, presuntamente entre los dos grupos en que se ha partido El Machete, una de cuyas fracciones tiene el poder mediante el Concejo Municipal y la otra parte controla varias comunidades.
Según las acusaciones públicas, en el caso de la emboscada no estaría involucrado el grupo de Los Herrera. Los autores intelectuales, por otra parte, tenían claro a quién tenían que matar por estar impulsado el reconocimiento del Concejo Municipal nombrado hace algunos meses para que sea reconocido por el Congreso local.
En Pantelhó hay muchas manos metidas con intereses de todo tipo, lo que solo abona a una mayor descomposición que agrava el sufrimiento de los pobladores, la mayoría de los cuales vive en una situación de marginación ahora empeorada por la violencia que los azota.
Aunque no está fácil, es posible solucionar el conflicto en ese municipio, con voluntad política de las autoridades, primeramente, y de los actores políticos.
Para empezar, se necesita una campaña de desarme real, para retirar todas las armas que se encuentran en la cabecera y las comunidades, no de hace tres, sino muchos años, y después un arduo proceso de reconciliación y de recomposición del tejido social.
El Congreso del Estado tiene una gran responsabilidad en este caso al nombrar a las nuevas autoridades, pero ya se sabe que hay fuerzas que tratarán de imponerse a toda costa, ya sea asesinando como sucedió con la emboscada del 29 de agosto, causando terror con balaceras o de algún otro modo.
Es posible que el asesinato de Cornelio agrave la situación y haya un recrudecimiento de la violencia que de por sí está a niveles altos, aunque muchas veces no trascienden públicamente los hechos.
No está claro, pero no se descarta que en ese contexto hayan asesinado a balazos el lunes pasado en la comunidad de Tzajalchén, colindante con las localidades Pantelhó controladas por El Machete, al indígena tsotsil, José Gilberto Sántiz Gómez, de 25 años cuando se encontraba tranquilamente tomando un refresco afuera de una tienda.
Hasta donde se sabe, dos sujetos que iban caminando le dispararon a quemarropa, por lo que fue trasladado a la unidad médica ubicada en la comunidad de Yabteclum, del mismo municipio de Chenalhó, pero cuando llegó ya había muerto.
Según denuncias de pobladores, los asesinos fueron identificados como habitantes de la llamada fracción Tzamenbolom, situada en la misa zona, donde opera un grupo de hombres armados. Fin