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Hoy Escriben - Elio Henríquez

Rotonda Pública

Dos días después de la toma de posesión de Donald Trump como presidente de Estados Unidos para un segundo y último período, no ha ocurrido la catástrofe que muchos imaginaban basados en sus discursos de miedo, lo cual no quiere decir que en los próximos días y meses suceda lo peor.

Aunque se mantienen los nubarrones, hasta ayer, por lo menos, no había ocurrido el desastre anunciado, aunque no deja de ser grave la orden de que los agentes migratorios detengan a migrantes en iglesias, escuelas, hospitales y otros sitios que habían sido respetados, entre otras medidas puestas en marcha en el vecino país.

Tampoco es cosa menor la orden de suspender la entrada de inmigrantes a ese país a través de la frontera sur con México, aunque siendo tan jugoso como es para coyotes estadounidenses o de otras partes, el tráfico de indocumentados seguirá porque son muchos los dólares que mueve esa “industria”.

La relativa calma con la que en México se está tomando el inicio del nuevo gobierno, puede apreciarse por el tipo de cambio del dólar, que hasta ayer mantenía en términos generales la cotización de las semanas recientes (poco más de los 20 pesos).

Sin duda, una crisis se refleja en el tipo de cambio del dólar y hasta ayer había estabilidad. Ya se sabe que la depreciación del peso impacta de inmediato en las importaciones, por ejemplo.

La presidenta de México, Claudia Sheinbaum hace bien en llamar a la calma y esperar que en los hechos se vaya viendo el desarrollo de las medidas políticas y comerciales de la nueva administración gringa, al tiempo que el gobierno se va preparando para enfrentar cualquier situación que venga encima.

Hace bien también en mantener el discurso de que exigirá respeto para México, que se defenderá la soberanía nacional y que no se permitirán abusos, hasta donde se pueda. México no es China ni Rusia para pelear de tú a tú con el Tío Sam. Pero debe de tener dignidad y no dejarse pisotear, pues sea como sea, Estados Unidos lo necesita en varios sentidos, empezando por la parte comercial.

Ya se vio el papelón que hizo el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, quien prácticamente se rindió a los pies de Trump cuando recién ganó las elecciones en noviembre pasado, tratando de quedar bien y apartándose de México.

Quiso adelantarse y buscar un acercamiento unilateral y quedar bien con el magnate para tratar de obtener ventajas en la renegociación del Tratado de Libre Comercio y la respuesta del ahora presidente fue que le gustaría que el país de la hoja de maple se convirtiera en un nuevo estado de la Unión Americana.

Como débil que es, Canadá debió unirse a México para tener más fuerza y enfrentar juntos las políticas abusivas de Trump, a quien no le importa pasar por encima de la ley para beneficio propio o de su país.

Una vez que vio que tirarse a los pies del magnate no le dio resultados, Trudeau, advierte ahora que habrá una fuerte respuesta de su país si el presidente de Estados Unidos impone aranceles de 25 por ciento a las importaciones desde Canadá en febrero como anunció Trump al tomar posesión el lunes.

“Canadá responderá y todo está sobre la mesa”, afirmó envalentonado Trudeau en una conferencia de prensa que tuvo lugar el pasado martes, un día después de la toma de posesión de Trump. “Estamos listos para enfrentar todos los escenarios”, reiteró al tiempo de insistir en que “protegeremos nuestros intereses nacionales”.

Mientras tanto, la caravana de migrantes que el lunes partió de Tapachula, avanza por la autopista costera de Chiapas con rumbo al centro del país. A ver cuánto tiempo tarda en que se desintegre o las autoridades tomen otras acciones para disolverla.

Y a todo esto, ¿cuál es el papel que juega lo que queda de oposición en México? Algunos de ese sector estarían felices de que a México le fuera mal porque creen que el perjudicado sería el gobierno morenista y no el país y los mexicanos.

Lo que debería de hacer todo mexicano consciente es cerrar filas con las autoridades para defender a la Nación del huracán llamado Donald Trump, quien, junto con un puñado de amigos, cree tener en sus manos el destino de la humanidad. A ver quién lo para.

Picotazos. A raíz del operativo iniciado el domingo pasado por las fuerzas de seguridad federal y estatal, ha disminuido el número de motocicletas (también de carros, pero menos) en las calles de San Cristóbal de Las Casas. Y es que muchas de esas unidades no cuentan con la placa de circulación correspondiente y sus dueños carecen de casco y de la licencia para conducirlas. Para empezar, hay más de 120 motocicletas menos porque ese domingo fueron aseguradas por los uniformados, y muchas más están guardadas esperando tener la placa correspondiente o que se relaje la policía para circular. Ojalá sea el inicio del orden deseado para que ya no haya grupos de motociclistas que a propósito golpean vehículos en movimiento y acusan a sus conductores de ser los responsables para sacarles fuertes cantidades de dinero… Qué triste que el expresidente salvadoreño, Mauricio Funes, el primer mandatario de izquierda, haya muerto en el exilio, acusado de corrupción por 350 millones de dólares y por facilitar una tregua entre pandillas. Funes llegó a la presidencia de la República (2009-2014), postulado por el exguerrillero Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), precedido de una exitosa carrera de periodista en la televisión de ese país. Una de sus primeras acciones fue reanudar relaciones diplomáticas con Cuba, rotas medio siglo antes. Aunque hubo logros en su gobierno, tuvo la oportunidad de haber hecho algo más y pasar a la historia como un buen presidente. Su fallecimiento a los 65 años a causa de un padecimiento crónico, ocurrió el martes en Nicaragua, donde estaba exiliado desde 2016. Fin