Poco a poco después de que en 2010 entró en operación el hospital de las Culturas de San Cristóbal de Las Casas, su estacionamiento fue ocupado por familiares de pacientes atendidos en ese edificio, provenientes la mayoría de municipios indígenas, que no tenían dónde quedarse.

Primero estaban dispersos en el área protegiéndose como podían, pero paulatinamente fueron colocando carpas hasta que se volvió un lugar en el que muchas familias -cuando se trata de enfermos de comunidades se vienen muchos miembros de la familia a “cuidar” al paciente- duermen.

Se sabe incluso que algunas personas se apropiaron del espacio y cobran para que los familiares de algún paciente ocupen un lugar, sin que nadie les haya dicho o hecho algo para frenar esa anomalía.

Así, a la vista de todos, hace varios años fue creciendo el problema que a nadie parecía importarle, a pesar de que decenas de personas pasan la noche y el día bajo carpas, sufriendo las inclemencias del tiempo: lluvia, sol, frío.

Pero de repente apareció una pareja de ciudadanos sancristobalenses altruistas anónimos que decidió buscarle una solución con sus propios recursos.

Buscando solucionar el problema para los familiares de los enfermos internados en el hospital de marras, hace un par de años la pareja tocó la puerta de funcionarios estatales y federales para que le autorizaran construir un albergue digno.

Por fortuna, sus gestiones de más de un año no fueron en vano y la pareja logró que se autorizara construir el albergue en un edificio en obra negra, construido y abandonado al lado del nosocomio, en las que se pretendía que funcionara el Centro de Vacunología.

Con sus propios recursos, ya se dijo, los benefactores edificaron el alojamiento para familiares de personas enfermas que reciben atención médica en el Hospital de las Culturas y que están al pendiente de su evolución, cuya entrega formal hicieron el martes pasado a las autoridades de salud estatal encabezadas por el secretario Omar Gómez Cruz.

El objetivo es, reiteraron, “dignificar la estancia de los familiares de enfermos que provienen de comunidades marginadas de las diferentes regiones del estado y que duermen hasta el día de hoy, en condiciones infrahumanas en el piso del estacionamiento, sufriendo las inclemencias del tiempo”.

En la construcción de la obra no se ejerció dinero público alguno, sino que todo fue costeado por la pareja que tuvo la idea de hacer el albergue que será administrado por el voluntariado de la Secretaría de Salud con un reglamento. Es posible que se tenga que cobrar una cuota mínima para que quienes lo ocupen lo sientan suyo y cuiden.

Según la información dada a conocer al ser entregado oficialmente, el espacio cuenta con dormitorios para mujeres y hombres, con sus respectivos sanitarios y baños con regadera, cocina-comedor, recepción, oratorio, lavaderos de ropa, jardines, vestíbulo principal de acceso, oficinas, baño de servicio, oficina y caseta de vigilancia, además de bodega, patio exterior, azotea, un jardín grande y jardineras circulares.

Es decir, es un albergue completo con capacidad para colocar cien literas en cada dormitorio, y tuvo un costo de cuatro millones y medio de pesos.

Según lo acordado, el alojamiento entrará en funciones dentro de un mes, aproximadamente, pues falta que sea equipado debidamente, para lo cual se usarán recursos económicos recaudados en una cena de gala que tuvo lugar la semana pasada en Tuxtla Gutiérrez, con la presencia de unas 600 personas, 150 más de las que se esperaban, según informó Gómez Cruz a los donantes.

Lo que algunas personas se preguntan es si quienes se encuentran posesionados del estacionamiento del hospital van a aceptar dejar ese espacio, que como ya se dijo, algunos ya lo volvieron su negocio personal.

Y si es el caso, como se espera, una vez que funcione el albergue y el estacionamiento sea liberado, las autoridades de salud tendrán que buscar la forma de que se cierre con rejas -ni modos, no es lo más conveniente, pero a veces es la única opción ante la actitud de algunos abusivos que se instalan en lugares que no les pertenecen- para evitar que de nuevo sea ocupado.

Alguna vez se comentó que incluso podría servir como helipuerto para que suban y bajen de las aeronaves que trasladan pacientes graves hacia el hospital de las Culturas o de allí a otros nosocomios.

El asunto es que en algún momento habrá que reconocer el esfuerzo de la pareja altruista anónima que decidió construir el albergue que servirá a miles de familias que por necesidad tendrán que acudir al hospital para que sea atendido algún pariente enfermo.

Los donadores de la obra han hecho un llamado a las personas que lleguen a utilizar el alojamiento, para que lo cuiden y lo mantengan limpio. Y a la población de San Cristóbal, algo muy importante que habrá que tener en cuenta siempre: Que cuide en todo momento que a ese edificio no le vayan a cambiar el uso para el cual fue construido.

Picotazos. O el plan de quitar de las aceras las sombrillas que han colocado diferentes restauranteros en los andadores turísticos de San Cristóbal fracasó o el ayuntamiento prefirió no seguirle moviendo por intereses económicos y políticos. Cuando comenzó la iniciativa de retirar tales sombrillotas parecía que el cabildo iba con todo, pero como un globo, poco a poco se fue desinflando, al grado de que ahora ya casi nadie se acuerda y pocos hacen caso. Sólo algunos establecimientos decidieron no sacarlas más porque pretendían cobrarles una buena cantidad de dinero. El caso es que la idea, si es que esa fue, de retirar las sombrillas para liberar espacios y que se pueda apreciar mejor la arquitectura de la ciudad, no se pudo concretar. ¡Lástima, Margarito! Fin