Banner

Hoy Escriben - Elio Henríquez

Rotonda Pública

El doctor Roberto Gómez Alfaro recibió un merecido reconocimiento de la Academia Nacional de Medicina de México por todo el trabajo social que durante muchos años realizó en favor de muchas personas, especialmente en Comitán y otros municipios de esa región del estado.

Gómez Alfaro, de 85 años, dedicó gran parte de su vida a la medicina y a atender la salud de habitantes de comunidades pobres y marginadas, ya fuera en hospitales públicos que dirigió en su sanatorio particular llamado Fraternidad.

Realizó un trabajo de salud importante también en los campamentos de los refugiados guatemaltecos que en 1980 se asentaron en Chiapas -en La Trinitaria, principalmente-, huyendo de la guerra en su país.

Muchas, muchas personas lo recuerdan con especial agradecimiento y cariño por todo lo que hizo junto con su equipo de médicos (entre ellos sus hijos que siguieron su profesión) y enfermeras, entre otros.

El médico comiteco recibió el reconocimiento el viernes pasado durante la ceremonia de inauguración del simposio extramuros titulado Problemas emergentes de salud en la frontera sur de México, que se llevó a cabo en El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur). Estuvo acompañado por su esposa, Gloria Cruz Sánchez, y sus hijos Omar y Ricardo, entre otros familiares.  

En una escena que resultó conmovedora y agregó emotividad al acto, Gómez Alfaro recibió la visita de Eliécer Palacios Grajales, a quien el médico se refirió como “un luchador social” del municipio Las Rosas.

El hombre llegó en una silla de ruedas y se abrazó con el doctor. “Acaba de llegar alguien que yo respeto mucho, el señor Eliécer Palacios, compañero campesino, luchador social que llegó al hospital con agresión por arma de fuego. No nos habíamos visto nunca en la vida, pero me dijo: ‘Doctor, sálveme porque quiero seguir luchando’; no me dijo nada de su familia ni del miedo. No. Quería vivir para seguir ofreciendo sus servicios al pueblo. Gracias, Eliécer, eres un ejemplo para mí, un amigo inquebrantable”.

Gómez Alfaro comentó que el reconocimiento “es algo que nunca pensé que me podría merecer, pero la Academia decidió dármelo. Eso llena todas las ambiciones que uno pueda tener y retrocede uno en su vida para decir que ha valido mucho la vida y agradecerle a Dios las oportunidades”.

Dijo que dedicarse a servir a los demás “es una puerta antes de entrar a la vida eterna porque se pone todo el espíritu, el corazón y el alma para servir; dar es algo invaluable, no se puede cuantificar. Es algo maravilloso. Existe una transformación que poco a poco se va dando, va uno perdiendo interés por lo material empezando por el dinero para cuidar la riqueza más mas grande que es el amor a los demás”.

Qué bien que la Academia decidió reconocer su trabajo, y sobre todo que se le haya hecho en vida. Honor a quien honor merece. Ojalá hubiera muchos Gómez Alfaro, pero por desgracia, cada día prevalece más el interés por el dinero, antes que el servicio desinteresado por ayudar a los demás, sobre todo a quienes menos tienen.

Picotazos. Independientemente de cómo sucedieron los hechos, de quién tenga la razón -o un poco más de razón- y de cómo quede todo al final de este caso, es claro que los estudiantes de la Escuela Rural Normal Mactumactzá le hicieron una abolladura al caso de los Pakales, el grupo que al inicio de la administración impuso respeto y temor para recuperar algo de la seguridad perdida en varias regiones. Cuando hay un muerto de por medio, y más si se trata de un estudiante y la policía está involucrada de algún modo, los que a la postre llevan las de perder son los uniformados. Ya sea en favor, en contra o de manera imparcial, hasta donde ello sea posible, el tema lleva cuatro días en la prensa, incluso nacional. Casos como este son los que pueden ir desgastando poco a poco a los agentes de la FRIP. Es la primera vez en cinco meses que un grupo se manifiesta en las calles de Tuxtla Gutiérrez cuatro días consecutivos en contra del gobierno y su policía, aunque habrá que hacer notar que las movilizaciones se han llevado a cabo de manera pacífica. Por lo demás, qué triste que un joven que estaba a punto de egresar como maestro haya perdido la vida y sus sueños como los de sus familiares hayan acabado en un instante, independientemente de quiénes hayan tenido la culpa… Qué extraño está el lamentable y triste caso del accidente del buque Cuauhtémoc de la Secretaría de la Marina, ocurrido el pasado fin de semana en Nueva York, en el que dos jóvenes cadetes, una mujer y un hombre, perdieron la vida y varios más resultaron lesionados. Se trata de uno de los accidentes que en teoría no tienen por qué suceder porque aparentemente están dadas todas las condiciones de seguridad, a menos que suceda una falla mecánica o humana. Claro, finalmente son accidentes y así hay que tomarlos… Qué decepción para los aficionados del Cruz Azul que en los partidos importantes de las fases finales del campeonato de futbol mexicano no pueden -¿o no quieren?- ganarle al América. Parecía que el domingo tenían casi todo para vencerlo, pero sucedió que el extraordinario portero colombiano, Kiven Mier, cometió un error que le abrió la puerta a las llamadas Águilas. Efectivamente, así como jugó el domingo, la máquina cementera no merecía estar en una final que se jugará el próximo domingo en la casa del Toluca, con la esperanza de que ese equipo no la vaya a cruzazulear. Es cierto que los dirigidos por Vicente Sánchez no contaron con el defensa central Nacho Rivero, uno de sus mejores jugadores, por la expulsión del partido previo ni de Rotondi, otro de sus baluartes, pero sobre todo en el primer tiempo jugó a nada. Uno de los pocos que se salva es el polaco Mateusz Bogusz. Como es lógico, el Cruz Azul es ahora la burla no solo del América y sus aficionados. Ni modos. ¿Alguna vez se les hará vencer a los amarillos? Fin.