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Hoy Escriben - Elio Henríquez

Rotonda Pública

Hay funcionarios y gobernadores del partido oficial que desprestigian a Morena, cuando menos en cuanto al discurso, y si se aplicaran sus estatutos no deberían ocupar ningún cargo.

Son muchos, pero entre los casos que ahora sobresalen están los de la mandataria de Campeche, Layda Sansores y su homólogo de Puebla, Alejandro Armenta.

La primera se ha hecho notar en las semanas recientes por tratar de aplicar la mordaza a comunicadores de la entidad. En el colmo de su delirio había logrado la prohibición por dos años para ejercer el periodismo a Jorge Luis González Valdez y que se suspendiera la publicación digital de Tribuna que él dirige.

Luego de todo el escándalo y las protestas generadas por el caso, la jueza de control interina del Sistema penal oral y acusatorio del estado, Ana Maribel de Atocha Huitz May, dictó nuevas medidas cautelares y ahora “solo” estableció que ambos contarán con interventores designados por el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) para revisar qué pueden publicar, además de que se les prohibió de manera estricta referirse a Sansores.

Ni en los mejores tiempos del PRI, ¡caray! Parece que en Campeche ya hasta extrañan al impresentable Alito.

Armenta, por su parte, propuso en días pasados la ley contra el ciberasedio en Puebla y más recientemente le tronó los dedos en rueda de prensa a su secretaria de turismo, Carla López Malo, para exigirle que agilice la promoción turística de Puebla. Luego tuvo que disculparse. 

Se entiende que no es fácil desterrar una cultura política si no existe voluntad de cambiar realmente y menos si no se predica con el ejemplo desde las alturas.

Finalmente, la clase política del país es la misma y se la pasa de un color a otro, aparte de que la soberbia, el abuso y la corrupción en general están presentes en la gran mayoría de los servidores públicos de todos los niveles.

Ahí está el caso del exsecretario de Seguridad Pública de Tabasco, Hernán Bermúdez Requena, identificado como “fundador” de la organización delictiva llamada “La Barredora”, quien huyó del país el pasado 26 de enero, por lo que es buscado a nivel internacional.

Por lo mismo, el senador Adán Augusto López Hernández, quien lo nombró cuando era gobernador, está ahora en el ojo del huracán. Y así se le puede ir rascando y encontrando muchos casos que hacen pensar a mucha gente sobre el comportamiento de morenistas, que antes fueron perredistas, priístas, panistas, etcétera.

Tal vez si apareciera una nueva clase política proveniente del planeta Marte cambiarían las cosas porque al paso que vamos nos parecemos al cangrejo.

Desde luego que esa clase política aplica también para el vecino país del norte, cuyo presidente, Donald Trump, es el mejor ejemplo mundial de lo que no deberían de hacer los gobernantes (los humanos) que agravian a millones de personas por sus intereses particulares.

El magnate dispara a cada rato cañonazos de aranceles a todos los países y aunque a veces recula y termina negociado provoca constantes fricciones, temores y tensiones.

Ahora ha apuntado contra el jitomate mexicano (antes lo hizo con el ganado y se niega a reanudar la compra de reses) y puesto en serios aprietos a los productores, aunque el incremento tendrá que ser pagado finalmente por los consumidores en el vecino país.

En el colmo del cinismo, hizo en días pasados que el presidente de Israel, Benjamín Netanyahu, su incondicional, por no decir su lacayo, lo postulará ¡al premio Nobel de paz! por haber ordenado una guerra de 12 días contra Irán y luego desactivarla. Y así como están las cosas de alrevesadas en el mundo que a nadie le extrañe que en octubre Donald pudiera recibir el premio.

Quiere figurar en todo como se vio el domingo pasado cuando se coló entre el trofeo y los jugadores que disputaron la final del mundial de clubes que se efectuó precisamente en Estados Unidos.

Su arrogancia y descaro no tienen límites. Hasta se presumió tener el trofeo original en la Casa Blanca, un día después de que prácticamente invadiera el centro del campo donde festejaban los campeones del club inglés Chelsea, sin atender a las invitaciones para que se retirara y permitiera que los ganadores celebraran como lo hacen tradicionalmente.

Para asombro de muchos, el propio Trump contó después cómo se apropió el trofeo: “Me dijeron: ‘¿podrías guardar este trofeo un tiempo?’ Y lo pusimos en el despacho oval. Y entonces dije: ‘¿Cuándo van a recogerlo?’ Me respondieron: ‘no vamos a recogerlo. Puedes dejarlo para siempre en el despacho oval. Haremos uno nuevo’.” Y sí, hicieron uno nuevo.

Pero no todo son celebraciones para el presidente porque las protestas internas se incrementan. Ayer nada, menos, le respondieron con protestas muchos de los trabajadores que laboran en campos agrícolas de California que han sido perseguidos por su gobierno por el simple hecho de ser migrantes que aportan su mano de obra para que Estados Unidos disponga de los productos que necesita.

Picotazos. Las madres que cobran la pensión que los padres depositan a los hijos abandonados agradecerían mucho al poder Tribunal Superior de Justicia del Estado que se busque un mecanismo para que durante las vacaciones puedan cobrar el dinero, ya que durante ese período que está por empezar se les priva de tener ese dinero como si los hijos no comieran y no se enfermaran, dos de las prioridades que tienen que atender diariamente.