La muerte de cualquier persona es siempre muy dolorosa, pero si ocurre como con el caso de Francisco Díaz, quien falleció calcinado el lunes pasado por la noche cuando se incendió su casa en San Cristóbal de Las Casas, es más terrible aún.
Este hecho debe de llamar la atención de las autoridades porque además de la vida de este hombre, las llamas consumieron una casa de estilo barroco y por lo tanto representa una pérdida del patrimonio de la ciudad.
En enero pasado sucedió otro incendio que afortunadamente sólo afectó el llamado cuarto de velas del histórico templo de La Merced, pero no hubo víctimas.
El caso del lunes pasado ha consternado a muchas personas por la forma en que murió Francisco y ha cobrado notoriedad no sólo por la muerte de este hombre, sino porque se evidenció la falta de agua en ese momento para combatir el incendio y porque la alcaldesa Fabiola Ricci Diestel ingresó a la vivienda cuando los bomberos y elementos de otros cuerpos de auxilio combatían el incendio.
Muchas personas han criticado a la alcaldesa, ya que su presencia en el lugar, como ocurrió en el incendio de La Merced en enero, no se justifica, pues en lugar de ayudar estorba, por más que tenga algunos conocimientos sobre el combate de incendios por haber estado antes involucrada con el tema de los bomberos, como primera autoridad no puede ni debe de intervenir por el riesgo que se corre.
Durante el incendio existió mucha confusión porque algunos vecinos aseguraban que nadie había en la vivienda, ya que habían visto salir al hombre, pero no se dieron cuenta de que ya había regresado e incluso algunas personas salieron a buscarlo. Algunos afirmaban que había ido a la tienda a comprar cigarros.
Otros vecinos afirmaban que se encontraba en el interior como resultó ser finalmente, pero no fue posible confirmarlo hasta que los bomberos controlaron totalmente el incendio y lograron ingresar a la casa y encontrar al hombre muerto.
De acuerdo con el peritaje correspondiente, el incendio fue causado por el fuego de un cigarro, aunque no se ha establecido si fue por descuido o por qué razón.
El caso es que Díaz murió durante el incendio y la casa quedó destruida casi en su totalidad, ante el asombro no sólo de los vecinos inmediatos de la víctima que vivía sola.
A muchas personas les indignó que no hubiera agua suficiente para abastecer las pipas de Bomberos y de otras corporaciones, lo que habla de la necesidad de que las autoridades municipales -en este caso sí podría y debería de intervenir la presidenta- buscan la forma de colocar hidrantes o tanques elevados para ese tipo de emergencias.
Movilizar con rapidez pipas por las calles tan agostas de San Cristóbal es muy complicado y si a eso se le agrega que muchas veces no existe la suficiente disposición de los automovilistas para dar paso a las unidades de emergencia, la situación se vuelve más dramática.
Otro hecho que esta semana llamó la atención de la población es la inauguración de una obra titulada Sueño en primavera, de la escultora Blanca Ricci Diestel hermana de la alcaldesa Fabiola Ricci Diestel.
Ambas han asegurado que la obra fue donada sin costo alguno para el ayuntamiento, pero de todos modos su instalación tuvo un costo declarado de 487 mil 212 pesos que pagó el ayuntamiento, es decir, el pueblo. Habrá que ver quién se benefició con el diezmo o lo que se haya cobrado por edificar la construcción.
En el sitio en el que fue instalada la escultura estaba la llamada fuente de los Cantaritos que fue destruida porque así se les ocurrió a quienes ahora están el poder municipal para darle paso a la nueva obra que ya está en boca de medio pueblo no precisamente para alagarla.
Pero más allá de lo anterior y del conflicto de intereses que encierra el caso, la escultura ha sido duramente criticada en redes sociales porque nadie o muy pocas personas entienden el significado de una mujer acostada y en posición de avasallada, sin mucho sentido, sin estética, por lo que ha sido motivo de burlas.
El ingenio popular ha estado desatado e incluso ya fue bautizada como “la mujer desnucada” y se le ha comparado con imágenes diversas que rayan en la comicidad.
La autora, Blanca Ricci, quien además se desempeña como directora del Museo de San Cristóbal (Musac), explicó que Sueño en primavera, “es para rendir tributo a las mujeres que con manos sabias y corazones pacientes dedican sus días a sembrar y cuidar las flores”.
La escultura parecería estar dedicada a las mujeres indígenas de Zinacantán, municipio en el que cientos de ellas, junto con sus maridos, se dedican a cultivar flores para su comercialización, lo que no ocurre en San Cristóbal.
Tal vez habría que preguntarle a algún experto si esa escultura representa en realidad algo para la ciudad, si tiene un significado que dignifique a las mujeres y si estéticamente vale la pena mantenerla en ese lugar situado en el barrio de El Relicario, cerca del Merposur.
Quizá se podría hacer también una consulta a la población si le gusta y si está de acuerdo en que permanezca o si se retira y se coloca otra cosa que provoque una mejor sensación acerca de lo que debe de representar el arte.
Hasta donde se sabe, existe mucha inconformidad entre muchas personas de la comunidad de artistas por el papel que está jugando la directora del Musac acaparando muchas cosas, incluso espacios de ese edificio para sus propias obras por las que luego se piden decenas de miles de pesos. Fin