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Hoy Escriben - Elio Henríquez

Rotonda Pública

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sigue buscando enemigos para tratar de sacar provecho arancelario, para atacar con cualquier pretexto o simplemente para distraer la atención por los múltiples problemas internos y las protestas ciudadanas que enfrenta cada vez con mayor fuerza.

Sin desistir del caso Venezuela, el fin de semana le dio por enfocar sus agresivas baterías discursivas en contra de Colombia, al que, por cierto, llamó “Columbia” y al presidente Gustavo Petro, “un líder del narcotráfico que fomenta la producción masiva de drogas en grandes y pequeños campos”.

Como era de esperarse, lo amenazó con que si no cierra “esos campos de exterminio de inmediato, Estados Unidos los cerrará y no será de buena forma”. Es decir, la misma amenaza de intervención militar como la que desde hace varias semanas ha hecho en contra de Venezuela, vecino de Colombia.

El mandatario de Estados Unidos reaccionó de esa forma, luego de que Petro denunciara que las fuerzas militares gringas están asesinando a pescadores en el mar Caribe, con el pretexto de la lucha contra el narcotráfico, aunque el sentido común sugiere que lo que busca la Casa Blanca es apoderarse del petróleo de Venezuela y de otras zonas del área. El tema de las drogas es solo un burdo pretexto.

Después de la andanada, el presidente colombiano acusó a Trump de ser grosero e ignorante con esa nación, al tiempo que lo llamó “ignorante” y le sugirió leer Cien Años de Soledad, del escritor Gabriel García Márquez.

No solo contra Venezuela, Colombia, Brasil y México en menor medida, mantiene Donald una hostilidad inaceptable de diversas formas empezando con los aranceles, acusaciones de narcotráfico en contra de gobiernos y provocaciones militares.

Justo el fin de semana en que se fue en contra de Petro, en Estados Unidos marcharon millones de personas en 50 ciudades en contra de su presidente con la consigna “no queremos reyes”. Pareciera que en alguna forma se desquitó con Colombia y al mismo tiempo trató de desviar un poco la atención sobre las manifestaciones internas multitudinarias.

Lo cierto es que una vez agotado el pretexto del comunismo acerca de que representa una amenaza para su hegemonía, el gobierno de Estados Unidos ha encontrado-actualizado ahora el argumento del narcotráfico terrorista para intervenir y hasta atacar a países que no se pliegan a sus intereses.

Eso es lo que está ocurriendo con Venezuela y ahora pretende hacer lo mismo con Colombia. El gobierno de las barras y las estrellas no ha encontrado otro pretexto más o menos válido para intervenir ilegalmente como lo ha hecho a lo largo de la historia en otras naciones.

Ese el mismo argumento (el del narcotráfico) que ha estado usando Trump para presionar al gobierno de México, con el fin de que ceda a sus demandas de intervenir en el territorio nacional sin respetar la soberanía.

Por eso, desde los primeros meses de su gobierno que comenzó el 20 de enero pasado, Trump hizo que se aprobara una ley para calificar a los cárteles mexicanos como “organizaciones terroristas extranjeras”.

Antes eran el comunismo, la violación de derechos humanos, la falta de democracia y el terrorismo a secas los pretextos para amenazar o intervenir en distintos países, pero ahora son los cárteles del narcotráfico a los que se les agregó el calificativo de “terroristas”, para que no quede duda de que son una verdadera amenaza.

Bajo ese argumento, no importa si existen elementos reales o no, lo que le interesa al gobierno gringo es justificar de algún modo su intervencionismo descarado, que ahora acompaña con la imposición de aranceles a diestra y siniestra, sin respetar el derecho internacional.

Independientemente de si en Venezuela existe una dictadura (Estados Unidos se arroga el derecho de incluir o excluir a cualquier país de tal calificativo tenga o no dictadura), la Casa Blanca ha esgrimido por ahora el pretexto de las organizaciones narco terroristas, aunque en el fondo busca también un cambio de régimen para colocar a un títere como los tiene en otros países para que responda a sus intereses.

En este contexto, las presiones contra México son cada vez mayores, sin que allende el río Bravo el gobierno de Trump haga algo realmente importante para combatir el tráfico y el consumo de drogas, pero aparentemente, la presidenta Claudia Sheinbaum ha sabido librar el embate de su homólogo gringo que arreció hace algunas semanas.

No es de extrañar, pero los países como Argentina que están a sus pies lamiéndole las botas, son excluidos de acusaciones de tener relaciones con el narcotráfico. Más bien está enfocando sus baterías en contra de las naciones con gobiernos progresistas o de izquierda, lo que sea que eso signifique.

Ante la sarta de acusaciones y amenazas, los gobiernos de los países afectados deberían de unirse y hacer un bloque, a ver si de alguna manera pueden parar al imparable Trump en su intento por hacer del mundo su juguete preferido.

Los dos únicos países por los que Donald tiene todavía algún respeto, son China, la potencia económica, y Rusia, que mantiene mucho poder todavía. Son estos dos los que de alguna forma podrían ser una especie de dique en sus intentos de extender su hegemonía mundial.

Aunque con Colombia parece un poco menos inminente la agresión militar porque el único pretexto es el del narcotráfico -que no es poca cosa-, Venezuela está en la mira directa del Tío Sam y de un momento a otro podría actuar de una u otra forma para obligar la salida de Nicolás Maduro y poner a un títere. Total, para eso consiguió que le dieran el Premio Nobel a la opositora María Corina Machado, a quien usará si es necesario para sus fines y sus intereses. Fin