Cada determinado tiempo suceden hechos que pueden marcar de una u otra forma un quiebre o dar un vuelco en la vida política o social de cualquier localidad, estado o país, según el rumbo que vayan tomando.
Tanto en México como en Estados Unidos han sucedido en estos días situaciones que podrían implicar cambios internos por su repercusión en el gobierno y en la sociedad.
El hecho que en nuestro país está generando un bravo debate es el asesinato de Carlos Manzo, presidente municipal de Uruapan, Michoacán, que tiene que ver con la seguridad, uno de los temas más sensibles que se perfila como uno de los principales en las elecciones intermedias de 2027 y de las presidenciales de 2030.
Cada vez que ocurren hechos o crímenes como ese, las Cámaras de Diputados y el Senado se vuelven un hervidero, como sucedió el martes en la Cámara baja a la que los opositores panistas y priístas llegaron con el símbolo de moda: sombreros manchados de sangre en protesta por el asesinato de Manzo.
El debate y las acusaciones subieron de tono el grado de que los legisladores opositores y del oficialismo casi llegaron a los sombrerazos cuando discutían el dictamen del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2026. Lo que pasa siempre en esa Cámara es el reflejo más nítido de lo que sucede en el país.
Y es cierto, la oposición, principalmente el Partido Acción Nacional (PAN), ya está haciendo campaña con el asesinato del alcalde de Uruapan, peor que nadie se extrañe porque si Morena estuviera ahora del otro lado haría lo mismo. Eso hacen en general los partidos opositores para desgastar al adversario en el poder.
Habrá que imaginar cómo sería la reacción del PAN o del PRI si el finado Manzo, quien era un alcalde independiente, hubiera pertenecido a alguno de ellos.
Lo que es un hecho es que las campañas políticas rumbo a las elecciones intermedias de 2027 han comenzado de algún modo con el asesinato del alcalde michoacano, con la esperanza opositora de que su discurso de narco partido influya en ánimo del presidente de Estados Unidos Donald Trump, para que le dé cuando menos un coscorrón a Morena, ahora que uno de sus argumentos para intervenir en países incómodos es el combate al narcotráfico.
En lugar de aferrarse al apoyo del Tío Sam, la oposición debería de ponerse a trabajar con propuestas en lugar de confrontar sin mucho ton ni son porque la base social de Morena es muy grande como para socavarla lo suficiente sólo con discursos que llaman a la violencia cuando lo que el país necesita son planteamientos que enfilen a la consecución de la paz.
Ya se vio que ni la guerra contra los grupos del crimen organizado ni los “abrazos, no balazos” son una opción para librarnos de la violencia que impera en muchas regiones del país, por lo que es necesario delinear una estrategia que dé buenos resultados.
Si México vive horas difíciles, el vecino del norte y su capataz andan de capa caída porque a pesar de todo el poder político y mediático de Trump, el joven Zohran Mamdani, candidato demócrata socialista de 34 años, ganó la alcaldía de Nueva York, considerada la capital financiera mundial, además de que el Partido Demócrata perdió dos gubernaturas: Virginia y Nueva Jersey.
No es sólo que el próximo alcalde de esa Torre de Babel que es Nueva York sea opositor al todo poderoso presidente, sino que, lo más llamativo, Mamdani es inmigrante, musulmán y socialista, es decir, un antiTrump, lo que tiene indudablemente implicaciones nacionales. En lenguaje coloquial podríamos decir que ahora sí se le apareció el diablo.
No sólo eso, el joven de origen musulmán derrotó a una cúpula política y económica bipartidista, incluidos los multimillonarios Elon Musk y Michael Bloomberg. “Soy joven... Soy musulmán. Soy un socialista democrático. No me disculparé por eso”, les ha refregado el alcalde electo.
Para tener una dimensión del apoyo y la esperanza que Mamdani generó hay que decir que según datos reportados por autoridades electorales locales y la prensa, la participación de votantes en Nueva York el pasado martes fue la más alta desde 1969, pues superó los dos millones de sufragios. Fueron los comicios que atrajeron ese día el centro de la atención en Estados Unidos.
Los resultados electorales del martes son un revés para el presidente, quien había amenazado con reducir el apoyo federal a Nueva York si ganaba Mamdani, a quien ha calificado de “comunista”. Tras su victoria, afirmó que “Estados Unidos se enfrenta a una elección entre comunismo y sentido común”.
Después de la derrota de su partido en Nueva York, Virginia y Nueva Jersey, Trump ha dicho que se debieron a que su nombre no estaba en las boletas y por el cierre del gobierno que afecta muchos servicios en el vecino país. El mentor político de Mamdani es nada menos que el senador socialista democrático Bernie Sanders, originario de Nueva York.
Sus propuestas de campaña son las que atrajeron el voto de la mayoría de habitantes de Nueva York: congelar rentas de viviendas y habilitar servicios de autobuses gratuitos, entre otras, por lo que tendrá que hacer grandes esfuerzos para cumplir y colocarse como una figura que posteriormente pueda escalar hasta lograr la candidatura presidencial de Estados Unidos.
Picotazos. El acoso que la presidenta Claudia Sheinbaum sufrió el martes cuando caminaba por el centro de la Ciudad de México es de suma gravedad porque muestra la frágil seguridad en torno a la mandataria. Pudo haber sufrido una agresión de consecuencias mayores. Parece increíble que el personal que la cuida haya permitido que el sujeto, en estado de ebriedad y posiblemente drogado, se dijo después se acercara tanto al grado de tocarla como lo hizo. Tratándose de un delito, la jefa del ejecutivo federal interpuso ya la denuncia correspondiente. ¿Habrá registro de cuántos presidentes han presentado alguna denuncia formal por algún delito? Por acoso es seguro que es la primera vez, ya que Sheinbaum es la primera presidenta. Fin








