El Bety: historia para contar

Descansa en paz, Carlitos

Los centros nocturnos nacieron en la década de los ochenta en Tuxtla Gutiérrez. En ellos se combinan el desnudismo, las danzas eróticas de mujeres y la venta de alcohol en una clientela embriagada por la concupiscencia.

Quizá los muchachos de hoy no lo saben, pero famosos fueron El Bety, King Kong, La Maestra, El Tío Bucho, Martha Estrada, El Kumbala, el Súper 8.

Frecuentados por hombres adinerados que llegaron a deleitarse en una fiesta de cuerpos esculturales, esos lugares estaban sujetos a una regla básica: se hallaban fuera de la ciudad.

El Bety, que se localizaba en una mansión lujosa rumbo a Chiapa de Corzo sólo pasando el puente, sobresale en la lista porque de allí se confeccionaron historias caprichosas por su espectacular notoriedad y por la peculiaridad de su proxeneta. Era El Bety un personaje sui generis de ese Tuxtla de añoranza.

¿Alguien vio la película Studio 54, cuando la mexicana Salma Hayek empieza a despuntar? Esas noches se vivían en El Bety. Cuentan que tuvo un final trágico ya que, en un arranque de celos y locura, mató a su pareja sentimental (varón) de un tiro en la sien y luego se suicidó.

La Palapa del Negro

El Gitano también brotó a la sazón y todavía persiste en la zona galáctica. Su fama no sólo va en torno de la efigie de mujeres que adornan sus espectáculos nocturnos, sino también por su elegancia. Y lo caro. Las férvidas que bailan ahí y enseñan sus partes íntimas bañándose en una regadera son tan esculturales como Nefertiti.

A un burócrata le resultaría complicado ir en tiempos de austeridad: o come, o va y deja su quincena en una botella de trago del más barato. Y ya no digamos con la compañía de las chicas despampanantes.

La prostitución es tan antigua como el hombre, desde Roma hasta los aztecas, en todas las culturas llegando a nuestros días. Hoy, sin embargo, en Tuxtla existe un riguroso control a partir de reformas legales cuya prioridad son los jóvenes. Ellos son la principal carnada en ese grave problema de salud pública.

En el pasado, Tuxtla se volvió un paraíso etílico. Le doy un dato: en el gobierno de Seth Yassir Vázquez Hernández, había al menos 14 bares y cantinas por cada una de las colonias sin anotar el clandestinaje (alrededor de tres mil). Teníamos 600 colonias en la ciudad. Es decir, una cantina por cada 79 habitantes. Y con Samuel Toledo Córdova como alcalde nada cambió.

Sólo en el perímetro del parque de La Marimba, conocido por su tradición familiar, el ayuntamiento (2011-2012) autorizó 50 bares en los que el lenocinio era emblemático. Se conjeturó, incluso, que el mismo Yassir fue dueño de la cantina La Palapa del negro, para ir ad hoc con el asunto.

Moraleja

Así como nació con la humanidad, de igual manera se le ha combatido. Y, si no, dígame porqué Sodoma y Gomorra fueron destruidas con una lluvia de fuego y azufre. Actualmente, en Tuxtla se asumen políticas integrales que abarcan a los distintos niveles de gobierno empezando en las mesas de seguridad.

No es fácil luchar contra un monstruo de tantas cabezas, sobre todo porque en México la corrupción, impunidad y complicidades formaron parte de la vida pública. Ese es el gran desafío del presente: combatir flagelos que heredaron gobiernos corruptos. Difícil, pero la metamorfosis ya no puede detenerse…

Adiós, Carlitos

Aquí es cuando uno se pregunta ¿por qué en México se abolió la pena de muerte? Es un tema controversial en el que se mezclan la ética y lo jurídico. También de luchas ideológicas. Pero ¿y si lo vemos como un método de control social para castigar a culpables de delitos graves?

Ahora, ya ni siquiera se puede poner el nombre completo de un chacal y es obligatorio colocar una cinta en los ojos si se publica una fotografía. Se usa la letra N.

Ni cien años de cárcel son suficientes para castigar a Sandival “N” y Elena “N”, quienes, presuntamente, asesinaron a golpes al niño Carlitos en una casa del fraccionamiento de clase media Casas Geo, en Chiapa de Corzo. Es un crimen que nos parte el corazón.

Uno no puede enterarse del caso y pasar de largo. Es inevitable llorar. Descansa en paz, Carlitos. Y que tus asesinas copulen con el demonio por la eternidad.