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Hoy Escriben - Húbert Ochoa

Sólo para enterados

María: su muerte trágica

Jorge Alexis Zuart Córdova

“Como un mar, alrededor de la soleada isla de la vida, la muerte canta noche y día su canción sin fin”.

(Rabindranath Tagore)

Como todos los días, ese martes 29 de marzo de 2022, María salió de su casa para ir a trabajar. Tenía 56 años. Vivía en privada Benjaminas número 128, colonia Loma Bonita, de Tuxtla. Del parque central de Tuxtla a ese enclave hay más de 7 kilómetros. Los lotes se subastan como en tienda de abarrotes. Abundan perros hambrientos y escuálidos.

¿Es el destino un poder sobrenatural que guía la vida humana? Quizá sí, porque ese martes a ella se le hizo un poquitín tarde para llegar a sus labores de limpieza en el centro de la ciudad. Ya no regresó a casa.

Seguramente usted vio el video de la tragedia en la que María perdió la vida, en bulevar Belisario Domínguez y 15 poniente, alrededor de las 6:27 de la mañana, frente a plaza Bonampak. Los portales de Facebook cuyo festín es el morbo fueron los encargados de subirlo. No es objetividad, sino lucro con la muerte y el dolor ajeno.

Si bien se aprecia que el semáforo marca verde y que, al parecer, la víctima va distraída o lleva prisa, también se ve la altísima velocidad con que el sujeto conduce la combi tipo Urvan número económico 8006 y no va en su carril correspondiente.

Si el gañán hubiera ido en la vía adecuada, hoy yo no le estaría contando esta historia que ha conmocionado a los tuxtlecos. Nos duele. (Omito nombre del conductor).

El cadáver de María quedó en un enorme charco de sangre. Fue arrastrada varios metros debajo del colectivo. Murió de forma instantánea por traumatismo craneoencefálico. Su celular intacto, cerca de ella.

No es el primer caso. Ni será el último, estoy seguro, aunque quisiera. Se culpa al gobierno porque, dicen, no aplica el reglamento, pero es una cuestión más de fondo: se llama antropología.

Y la antropología de los colectiveros es el salvajismo. Son bárbaros al volante. No tienen educación, se pasan las reglas de tránsito por el arco del triunfo, les vale madre que llevan personas, no animales.

Conducen como poseídos, crudos y energúmenos. Para ellos no existen las normas de urbanidad. Su lujo es la soberbia y su reino el caos. Son como enviados del averno en esta metrópoli si bien hermosa, también caótica porque la cultura vial es utopía.

Narcocorridos

La música de banda, narcocorridos y reguetón que siempre escuchan a todo volumen los retrata con nitidez, pero, bueno, eso posiblemente se les perdona. Lo que a ellos les gusta no tiene porqué gustarle al pasajero. Subirse a un colectivo es jugar a la ruleta rusa.

Sin colectiveros, sin taxistas abusivos, sin repartidores de gas, o los de coca cola, sin Megacable, viviríamos felices en esta preciosa ciudad a la que se le extraña y sueña cuando uno no está aquí. Claro que eso no será posible porque no habitamos el País de Nunca Jamás, de Peter Pan.

El caso de María lo tiene la Fiscalía Metropolitana. El miércoles 30 la sepultaron. Su familia le llora desconsolada. Nadie entiende -no lo entendemos- que la muerte nos sonríe a todos y está ahí, siempre al acecho.

María nos ha dejado. Sin duda, su verdugo saldrá pronto de la cárcel por la clasificación que el ministerio público hará sobre el delito. Es tiempo de que la autoridad actúe con rigor. De lo contrario, muchos hogares seguirán sufriendo luto y dolor.

Jorge Alexis Zuarth

Él marca la diferencia en la policía municipal de Tuxtla Gutiérrez. No es un burócrata. Antes, los jefes policíacos emergían de la improvisación, amiguismo y caprichos de un alcalde. Jorge Alexis Zuart Córdova es tuxtleco joven que hace con pasión su trabajo. Un profesional.

Disciplinado, estudioso de las ciencias criminales, sencillo, cordial y educado; no es el prototipo del policía prepotente y gandalla a que nos tenían acostumbrados en otros sexenios, sobre todo en la época del troglodita Salazar, cuando la policía fue una Gestapo y el gobierno se ahogó en la aporofobia.

Tal desastre en las policías provocó un fenómeno social grave porque los ciudadanos ya no sabíamos de quién cuidarnos más: si del bandido agazapado en cualquier esquina, o del policía con cangurera, charola y pistola al cinto, colmando de impunidad. La delincuencia alcanzó niveles alarmantes.

Jorge Alexis, el jefe de la policía municipal de Tuxtla, personalmente encabeza los operativos de seguridad. Por eso hoy, usted que me lee, yo, nuestras familias podemos dormir tranquilos, abrazados de Hipnos o Morfeo.

Y eso no se logra con ninguna clase de alquimia ni prácticas esotéricas. Trabajo eficaz, ética y compromiso social, es la clave. Sólo eso…