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Hoy Escriben - Húbert Ochoa

Sólo para enterados

Guirao Aguilar

La riqueza

“El poder es como un explosivo: o se maneja con cuidado, o estalla”: Enrique Tierno Galván, sociólogo y jurista español.

Las Vegas, Nevada. 12 de octubre de 2013. Arriba del cuadrilátero pelean los boxeadores Juan Manuel Márquez y Timothy Bradley. En ringside están Rafael Guirao Aguilar, su familia y miembros del ayuntamiento de Chilón. Guirao era alcalde de Chilón, entonces uno de los municipios más pobres de Chiapas.

Por sí solo ese viaje de placer costeado presuntamente con recursos públicos ya era indignante, pero no fue lo peor.

El escándalo surgió al ventilarse que Guirao pagó 50 mil dólares al pugilista mexicano Juan Manuel Márquez por exhibir el logotipo de la Fundación Chiapas Verde en sus pantaloncillos. Nadie ordenó pesquisas sobre ese hecho ventilado por la prensa nacional.

En las últimas horas del 24 de abril de 2013, dos días después de que organizaciones defensoras de derechos humanos llegaran a Chilón para comprobar el clima de violencia que había en el lugar, en la puerta de su casa es asesinado de cinco tiros Juan Vázquez Guzmán, luchador social ligado al zapatismo.

Decenas de personas acudieron al palacio municipal solicitando mediación del alcalde, pero Rafael Guirao no estaba. Tampoco estaba en el pueblo.

El homicidio quedó impune y nada se supo de los asesinos que huyeron en una camioneta color rojo perdiéndose en el secreto que da la noche.

Protestas

Mayo 26. 2015. Hombres y mujeres de Chilón salen a las calles a protestar por la escasez de agua potable. Pero desde febrero de ese mismo año, en sigilo, Guirao había abandonado el cargo para contender por una diputación federal.

Al no obtener respuesta, el 29 de mayo volvieron a manifestarse bloqueando esta vez la entrada al municipio como medida de presión para exigir respuesta a sus demandas.

El 30 de mayo, un grupo de choque al servicio de Guirao Aguilar rompe el bloqueo, golpea a manifestantes, quema una cafetería, destroza patrullas y secuestraron a Guillermo Godínez Martínez, principal líder del movimiento.

Obsesión

Guirao estaba obsesionado con la gubernatura de Chiapas. Muchas veces vociferó que sería el sucesor en 2018.

Por ese desvarío, trascendió que Guirao participa en un conciliábulo de brujos en junio de 2013, en el municipio de Salto de Agua. Era media noche. Portaba túnica blanca que le da a los tobillos de los pies y diadema de laureles sobre su cabeza. Cae en trance.

Guirao pregonaba que los dioses Mayas le habían hablado señalándole el camino, y ese camino llevaba al palacio de gobierno. Algunos insensatos le creyeron tal perogrullada.

Odio

En enero de 2014, los capitalinos se sorprendieron pues, de la noche a la mañana, aparecieron enormes espectaculares en puntos estratégicos de Tuxtla Gutiérrez reprobando la unión de personas del mismo sexo.

También legalización del aborto, despenalización de la mariguana, entre otros temas que se debaten a nivel nacional y local. Incluso, hasta en algunos conejobús fue colocada la propaganda de linchamiento.

Pero ¿quién promovía tanto odio y agresión hacia otras personas? Era, ni más ni menos, que Rafael Guirao Aguilar, en complicidad con el sospechoso pastor Josué Pérez Pardo.

La paga del pecado es muerte (Romanos 6:23) se leía en los anuncios costeados con dineros del ayuntamiento de Chilón y endosados a la fundación Chiapas Verde, membrete apócrifo que le sirvió a Rafael Guirao Aguilar para desatar una loca campaña que, según él, lo catapultaría al gobierno en 2018.

Abuso

En diciembre de 2015, Guirao Aguilar, desde su jerarquía de diputado federal, fue acusado de estimular el trabajo infantil en Chiapas. En un pomposo evento, Guirao entregó cajas para lustrar zapatos a niños que limpian calzado en calles de Tapachula, las cuales llevaban su fotografía.

Guirao difundió imágenes del evento en sus redes sociales, donde se observa que los niños “beneficiados” prefieren taparse el rostro. Se sienten avergonzados.

Por tres años se perdió en el ostracismo, pero Guirao está de regreso. Asoma las napias ahora que se avecinan tiempos electorales. Es temporada de buitres, como le dije en mi entrega de ayer, aquí mismo.

La hermana

Flor Guirao, hermana de Rafael, manejó toda la obra pública cuando éste “gobernó” Chilón. Fue un secreto a voces que usó constructoras ad hoc.

Luego fue diputada local a cuyas sesiones llegaba en camionetas de lujo, desde Hummer (ésta con valor de un millón 800 mil pesos), hasta las llamadas “Lobo”.

Antes de que la opulencia les sonriera, los Guirao tenían muchas dificultades financieras, como cualquiera de nosotros, asediados por cobradores de Coppel o Elektra.

Rafael era saca-bolos del antro Las Velas, de San Cristóbal y Flor no tenía para comprar una bolsa de volovanes cuando estudiaba ciencias de la comunicación en la Unach. Hoy son dueños de varias cuadras de caballos pura sangre y una riqueza escandalosa.