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Hoy Escriben - Húbert Ochoa

Sólo para enterados

Chiapa de Corzo

Techos de cartón

“…que lejos pasa una esperanza en las casas de cartón…”

El Refugio es un arrabal agobiado por pobreza e inseguridad en el municipio de Chiapa de Corzo, a 15 kilómetros de Tuxtla Gutiérrez por la carretera federal 190. Predomina el narcomenudeo. Otro más de esos tantos barrios marginales que lastiman a América Latina en plena globalización.

En la memoria colectiva atormenta el caso de una niña a quien dos maleantes le robaron veinte pesos y la violaron. El entonces munícipe Límbano Domínguez Román fue informado del bestial ataque.

¿Y sabe qué respondió?: “me vale madres”. Lejos de llamarlo a cuentas y castigarlo por omisión, a Límbano lo hicieron diputado.

La Ruiz Ferro también es colonia de Chiapa de Corzo potencialmente en las fronteras del caos. Muchas casas se cubren con techos de cartón haciéndonos recordar aquella vieja balada del compositor venezolano Alí Primera, canto infinito de protesta.

En Chiapa de Corzo la anarquía tocó puerta y entró causando una ola de hechos violentos desde los tiempos del bribón Límbano Domínguez Román, ligado al expresidiario Pablo Salazar Mendiguchía.

En la actualidad es fertilizada por Leonardo Cuesta Ramos, del establo verde-ecologista al igual que Límbano. Es Leonardo una chucha cuerera en mañas financieras ya que fue tesorero en el gobierno municipal de su predecesor Jorge Humberto Molina Gómez.

Chiapa de Corzo y sus templos dan ese toque cultural a uno de los lugares más bellos del mundo por su arquitectura, folclor y comida, así como por la antropología de su pueblo que se manifiesta en el parachico, sus dulces tradicionales, el tamal de chipilín o el pozol de cacao.

Bravos

Ascendencia de hombres ilustres de cuya lista sobresalen Don Ángel Albino Corzo y el maestro Ceferino Nandayapa que hacía vibrar las maderas de hormiguillo con la destreza de sus manos, Chiapa de Corzo pasa una situación grave por la apatía de un alcalde indómito, abusivo, fascista y neoliberal.

La pila, pábulo de orgullo para nativos y foco de atención del turismo nacional y extranjero que nació con la Conquista, permanece abandonada. Cuesta Ramos culpa al Instituto de Historia Natural mientras la obra colosal se deteriora al paso del tiempo.

Es Chiapa de Corzo territorio bravo. En los cincuenta, la gente ató en la pochota grande a un presidente municipal por corrupto. Le dieron memorable lección. En los noventa se repitió la hazaña con el exedil Jorge Alberto Gómez Gómez.

A mediados de 2022, furibundas familias llegaron al palacio municipal y encerraron a Leonardo Cuesta por trácala e incumplir compromisos. Horas antes, Cuesta había mandado a la policía para agredir a locatarios del mercado Benito Juárez.

Qué sadismo del alcalde, pues mientras la crisis de seguridad va en aumento en el municipio, él reprime ante su ineptitud para gobernar. Es el clásico político de aldea, de esos torpes gobernadorcillos que todavía mantienen secuestrada la ética.

Despotismo

Chiapa de Corzo vive un principado de despotismo recapitulando sus peores épocas. En junio de 2022, el director de Servicios Públicos Primarios del Ayuntamiento, en presunto estado de ebriedad, fue detenido por atropellar a una mujer y a su hijo.

Oscar Lenin Chamec, familiar de las víctimas, afirmó que a Carlos “N” lo capturaron agentes ministeriales luego de intentar darse a la fuga, trasladándolo a la Fiscalía General de Justicia.

El Ayuntamiento, a través de un comunicado, reconoció el hecho ocurrido sobre la avenida 21 de octubre y donde estuvo involucrado el funcionario del gobierno municipal.

Hubo conjeturas de que, clandestinamente, el alcalde trató de entremeterse para liberar al agresor ya que los une no sólo la función pública, sino una añeja amistad. En voz forense eso significa complicidad.

Casi al finalizar 2022, cientos de pobladores se manifestaron en Tuxtla Gutiérrez denunciando la indolencia de Leonardo Cuesta porque, en mayo, firmó una minuta para zanjar problemáticas de energía eléctrica, agua potable, drenaje y seguridad. Siguen esperando.

En la comunidad Francisco Sarabia se le ha señalado de malversar fondos que ascienden a 11 millones de pesos. Sólo revistió el camino del pueblo con materiales de pésima calidad. La misma acusación se escucha en Unión y Progreso, Carmen Tonapac, Julián Grajales y Playa Grande.

Carlos Saraos, de los representantes vecinales cita: “El edil, en complicidad con el director de Obras Públicas y Desarrollo Urbano del Ayuntamiento, Hugo Antonio Santiesteban Mendoza, hicieron un negocio redondo con el que se enriquecieron rápidamente”.

Mientras la Auditoría Superior del Estado guarda silencio, el alcalde sigue consagrado a su propio medro como un tiburón sediento de sangre, demostrándonos el grave daño que ocasionan a los pueblos políticos corruptos, mediocres, carentes de justicia y sentido común.