El chanclazo de mamá
El crimen del abogado
Los rumorólogos
Don Rutilio
(Parte dos, última) 1. Ese domingo 18 de octubre llegué al Toks de Diana Cazadora por la mañana. 10:15, recuerdo. Un día muy tranquilo en el restaurante cuya publicidad dice “estar aquí es mejor”. Cierto, porque su comida es buena aunque falla el servicio de los meseros.
Delicioso café, de cuerpo intenso con un resabio persistente y agradable al paladar. Este café se llama Cañada Azul y lo cultivan 150 pequeños productores de la Reserva de la Biósfera del Volcán Tacaná, en Chiapas. Toks lo sirve desde 2016.
Luz tenue y asientos color marrón glamuroso que evocan resiliencia en su estructura fuera de lo convencional. Me encanta la barra del fondo, en ella me he tomado dos o tres copas de buen vino, o un smoothie de mango con chamoy.
Es 2020. No me gustan los niños, pero me ubiqué en el segundo salón porque, bueno, el ambiente y aroma eran relajantes llevándome calma a los rincones de mi cuerpo. Pedí un omelet de claras y espinacas.
Estoy en un gabinete, adelante desayunan una chica, un joven y la mamá de ambos. Cuando llegué ya estaban ahí. El muchacho se arrellana en el sillón. Bosteza. Trae pantalón de mezclilla. Conversan. Se ven alegres.
La muerte puede presentirse con fuerza extraña, sólo que evitarla es imposible. Maldita, lépera, nos sonríe a todos. A David ya lo espera.
Dijo Edgar Allan Poe: “A la muerte se le toma de frente con valor y después se le invita a una copa”. Yo toco madera.
El crimen
2. A las 12:30 horas solicitan la cuenta. Se levantan y caminan para pagar. De manera coincidente hago lo mismo. Hay una pequeña fila. Voy detrás de ellos. Liquidan y salen al estacionamiento. Un cristal enorme separa la entrada del patio exterior adornado con arbolitos de laurel, bien podados. Es una plazita bonita.
El gerente se queda platicando conmigo. ¿Lo atendieron bien, señor Ochoa?, me pregunta. ¡Por supuesto!, le respondo.
De pronto se escucharon varios balazos. Humo a pólvora y caos afuera son aterrorizantes.
“¡Tírense al piso, tírense al piso”, grita el gerente con cara angustiada y corre a asegurar la puerta. Ordena a dos asistentes que vayan de inmediato a cerrar la entrada del fondo, por donde ingresa el personal, ante el temor de que los sicarios puedan penetrar al negocio y generar una masacre.
David, de 36 años, abogado, guapo, es acribillado de seis tiros. Dos pistoleros van en una moto. Se cubren los rostros con cascos. Uno se baja y le dispara a quemarropa. Huyen al oriente de Tuxtla. La policía encontró catorce castillos percutidos.
Al lado de David su madre y hermana caen en shock, esa reacción emocional súbita e intensa cuando los vasos sanguíneos se dilatan. Aturdidas, llorando, a gritos, no logran entender qué ha pasado.
El cadáver de David yace en el concreto, boca abajo. Con música de mariachi, 24 horas después sepultan a David en su natal Villacorzo, en la frailesca de Chiapas, ahora una tierra caliente. Innumerables ramos de flores colorearon sus exequias.
José Alfredo
3. “La vida no vale nada”, afirmó el poeta urbano José Alfredo Jiménez al presenciar la muerte de su hermano. Por eso compuso la canción del mismo nombre que llega al alma. “Comienzas siempre llorando, y así llorando te acabas….”
El artero y planificado asesinato de David, como el alumno que disparó a sus compañeritos y su maestra en una escuela de Monterrey, forman parte de una génesis de criminalidad y no, no es culpa del gobierno.
Los Beatles y su mensaje extraordinario de paz fueron superados por el diabólico Peso Pluma o el Comander, en una cínica apología al delito.
Vivimos una decadencia social que nos encamina al colapso. El chanclazo de mamá dejó de ser efectivo…y David no va a resucitar.
Don Rutilio
Los rumores han sido de chile, dulce y manteca porque todo lo prohibido es atractivo para la gente. Por antropología, los tuxtlecos somos chismosos y hasta decimos “tú que todo lo sabes, y si no, lo inventas”.
Martes 10, 6:30 de la mañana. Bien desayunado, con su respectivo jugo de naranja para ganar vitamina C y es un poderoso antioxidante, Rutilio Escandón Cadenas encabeza la mesa seguridad que inició hace ya casi seis años. Lleva un pantalón caqui y una chula guayabera azul, con bordados hermosos del costado izquierdo.
Termina, atiende su agenda y después viaja al norte de Chiapas. Recorre Solosuchiapa, Ixtacomitán y Pichucalco para inaugurar una serie de obras, básicamente en salud, caminos, escuelas y parques públicos.
Según científicos de Harvard, los estadistas -o gobernantes- pierden 2.7 años de vida cuando desempeñan el poder debido al estrés que exige el liderazgo. Su cabello escasea, les brotan canas y se agobian. Andan siempre de muy mal humor.
Identidad cultural, mirada progresista, rompiendo mitos y estereotipos como Napoleón, yo veo a un Rutilio Escandón ecuánime, fuerte como un roble, inaugurando obras por todos lados de Chiapas. Y su cabello es el mismo…