ERA, decreto

La burocracia

El crimen de Amelia

Mi difunta abuela

1. Este miércoles 05 de marzo, a las 8:30 de la mañana, desde su oficina gubernamental, Eduardo Ramírez Aguilar dio a conocer un decreto que favorece a la burocracia chiapaneca. Aquí, hay al menos 16 mil 444.

Es decir, a quienes sirven con devoción y promueven el bien común en las distintas dependencias del gigantesco entramado de la administración pública. Sin ellas y ellos, nada caminaría. 

Vestido con una camisa blanca, porque el blanco no solo es un color elegante, sino que proyecta energía positiva, rostro relajado y serenidad emocional, el gobernador Ramírez explicó las razones del decreto que entra en vigor el viernes:

“Somos un gobierno humanista y, en ese sentido, quiero anunciar que estoy firmando un decreto que entrará en vigor el 7 de marzo, beneficiando a todas y todos los trabajadores del Gobierno del Estado. 

A partir de esta fecha, todos los viernes, desde las 13:00 horas, podrán retirarse de su trabajo para pasar tiempo con sus familias y fortalecer la paz social que estamos viviendo en Chiapas”. 

 Sirfinia

2. En el gobernador Ramírez se acuña muy bien la frase del pensador Alfred Adler, quien dijo: “Mira con los ojos de otro, escucha con las orejas de otro y siente con el corazón de otro”. 

En palabras coloquiales, se llama empatía. Y solo los gobernantes narcisistas o que padecen alexitimia (carentes de sentimientos) actúan en sentido contrario.

En Chiapas hemos construido un gobierno transversal soportado en políticas constructivas. Vemos, por ejemplo, los cambios en materia de seguridad, el regreso de la democracia a los pueblos nativos, en donde antes solo había muerte y destrucción.

Haz el bien sin mirar a quién, parece una frase trillada de mi difunta abuela Sirfinia. Pero haz el bien sin mirar a quién, de acuerdo a la ciencia, da salud mental a un gobernante y, de paso, está plantando semillas de oro. Qué tal eso… 

 Destino trágico

Amelia Catalina era licenciada en Derecho. Madre soltera y cansada de sus penurias, en febrero de 2023 decidió probar suerte yéndose a Tijuana, urbe que lugareños del sur sureste y centroamericanos la ven atractiva para ganar dinero por sus grandes industrias y fábricas, decenas de ellas trasnacionales.

Sin embargo, está considerada la quinta ciudad más violenta del mundo, registrando una tasa de 105 homicidios por cada 100 mil habitantes, documenta el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal. 

Cuatro años atrás yo estuve allá visitando a un amigo. Me alojé en un hotel de esa bullanguera avenida Revolución; en ella se ve y se practica de todo, incluyendo por supuesto los placeres carnales. El burro pintado de cebra es legendario. 

Una balacera de madrugada interrumpió mi sueño el día que llegué. Me refugié bajo la cama. Tres muertos, saldo del tiroteo, reportaron diarios locales al amanecer siguiente.

Cuarenta y ocho horas después tomé un avión y regresé a Tuxtla, pese a tener planes de quedarme una semana.  Admito que, además del miedo, extrañaba el pozol y la botana de El Pelucas, popular y democrática cantina del corazón tuxtleco.

  Su muerte

Cacahoatán se localiza en la región del Soconusco de Chiapas. Pueblo bendecido por el poder de la historia, ya que su ascendencia es tolteca. 

Hay edificios prehispánicos y su comida de chipilín deleita a paladares exigentes. Quiere decir “tierra de cacahuates”. Hace 33 años, ahí nació Amelia Catalina.

Armada de valor y una valija repleta de ilusiones, Amelia subió a un autobús y descubrió Tijuana sin conocer a nadie. La idea es que, ya con trabajo y residencia, su hijo adolescente la alcanzaría. Sus planes se derrumbaron.

El 22 de junio de 2023, Amelia fue hallada muerta en un cuarto del hotel Guaycura, ubicado a 15 minutos -según leo- del cruce internacional San Ysidro y a diez de la famosa Plaza Río.

Tuvo un deceso brutal a golpes y la policía todavía no ha hecho investigaciones porque a eso se exponen los migrantes: indiferencia de autoridades, explotación, abusos policiales, persecución institucional y delictiva, discriminación, asesinatos, etc. 

 La trampa

Eric, joven también originario de Cacahoatán que busca fortuna y estrellas lejos de casa, conocía a Amelia y la veía pasar cerca de donde trabaja. Lamentó profundamente su caso. 

Y escribió en Facebook, colocando emojis de tristeza y corazón partido: “No lo puedo creer; hace unos pares de semanas la miré, siempre la miraba. Yo apenas acabo de llegar a Tijuana y está muy dura la delincuencia aquí”. 

Los padres de Amelia llegaron a Tijuana para recoger su cadáver, regresar a Cacahoatán y devolverla a la madre tierra para iniciar su recorrido al Mictlán, el camino de los muertos que, todos, en fechas distintas, habremos de transitar.

Amelia se convirtió en otra estadística de ese sueño tan acariciado y difícilmente alcanzado. Es, sostienen investigadores, “una trampa de la meritocracia”. Amelia solo quería vivir mejor…