Los pakales
Mactumactzá
José Luis: su crimen
“Te pueden matar”
1. Martes, 04, marzo, 2025. Con su encanto, magia y misterio, la noche está a punto de caer en nuestra hermosa metrópoli fundada por dominicos. Kafka adoraba vivir de noche.
Una cincuentena de sujetos encapuchados, palo en mano, llegan a la terminal de autobuses OCC, en Plaza del Sol, repleta de pasajeros que van y vienen entre la bulla, el olor a pino que rocía la señora de limpieza trapeando el piso sin cesar y la chica que, con voz meliflua, anuncia las corridas.
Son de la normal rural Mactumactzá y su objetivo era secuestrar un camión para, sin duda, cometer cualquier fechoría. Su experiencia es el terrorismo callejero.
Un funcionario (omito su identidad) llamó de inmediato al 911. A los siete minutos, un grupo elite (pakales) de la Policía Estatal acordona el área e implementa una estrategia para evitar la comisión del delito.
La sola presencia de los pakales ya da ñáñaras al hampa, no porque actúen al estilo RoboCop, pues esto es la realidad, sino por su preparación táctica, capacidad de reacción e inteligencia criminalística.
El miedo es una de las emociones más primitivas para la supervivencia. Así, los vándalos que antes habían llegado muy gallitos, huyeron despavoridos al ver a los pakales evitando meterse en las fauces del lobo.
José Luis
2. El ciclo metabólico en la Mactumactzá nos obliga a considerar una reingeniería total para volverla a sus principios, ahora bajo dominio de un gobierno interno que se caracteriza por un trastorno de oposición desafiante.
Julio 21, 2018. José Luis, de Venustiano Carranza, llegó a la Mactumactzá con la ilusión de convertirse en maestro y ser el orgullo de sus padres en un estado con profundas brechas sociales.
El buen maestro simboliza un agente de cambio, es arquitecto del alma, y eso quería José Luis, quien cruzaba los 19 años.
Formaba parte de 90 alumnos de nuevo ingreso que pasaría por una “novatada” para cortarles el cabello, raparlos, soportar felpas tumultuarias y subyugarlos a trabajos extremos.
A causa de los golpes, José Luis falleció en el hospital Gilberto Gómez, y dos chicos más, Ulises y Sergio, lucharon por su vida en una clínica privada de la capital.
Siete días después fue detenido Conrado Borraz, director de la escuela, por homicidio y homicidio en grado de tentativa. Borraz sería parte del engranaje de esa bien elaborada mafia que también sometía a maestros molestos con el escenario dentro de la institución.
Ulises: relato
3. Ulises tiembla. Sufre estrés postraumático. Sigue hospitalizado en el sanatorio Muñoa tras aquella golpiza en la que José Luis murió. Poco a poco va recuperando el habla. Mira con miedo. Su madre lo abraza, le acaricia el pelo. Han pasado dos semanas del 21 de julio. Le dan un sorbo de agua.
“Todos los hombres nos fuimos a un salón, nos dormimos en el piso, pero después fueron a golpear la puerta con machetes, yo calculo que fue como a las 11 o 12 de la noche y nos sacaron a correr.
Desayunaba una cucharada de frijoles, comía una papa y cenaba cinco galletas de animalitos; solo ingería dos vasos de agua al mediodía”, narró Ulises. La paliza le provocó daño renal.
Ulises tenía mucho miedo de volver tras la agresión, pero ¿Qué otra opción le quedaba con una madre soltera y nulos ingresos financieros? Debía regresar al costo que fuera. Estaba advertido de que podía haber represalias. “Te pueden matar”.
Las novatadas son el festejo o bienvenida organizado por el Consejo Estudiantil, una pequeña bola de rufianes que controlan la asignación de plazas laborales hasta a directivos de la institución. Ellas y ellos, porque también hay mujeres, dirigen todo acto guerrillero.
La iniciativa privada, sector cuya fortaleza genera en gran parte el PIB local, ha reclamado múltiples veces el cierre de ese cuartel gansteril por las millonarias pérdidas y saqueos que sufre. La sociedad civil padece hartazgo.
Los números
4. “Señora secretaria, nosotros no saludamos”, le dijo un macuarro a la maestra Rosa Aidé Domínguez Ochoa, secretaria de Educación (2018-2024), sentada para dialogar con los estudiantes que reclaman plazas automáticas, aunque tienen promedio de 4,5 y 6.
Al cierre de 2024, el presupuesto a la Mactumactzá casi ascendió a los 60 millones de pesos. De forma individual, cada alumno recibe 73 mil 058 pesos en diversos apoyos.
La beca Benito Juárez por un monto de cuatro mil 400 pesos bimestrales y otros 800 mil anuales para celebrar el día del estudiante. Cuántos privilegios que ya quisiéramos nosotros.
La efectiva reacción de los pakales aquel martes 04, es un mensaje claro del combate a la impunidad y todos sus tentáculos.
Conclusión
Repensar la historia sobre la Mactumactzá lleva dos aristas: O se clausura, o se saca de Tuxtla para meterla al quirófano y rediseñar su destino, es decir, formar maestros y expandir conocimientos pedagógicos al medio rural.