Ángel Torres

Entre catacumbas

El fiscal Llaven

Ombudsman chafa

“Dios te bendiga, hijito…”

Los tuxtlecos hacemos vida rutinaria porque la seguridad de hoy nos da estabilidad emocional. Recorremos plazas, vamos al cine y, si es domingo, compramos el pollo asado y las coca-colas de tres litros para comer en casa. 

Los más picudos asisten al Vips. Luego vemos Netflix echados en el sofá y casi siempre repetimos las películas. La de Godzilla, por ejemplo. 

No creo que haya alguna ciudad del mundo exenta de emergencias. En Tokio tienen cero criminalidad, pero el monte Fuji es una amenaza latente. Científicos creen que en 50 años podría suceder una devastación bíblica.

Los románticos como yo, arriba del quinto piso, extrañamos aquel Tuxtla y su imponente cine Chiapas 70; solo el café Avenida ha sobrevivido a las coyunturas y su aroma sigue estimulando las dopaminas de quienes pasan por ahí. Bendito sea el café.

Catacumbas

La semana pasada, durante tres días, el alcalde Ángel Torres Culebro se metió a las catacumbas de Tuxtla chequeando algunas fallas en la infraestructura subterránea y prevenir cualquier tragedia. Se necesita mucha valentía para andar por esos abismos.

Entre la fauna edáfica del subsuelo capitalino, chorros de agua y murciélagos, Torres pudo comprobar las graves afectaciones provocadas por el tiempo, los sismos y, claro, la apatía gubernamental del pasado.  

El mayor daño ocurre a la altura del andador San Roque, en donde se formó un enorme socavón que puede colapsar el embovedado y generar una desgracia de dimensiones insospechadas. 

Arriba, cientos de puestos callejeros son un arcoíris que pinta la ciudad. Ahí encontramos comida, cerrajeros, zapateros hasta hombres con manos, cabeza y corazón de artista. Ignoran lo que se esconde debajo suyo.     

Ayer lunes el ayuntamiento empezó una cirugía mayor para reparar todos los desperfectos ya que la época de lluvias inicia en mayo y, según Conagua, se esperan precipitaciones muy fuertes debido al fenómeno La Niña.

Nunca un presidente municipal había llegado a las entrañas de Tuxtla; antes fueron señoritingos de escritorio y del poder crearon un monopolio criminal. Ángel rompió los viejos moldes de gobernar e hizo de la política un arte.

A cántaros

Viernes 02 de septiembre, 2016. En Tuxtla llueve a cántaros dos horas y media. Empieza a las nueve de la noche. La naturaleza desnudó, otra vez, el desdén gubernamental como aquel octubre (2005) con el huracán Stan. Los daños son incomparables, me refiero a la indolencia del Estado.

Julio César, de 35 años, duerme sobre un viejo colchón tirado en el piso de tierra. Andaba borracho. No sintió cuando el poderoso torrente arrasó su vivienda, en el barrio San Francisco. El cadáver fue hallado en el río Grijalva, una semana después.

Un famélico puente de la segunda Oriente y trece Sur fue arrastrado como una hoja de papel provocando que el agua inundara el hospital regional. La Ilusión, Albania Baja, Paso Limón, Patria Nueva, Santa Cruz, Linda Vista, Shanká y los barrios San Francisco y Colón resintieron los mayores efectos adversos. 

A Julio César solo le lloraron sus dos hermanos y algunos vecinos que cooperaron para el ataúd y las exequias. 

Una ciudad no solo necesita buenos servicios básicos, sino arquitectura eficaz y multifuncional que proteja, de bienestar y felicidad a sus habitantes. 

Ángel entiende bien el concepto. Por eso, con gran decisión, anduvo por las cavernas más lúgubres de Tuxtla mientras nosotros, ajenos a los riesgos, vamos y venimos en el ajetreo diario.

Julio César estuviera vivo arrellanado en su prehistórico colchón, quizá borracho, pero vivo.

El fiscal

En el mercado Zoque, ubicado en la colonia Rosario Poniente de Tuxtla Gutiérrez, Jorge Luis Llaven Abarca se tomó un café con los colonos para platicar y escuchar las inquietudes ciudadanas. 

El fiscal Llaven destacó que el propósito es restaurar la confianza en las instituciones y garantizar que la población se sienta respaldada y en certidumbre. 

“Por favor, ayúdennos denunciando cualquier acto delictivo. Juntos vamos a lograr que esta ciudad sea la capital más segura del país”, afirmó. 

Esta iniciativa busca fomentar el diálogo y cercanía entre la gente y su fiscal. Y don Jorge Luis lo ha logrado pues, al finalizar el coloquio, todas las viejitas lo abrazaron. 

“Dios te bendiga, hijito”, le dijo una de ellas persignándolo con la señal de la cruz mientras el fiscal se subía a su vehículo para regresar a trabajar…

Ombudsman

Horacio Culebro Borrayas, cierto, les mentaba la madre públicamente a los gobernadores. Hoy se muestra calladito, calladito, porque el perro con hueso es inofensivo, ni ladra ni muerde. 

No me queda claro si puede ser ombudsman y notario al mismo tiempo; es titular de la notaría número 82 de Frontera Comalapa, con oficinas en la Primera Calle Norte Poniente 47, Código Postal 30140 de esa localidad. Y tiene una demanda civil interpuesta por un ex gobernador.