El asesinato de Lupita
Psicópatas en las calles
La narcocultura
Caso Utrilla Constantino
¿Se acuerdan de Lupita? Les traigo a la memoria el caso que publicamos aquí, en Cuarto Poder, no como morbo, sino para recordarnos que los niños son sagrados, no se tocan.
Sobre todo porque hoy viven en un México violento e influenciado por la narcocultura, y no en aquel México del balero y las canicas, donde corríamos por las calles sin temor alguno. Tampoco había cafres al volante.
Dice Maná:
“Cuenta el abuelo de un cielo muy azul
En donde voló papalotes que él mismo construyó
El tiempo pasó, y nuestro viejo ya murió
Y hoy me pregunté, después de tanta destrucción
¿Dónde diablos jugarán
Los pobres niños?
¡Ay, ay, ay!
¿En dónde jugarán?
Se está pudriendo el mundo
Ya no hay lugar”.
¿Cuántos dementes como Victor José Carrera Mayor, el infame protagonista de esta historia, andan sueltos en las calles?
Ataúd blanco
1. Lupita yace en ese ataúd blanco. Hay cuatro grandes cirios cuyas mechas se extinguen lentamente; la luz que proyectan van guiando a Lupita al descanso eterno, ahí donde moraremos tarde o temprano. Cuenta Sabines: “Morir es estar en todas partes en secreto”.
Son las 3 de la mañana. Hace frío. En Berriozábal, dentro de una humilde casa pintada de rosa y un celeste pálido, desgastados, velan el cuerpo de Lupita. Su vida e inocencia fueron arrebatadas por un loco reencarnación del diablo.
Algunos ramos de flores y dos cuadros de la virgen de Guadalupe custodian el féretro. Un Cristo crucificado, de mirada serena y poderosa contempla a Lupita. Sentadas en sillas de plástico, varias señoras sollozan. Se cubren con rebozos.
Afuera los hombres fuman, toman café. El escenario es funesto, pero también de indignación, esta que es el brazo de las emociones humanas.
Desgarrador
2. El crimen de Liliana Guadalupe rompió nuestras fronteras, desnudando que las reformas jurídicas valen una pura y dos con sal para los psicópatas.
Ella y su hermana venían a Tuxtla para vender gaznates, caballitos, turuletes y muéganos, dulces tradicionales que forman parte del arte culinario chiapaneco y llegaron con la colonización.
A Lupita le tocaba el barrio Colón, sobre el centro de Tuxtla. Los vecinos ya la conocían porque alegre, con una canasta en su cabeza caminaba ofreciendo sus confites que elaboraban en el hogar.
Las alarmas
3. El 19 de octubre (2024), al medio día, perdieron comunicación con ella. De inmediato se organizó un colectivo para buscarla: Unos le rezaron a San Sebastián Mártir, patrono milagroso de Berriozábal.
Otros “peinaron” la zona que recorría Lupita y unos más se trasladaron a la fiscalía de Chiapas para notificar su desaparición. En una casa de portón blanco no les abrieron. ¿Por qué?
La policía inicia cateos y revisa las cámaras de seguridad que, otra vez, se convierten en elemento clave tras la comisión de un delito. Aquí existen 2 mil 675 cámaras analíticas con botón de pánico.
El hallazgo
4.- Lamentablemente, el 23 de octubre las autoridades localizaron los restos de Liliana Guadalupe enterrados en el patio de una vivienda particular, ubicada en el mismo barrio de Colón. Solo un monstruo pudo hacer eso.
El domingo 27, a las 7:05 de la tarde, Víctor José Carrera Mayor, presunto asesino de Lupita, fue hallado muerto en un domicilio al norte poniente de Tuxtla Gutiérrez, colonia La Vista. Si bien la justicia divina es perfecta, esa no nos traerá de vuelta a Lupita.
La Red por los Derechos de las Infancias y Adolescencias en Chiapas (REDIAS) denuncia que, con el de Liliana Guadalupe, son cinco las niñas y adolescentes víctimas de feminicidio en Chiapas en este año (2024) en Tuxtla Gutiérrez, Berriozábal, Tapachula, Simojovel y Huehuetán.
Lupita, de 12 años, es otro número en una estadística aterradora en esta sociedad que parece haber llegado a los estertores premortem por tanta violencia, crimen y hambre. El hombre es un lobo para el hombre…
Diputado Utrilla
Aquí no le diremos “pelos de elote” porque el periodismo debe ser respetuoso y sin subjetividades. Vamos a llamarlo por su nombre: Juan Manuel Utrilla Constantino.
Mire, derivado de varias carpetas de investigación, fuerzas estatales y federales detuvieron la tarde del miércoles 9 de abril a Joaquín F. H., alias El Chorizo.
El Chorizo está implicado en una masacre de campesinos perpetrada el 17 de enero de 2019. Los campesinos de Aurora Bahuitz iban a la cabecera municipal a protestar aquella mañana, pero un comando los interceptó a mitad de camino y fueron reprimidos a balazos. Cuatro terminaron asesinados.
También se le menciona a El Chorizo en las investigaciones del periodista asesinado el 21 de septiembre del 2018, Mario Leonel Gómez Sánchez.
Bueno, y a todo esto ¿Qué flauta toca Juan Manuel Utrilla Constantino, diputado del Partido Verde? Resulta que Joaquín “N” es su cuñado y, además, brazo ejecutor las dos veces que fungió como alcalde de Yajalón. Joaquín fue una máquina de matar…