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Hoy Escriben - Húbert Ochoa

Sólo para enterados

Estela Betzabé

El efecto Lucifer

“Ya está hecho”

¿Qué les pasó?

* Crónica de un crimen en Tuxtla…

1.- Durante seis semanas observó sus movimientos y pudo contactar al homicida a quien pagó 10 mil pesos. Eso vale una vida en tiempos de austeridad. 

Estela Betzabé, entonces de 36 años, no soportó que una chica más joven le robara “al amor de su vida”. Y, al estar segura, decretó el asesinato de María José. Los psicólogos llaman a esto teoría triangular del amor que, casi siempre, resulta fatal. 

María José, de 20 años, laboraba en una tienda ubicada en la colonia Francisco I. Madero, al sur oriente de Tuxtla Gutiérrez, propiedad de Mauricio, exesposo de Betzabé, el patán casanova de un encanto irresistible.

Betzabé contactó al criminal a través de una amiga. Ella se lo presentó y, junto a un segundo cómplice, acudió a su domicilio haciéndole entrega del dinero y un arma de fuego.

Una tarde calurosa de abril, con hermosas flores amarillas que despiden un exquisito perfume, en Tuxtla es normal el ajetreo. Varios hombres de edad avanzada tienen repleto el Café Avenida saboreando tasas y más tasas de esa bebida milenaria y estimulante. En otro lado, un macabro hecho va a cometerse.

En compañía de sus coautores, Estela Betzabé recogió al sicario a bordo de una camioneta blanca. El fin de María José estaba sellado como el funámbulo cae del delgado alambre donde camina. 

“No regreses hasta que la mates”, le ordenó Betzabé con una frialdad que produce escalofríos. Y lo dejó cerca de la tienda. Cuando este volvió solo dijo: “Ya está hecho”. María José transitaba hacia el Mictlán.

Femme fatale

2.- Durante su estancia en aquella pequeña empresa, casi media hora, el sujeto se hizo pasar por un vendedor de aluminio ganándose la confianza de María José. Tras subyugarla, la condujo a una bodega donde le disparó en la testa con una pistola calibre 9mm. Lo hizo rápido, con mente de psicópata. 

Estela Betzabé fue detenida por el delito de feminicidio. Horas después cayeron sus secuaces en un matemático operativo policial, incluido el autor material. Siguen en prisión.

“No me arrepiento, lo volvería a hacer”, confesó Betzabé con una alexitimia que hiela la sangre, dejándonos en shock. Aquí juega un papel crucial el efecto Lucifer, pues este corrompe el alma. Son las conocidas femme fatale.

Por esos meses, otro suceso dejó sin habla a los tuxtlecos. Fue el atroz uxoricidio de Sandra Luz (37 años) cometido por René “N” porque ella le había pedido el divorcio. 

Sandra Luz era una próspera empresaria dueña de al menos cinco refaccionarias en la capital. Jehú, hermano de René, la secuestró a plena luz del día cerca de un Oxxo del barrio San Francisco. Hubo cinco participantes que, al igual que René y Jehú, un juez los sentenció a 55 años de cárcel. 

Celotipia

3.- Aparte del expediente clínico sociológico, la obsesión recóndita y una asociación de patrones culturales llevan a una persona a premeditar o cometer un asesinato de esas tipologías. 

Hay en todas relaciones componentes de amor, igualmente de ofuscación que trastornan afectos, cognición y emociones hasta convertir ese vínculo en un infierno. 

Provienen ataques de pánico, ira, ansiedad, rabia, etc. En latín se le conoce como interiorem daemonum. Estela Betzabé es un ejemplo perfecto.

 

Aciago

4.- El asesinato de María José es triste, por supuesto, y su conclusión vitanda ilustra qué tan peligrosa y funesta puede ser una relación tóxica, atormentada por delirios de alcoba. Eros y Tanatos sostienen una lucha interminable.

Tal caso sangriento no es recogido de una novela de Agatha Christie, la reina del suspenso, sino parte de una realidad cáustica. Son los estragos del amor. O desamor, si usted quiere. 

La celotipia representa una alerta grave porque se ha perdido el equilibrio emocional y emerge una delgadísima línea entre el raciocinio y la psicosis.

Podría haber tres o cuatro tipos de celos, comenta un experto que he consultado para desarrollar esta columna quien me ha solicitado el anonimato, pero, sin duda, los celos patológicos son temerarios. Lo que sigue muchas veces es aciago.

Fugitivos

Carlos González se muestra al frente con un sombrero color blanco en la cabeza, a su lado Francisco Xavier, sonriente, de gafas gruesas. Atrás, los otros tres miembros con instrumentos en mano. Todos visten de negro. Es la última foto que postearon en su cuenta de Instagram los muchachos del grupo Fugitivo.

Nunca un caso había sido rodeado por tanto misterio, ni siquiera los de Chalino Sánchez o Valentín Elizalde, el recordado Gallo de Oro. Chalino fue un tipo bizarro, quizá el iniciador y más prolífico intérprete de la llamada música regional, envuelta ahora en una serie de sospechas por sus presuntos nexos con “la maña”.

Aunque la Fiscalía de Tamaulipas informó el hallazgo de los chicos calcinados, las madres niegan esa versión. Dicen que sus hijos siguen desaparecidos. ¿Qué les pasó?