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Hoy Escriben - Húbert Ochoa

Sólo para enterados

Tuxtla y su alcalde

La abuela Sirfinia

San José Cupertino

Una de chichifos

1. Ríos limpios, cuencas y acuíferos en equilibrio, cobertura universal de agua potable y alcantarillado, inversión gubernamental y asentamientos seguros frente a inundaciones catastróficas son los desafíos actuales, principalmente en América Latina.

¿Porqué Einstein creó la Heurística? Ah, quiere decir que no todo está perdido, solo necesitamos gobernantes y gobiernos comprometidos, creativos y eficaces. Gracias a Dios, hoy en Chiapas y Tuxtla los tenemos. 

Siendo niño, mi abuela Sirfinia nos juntaba en el extenso patio de la casa grande en la finca Bella Mira, 18 kilómetros al oeste de Cintalapa. La sombra de aquel guanacaste gigante es un lienzo que teje ilusiones y el sol ya no hiere. Bajo ella estamos sentados catorce primitos, lo recuerdo perfecto.

A Sirfinia la estoy viendo con su cabello blanco de canas, largo, un hermoso mandil colorido en cuyas bolsas trae los cigarrillos Alas extra. Echa más humo que una locomotora destartalada. Brava, pero es la matriarca. Brava, pero ejerce liderazgo y autoridad. Inician los setentas.

Leía algunos capítulos de la Sagrada Escritura y advertía: “Teman al Armagedón y pídanle perdón a Dios”. Era Sirfinia una vieja sabia. El problema lo sufrimos nosotros en las noches, pues no podíamos conciliar el sueño presas del terror. 

 Tuxtla, 2030

2. Se calcula que, para 2030, habrá en Tuxtla un millón 750 mil habitantes y será una urbe policéntrica, con un ecosistema complejo. Muy complejo, diría yo.

Sin aporías ni eufemismos, hombre que aprendió ética en el seno del hogar, el alcalde Ángel Torres Culebro fortaleció un conocimiento multidisciplinario obtenido en la academia y la praxis.

Sabe, por tanto, que Tuxtla ha de transformarse con muchísimo esfuerzo, inteligencia emocional y estructuras racionales. El gran cambio no vendrá de la taumaturgia.  

Me hubiera encantado que Sirfinia viera este tiempo, el mío, el actual, para apreciar cómo Tuxtla se va innovando y creciendo, dirigida con rumbo por un joven alcalde que no se arrodilla ante los chantajes mediáticos, pues posee esa regla madre que debe guiar al buen gobernante: Virtud y justicia. 

 Aeropuerto II

Ayer, aquí mismo le platiqué a usted, lector: “El vuelo VB-755 de Viva Aerobús, de Miami a Mérida, Yucatán, transcurría en calma. Sin embargo, mientras cruzaba el mar Caribe, uno de los motores falló activando las alarmas y sembrando el terror entre los más de 200 pasajeros. 

Una catástrofe parecía inminente, entonces apareció el verdadero héroe: el capitán Roger Alonso Castillo Valencia, originario de Ciudad del Carmen, Campeche.

Con nervios de acero, Roger tomó una decisión crítica: desviar la aeronave y realizar un aterrizaje de emergencia en La Habana, Cuba. Su pericia y sangre fría evitaron lo peor. Cuando todo parecía perdido, un mexicano voló más alto que el miedo”.

 Aviacsa

La primera vez que me subí a un avión lo hice en Aviacsa. Tenía destinos a Tapachula, Villahermosa y la capital del país. A los chavos de hoy les recomiendo que googleen para saber del tema.

El 10 de mayo de 1990, Aviacsa tuvo un accidente fatal en el que murieron 19 personas, una de ellas el obispo de Tapachula, Luis Miguel Cantón Marín, quien venía a una misa multitudinaria con Juan Pablo II.  

Salí del aeropuerto Francisco Sarabia, ubicado en Terán, a la ciudad de México. Ay, Dios, ese aeropuerto más bien parecía la OCC, la OCC antigüita, ahí por la plazuela Santo Domingo de Tuxtla. Ese parquecito, a la sazón, también reunía a chichifos.   

Luego se construyó el Llano San Juan, que tampoco estuvo exento de controversias por presunta corrupción. Bonito y al final quedó en elefante blanco tirándose a la basura una millonada de pesos. 

Una tarde-noche regresaba del extinto DF. Había mucha neblina en Coita. El piloto anunció que aterrizaría en Villahermosa. Se encomendó a San José Cupertino y por fin lo hizo ahí, en la pista del Llano San Juan. Quedamos listos para una diabetes tipo dos.   

 Aeropuerto III 

Mire, el aeropuerto Ángel Albino Corzo permaneció abandonado porque reinó la displicencia oficial. Más de dieciocho años estuvimos en un río de aguas cloacales.

¿Sabe qué? El aeropuerto ha superado en un 2.48 por ciento sus operaciones, teniendo un promedio de 875 vuelos mensuales y atiende  a un millón 200 mil pasajeros.

El otro día fui a Ciudad de México, y antes de subirme al pájaro de acero me eché un guacamole con chicharrón en un Vips que hay en la terminal aérea. Tiene un restaurantito coqueto y usted puede tomar una buena chela o probar el delicioso café chiapaneco.

Este aeropuerto alcanzó los estándares de calidad más altos del país, es una obra moderna, equipada con alta tecnología para impulsar el desarrollo turístico y comercial de Chiapas. Qué chulada.