Chula capital
Ángel, el filósofo
Horacio Culebro
Ombusdman nefasto
1.- En un año de gobierno, Ángel Torres Culebro ha invertido más de 330 millones de pesos en tres rubros fundamentales: movilidad, seguridad y convivencia familiar.
No se hizo antes porque, en lugar de gobernantes, tuvimos leones hambrientos que saquearon las arcas, se enriquecieron de ellas. Dos han sido los peores en la memoria colectiva:
El infame Pacobonos Francisco Rojas Toledo, un vejete insolente, encantador de serpientes que no tiene llenadera, tristemente célebre hampón, golpeador de mujeres. Sigue enchufado a la teta presupuestal.
El otro es Yassir Vázquez Hernández, quien hizo pedazos el centro de Tuxtla y, con ello, golpeó el alma de quienes aquí hemos vivido siempre. Se llevó del peculio mil millones de pesos. Finalmente la impunidad lo cobijó. Así fueron esos tiempos.
Filósofo
2.- Pese a su juventud, Ángel es un filósofo ancestral, tiene cosmovisión y conoce los valores de su comunidad. Ahí radica el cambio que experimenta nuestra chula capital, pues hay una planificación estratégica priorizando la calidad de vida de sus habitantes.
Más de 243 parques se han rehabilitado instalando juegos para niños, doscientas calles pavimentadas y 17.5 millones de pesos se usaron en el bacheo de 74 mil 432 metros cuadrados.
La ventaja de Tuxtla y Chiapas es que están en manos de dos idealistas, subordinados a las convicciones y los principios, esencialmente humanos, trabajan duro, hablan con la verdad, saben de resiliencia y la empatía es su religión. Qué tal eso.
El Ombudsman
“Y nos dieron las diez y las once
Las doce y la una, y las dos y las tres
Y desnudos al anochecer, nos encontró la luna”. (Joaquín Sabina).
Luis “N” no era un sujeto cualquiera en Guatemala, sino uno con antecedentes penales que se mantuvo prófugo de la justicia largo tiempo. Su vida dio un golpe de suerte en lo económico y emocional. Es una historia de ternura como en la novela Bety la fea.
Horacio Culebro Borrayas andaba allá buscando un local para poner una estación de radio cuando dio con Luis “N” porque los azares del destino suelen ser así: caprichosos, llenos de misterio o romanticismo, amor y desamor.
Culebro llegó a casa de Luis “N” y vio la miseria en que vivía, una casa de bahareque en ruinas y sin siquiera comer una Maruchan. Entonces habló con la madre, le ofreció dinero y acordaron que Luis “N” viajaría con él a Tuxtla. Salieron a las 7:30 de la mañana en un autobús ejecutivo Trans Galgos a Tapachula y, en OCC, luego Tuxtla.
Luis “N” llegó a la residencia de Horacio Culebro en Los Manguitos, una colonia proletaria donde adoran a San Juditas Tadeo. Sin embargo, Borrayas habita un palacete de tres niveles, con bar exclusivo y una bola de disco giratoria como en las discotecas ochenteras Studio 54, Sheik o San Remo de las estrellas, catedral del baile. Bonita esa bola. Hasta la fecha, Luis “N” mora ahí rodeado de lujos.
Pieza clave
El criminal se convirtió en pieza clave para Horacio Culebro, no me puedo meter en su vida personal porque esa es suya, pero tampoco puedo evitar que ustedes, los lectores, echen a volar su imaginación, aún si dicha imaginación es morbosa y patológica.
Ese criminal es quien iba por los sobres amarillos a casa de gobierno en donde le entregaban cien o, a veces, 150 mil pesos mensuales que terminaban en las manos de Borrayas.
Otros cientos de ocasiones el criminal llegaba a la palacio de gobierno por el sobre amarillo. Criminal, pero honrado porque en una de esas bien pudo huir con el dinero.
La captura
Cierta ocasión, Luis “N” comía en un restaurante frente al parque de La Marimba y ahí lo capturaron funcionarios policíacos porque, incluso, Interpol le sacó una ficha roja. Lo regresaron a Guatemala.
Culebro movió cielo, mar y tierra. Volvió a Guatemala y, tras arreglos diplomáticos desde Chiapas, el criminal obtuvo su libertad y regresó a Tuxtla, a la mansión de Culebro Borrayas.
Ese criminal, ahora convertido en doctor, no sé en qué, pero doctor, es quien tiene el control en la Comisión Estatal de Derechos Humanos: maneja los recursos financieros, viaja usando el erario, destituye personal, contrata, grita, amenaza, manotea, falsifica la firma de Borrayas, etc.
Es decir, el Ombudsman contratado sin consentimiento de los chiapanecos resultó nuestra peor amenaza porque se trata de un individuo con trastornos de personalidad, narcisista y un pasado público manchado por demandas judiciales y abusos.
Me dicen que Luis “N”, el criminal, “es de cuidado, de armas tomar”. Luego les platico sobre los nexos con el bajo mundo, sobre todo en el barrio Patria Nueva, en la parte más alta, en noches disruptivas y tenebrosas.
Quizá por eso Culebro Borrayas le exigió a un jefe policiaco una pistola a cambio de “no partirle la madre”. Ese es el abyecto Ombudsman al que le pagamos 188 mil pesos al mes…








