En los últimos años se ha hecho evidente la necesidad de establecer una correcta gestión del agua en nuestro país. En este tenor, se le ha puesto particular atención a la captación y reutilización del agua, sin embargo, hay una actividad fundamental para el aprovechamiento de la misma que ha pasado desapercibida: el tratamiento de aguas residuales y su reutilización.
En México existen más de siete mil plantas de tratamiento de aguas residuales (PTAR). Aunque suena una cantidad importante, sólo se trata el 40 % del líquido a nivel nacional.
El 60 % restante se descarga en el drenaje, ríos, lagos, mares o, incluso, es utilizado en la agricultura sin ningún proceso de saneamiento previo, lo que pone en riesgo la contaminación de las cosechas y los mantos acuíferos.
La necesidad de agua ha generado que poco importe su calidad. Por un lado, es bien sabido que el agua “potable” carece de la calidad necesaria para ser consumida directamente del grifo en nuestras casas.
Por otro lado, no se le presta atención a dónde va o cómo se utiliza el agua residual generada en los hogares o en la industria. Esa falta de conciencia ya tiene consecuencias: el 100 % de los cuerpos de agua superficiales (lagos, lagunas y ríos) en México contiene algún tipo de contaminación.
La sobrerregulación ha hecho que los principales contaminadores de este recurso tan preciado no tengan incentivos para tratar y sanear las cuencas que tanto lo necesitan.
En el sector agrícola, que utiliza el 76 % del agua en México, diariamente miles de contaminantes como pesticidas, plaguicidas, fertilizantes, hormonas, antibióticos y residuos orgánicos del sector ganadero son arrastrados por el agua, contaminando las fuentes superficiales e infiltrándose y acumulándose durante décadas, afectando todo el ecosistema y produciendo riesgos para la salud.
Este debería ser uno de los casos más preocupantes, pero es de los que menos atención recibe, ya que el sector agrícola es uno de los que más subsidios recibe por parte de varias instituciones, cubriendo incluso los costos de riego.
No sólo reciben agua subsidiada para la producción, sino que tampoco existen políticas públicas que promuevan el cuidado y el retorno sustentable del recurso. El crecimiento del sector ha repercutido en la sobreexplotación del agua y en una mayor contaminación a nivel nacional.
El segundo sector que más contamina es el urbano, con un consumo del 14 % del agua. Este produce una gran cantidad de aguas residuales que contaminan nuestros lagos y ríos. Hasta ahora, se han construido más de dos mil 800 PTAR para tratar esa agua proveniente de los hogares en todo el país.
Sin embargo, esto es insuficiente y aún se siguen realizando descargas directas en los mantos acuíferos sin ningún tratamiento, empeorando la situación ambiental a nivel nacional.
Otro sector importante que cuenta con pocos incentivos para invertir en el tratamiento del agua es el industrial. Con un consumo del 5 % del agua, es el tercer sector en aprovechamiento del recurso. A pesar de ello, las restricciones han provocado que sea el que más contribuya a su tratamiento, con más de tres mil 300 PTAR.
Sin embargo, la mayor parte de este tratamiento no se destina a su reutilización, sino simplemente para cumplir con la normativa y evitar sanciones, lo que lleva a que el agua tratada sea descargada sin ningún tipo de aprovechamiento y vuelva a contaminarse en el drenaje.
Reconociendo este panorama, podemos entender por qué sólo se trata el 40 % de las aguas residuales a nivel nacional. La falta de incentivos e inversión en los diferentes sectores nos lleva a no reutilizar el agua tratada y a no aprovechar adecuadamente dicho recurso para satisfacer las necesidades a nivel nacional. Es urgente no sólo tratar el 100 % de las aguas residuales, sino también enfocar los esfuerzos en su reutilización y aprovechamiento.