Banner

Hoy Escriben - Elio Masferrer Kan

¿Un partido religioso? Acción Nacional y Democracia Cristiana

En 1908 dentro de una supuesta apertura política impulsada por el dictador Porfirio Díaz se fundó el Partido Católico Nacional (PCN) que logró posiciones importantes en el Occidente de México, con el triunfo de la Revolución Mexicana que se formalizó políticamente con la Constitución de 1917 se impusieron fuertes restricciones al activismo político confesional y prohibieron los partidos políticos basados en propuestas religiosas, cancelando además el derecho a votar y ser votados de los ministros de culto, por jurar obediencia a un monarca extranjero (el Papa), por todos estos planteamientos formalmente nunca hubo un partido demócrata cristiano en el México posrevolucionario.

Aunque en septiembre de 1939 se fundó el Partido Acción Nacional (PAN), un instrumento de los católicos que se oponían al proyecto revolucionario, inspirados por la Jerarquía Católica que había sido derrotada en la Guerra Cristera (1926-29).

El PAN se planteó como un partido de cuadros políticos, confrontando así el concepto de partido basados en estructuras corporativas, sindicales o profesionales que configuraban el Partido de la Revolución Mexicana, fundado por Lázaro Cárdenas del Río, con cuatro sectores: obrero, campesino, popular y militar.

Manuel Gómez Morín, el fundador del PAN, fue un intelectual de estado, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y fundador del Banco Central, ahora Banco de México, miembro del Grupo de los Siete Sabios (Alfonso Caso, Vicente Lombardo Toledano, Antonio Castro Leal, Jesús Moreno Baca, Teófilo Orea y Leyva y Alberto Vázquez del Mercado). Se formó en escuelas católicas y el bachillerato lo obtuvo en la Escuela Nacional Preparatoria.

La presencia del PAN fue testimonial y confrontada con el proceso de la Revolución Mexicana. Lentamente la Revolución fue perdiendo las energías originales, el presidente Alemán disolvió el PRM y fundó el PRI.

Planteando la institucionalización de la Revolución, a la vez que eliminaba el Sector Militar del partido y creaba el Estado Mayor Presidencial, una corporación con privilegios, mejor remunerada y con mayor capacidad de fuego que el mismo Ejército mexicano.

La crisis del proceso revolucionario se sintetizaría en la brutal represión del Movimiento Estudiantil de 1968 y la Masacre de Corpus de 1971. Lentamente el PAN y la izquierda mexicana iban ganando posiciones. El lema con que se presentó en 1978 fue “Por una patria ordenada y generosa y una vida mejor y más digna para todos”.

La Iglesia Católica había desarrollado una estrategia de cooptación de las elites política y económica de la sociedad mexicana mediante un trabajo estratégico con las esposas de altos funcionarios y empresarios, jugando en esta perspectiva las universidades católicas y las posiciones estratégicas que siempre tuvieron en la UNAM y las universidades públicas del interior del país.

El Opus Dei tuvo posiciones estratégicas en la Facultad de Derecho, de Filosofía y Letras y otras áreas claves de la institución. Replicándose este esquema en otras universidades públicas, más las privadas confesionales.

El 1988 fue clave en la reformulación del Estado Mexicano y la consolidación de un proyecto político que incluía a la Iglesia Católica, Carlos Salinas de Gortari fue proclamado presidente en medio del reclamo de los candidatos de oposición que denunciaban un fraude.

La toma de posesión de Salinas destacó por la presencia de cinco altos prelados con ropa clerical en la Cámara de Diputados y el anuncio, entre otras cosas, que se revisaría la relación entre el Estado y la Iglesia.

En este contexto se iniciaron las “concertacesiones”, un mecanismo cupular mediante el cual el PRI “aceptaba” supuestos triunfos del PAN y le daba posiciones estratégicas.

Se modificó la Constitución y se dio el voto a los ministros de culto, dándole el carácter de ciudadanos con derechos. Simultáneamente los grupos empresariales comenzaron a relacionarse con el PAN, pues veían que ahora sí, se transformaba en una posición de poder. Surgieron así los llamados “neopanistas”, oportunistas políticos sin la mística fundacional.

Con la Reforma Política el PAN debía abandonar el concepto de “partido de cuadros”, para ser un partido de masas, que tuviera un alto índice de afiliados, consolidándose los “padroneros”, unos personajes que manejaban en forma clientelar los afiliados al partido decidiendo quienes eran los candidatos.

El PAN dejó de ser el “partido de la gente decente” y se convirtió en una maquinaria más de la partidocracia, corrupta y sin principios. Cuando el PAN llegó a la presidencia con Vicente Fox no cumplió con la Transición democrática ofrecida y aplicó los mismos mecanismos corruptos del Sistema político.

Hasta los obispos católicos se quejaban: “Nos iba mejor con el PRI”, me dijo en una oportunidad un alto funcionario eclesiástico. “No tienen llenadera”, me dijo un empresario, “a los de antes (del PRI) les dábamos el 10 %, estos como recién llegan están hambrientos y nos piden el 30 %”, me confió indignado. “Quieren descontar el tiempo perdido” diagnosticó y “lo peor es que confié y voté por ellos” se lamentó.

Hace unos días el PAN decidió relanzarse para reposicionarse como partido de oposición y consideró importante romper sus alianzas con el PRI, su lema “Libertad, Patria y Familia” intenta retomar el voto conservador y el concepto de Familia se confronta evidentemente con los “movimientos de la agenda progresista”, tratando de recuperar el voto conservador de las derechas católicas y evangélicas, disputando una franja del electorado que vota por otros partidos o no asiste a votar ante los escándalos protagonizados por sus líderes.

La pregunta consiste en las posibilidades estructurales de partidos políticos de inspiración cristiana (conservadora), que ni el Papa está de acuerdo con impulsar.