Lista de criminales

El vacío de líderes

El señor López Obrador ha pasado más tiempo abrazando –y justificando- a sus colaboradores ante la catarata creciente de señalamientos en su contra que planeando y ejecutando la fallida Cuarta Transformación que va camino de convertirse en una tragedia si no somos capaces los mexicanos, en las urnas el ya próximo 2 de junio, ponerle un alto no revalidando la caótica administración presidencial y la de los otros poderes de la Unión maniatados por la mayor autocracia de que tengamos memoria desde el porfiriato; ni Díaz Ordaz se atrevió a tanto. La Ley de Amnistía le concede permiso para negociar la libertad de los peores y multimillonarios criminales.

Como un relámpago se extendió la indignación popular tras la tragedia que supuso la caída de varios vagones de la Línea 12 –cuestionada desde su construcción en 2011 y 2012-, y las muertes y lesiones de gravedad causadas por el hecho. Cualquiera hubiese esperado una reacción enérgica para anular a quienes buena parte de la opinión pública señalaba como los verdaderos responsables, sobre todo Claudia Sheinbaum, durante su magro periodo como jefa de gobierno de la Ciudad de México, quien dejó a la urbe a su suerte por los vacíos de poder prevalecientes mientras mantiene su utópica campaña electorera.

A cambio de ello, como ha sido su costumbre, AMLO abrazó y apoyó a los funcionarios comprometidos quienes, eso sí, salieron a explicar, bajo la mirada displicente del mandatario-mandante, un deslinde absurdo en el que nadie creyó, como tampoco nadie toma en serio las perogrulladas que sostienen a figuras tan deplorables como Manuel Bartlett, Zoé Robledo o Irma Eréndira Sandoval, exsecretaria de la Función Pública, entregada a los intereses de su patrón y jefe que tan bien acoge al marido de la señora, el estadounidense Jack Anderson, acaso protegido por su embajada por aquello de los cambios de señales y de humores del hombre de Palacio Nacional tan dicharachero que, en ocasiones, pierde los hilos conductores y se da a recitar barbaridades. ¡Ni qué decir de Rocío Nahle, la zacatecana a quien quieren regalar Veracruz, en la cúspide de la corrupción!

La gran tragedia de México es haber instituido en la Constitución –nos falló la sabiduría del Constituyente-, que México es una “república presidencialista” porque con ello se redujo la verdadera condición del Legislativo, donde recala la soberanía popular a través de quienes debían representarla ante los excesos del Poder Ejecutivo, y del Judicial al que, por estorboso, se le quiere reformar para reducirlo a una suerte de entenado del, ahora sí, “jefe de las instituciones nacionales”, un término fuera de las líneas elementales de la democracia que siempre cuestionamos pero ahora es evidente a simple vista; bueno, hasta los ignorantes lo vislumbran así.

Con vista a los comicios de junio, la Morena de Andrés más parece una suripanta salida de los peores lupanares que un partido político representativo y digno de participar en los juegos electorales. Solo los tuertos y los ciegos no lo perciben así e insisten en la popularidad de un funcionario, el más elevado, quien ha fracasado notoriamente, sobre todo porque solapa la corrupción y mancha así su bandera.

No existe vergüenza peor que la hipocresía cuando es descubierta por un pueblo engañado. Y por ello, AMLO y sus falderillos criminales deben entender que su fin está llegando.

Por las Alcobas

Si no hubiera sido Sheinbaum la aspirante de Morena, el póquer de la sucesión habría sido todavía más deprimente, tanto que hubiera sido necesario quedarnos ciegos o voltear hacia otro lado. Por ejemplo, Ricardo Monreal, cuyo nepotismo en Zacatecas determinó la candidatura del nalgueador David, su hermano, y la proyección de Saúl, quien pasa por la alcaldía de Fresnillo. Vaya trío de malversadores casi en la misma dimensión que los execrables Yunes de Veracruz. (Me aseguran que Pepe, el candidato de la alianza opositora, no es pariente del execrable Miguel Ángel).

Y el otro hablador -no Obrador- es Gerardo Fernández Noroña, el embaucador de serpientes venenosas y acompañante del partido del presidente –desde el PT-, cuando no tiene la menor tolerancia para tratar a quienes le cuestionan y aplasta con su verborrea repetitiva. Es, después de Fox y Andrés, la tercera chachalaca.

loretdemola.rafael@yahoo.com